The Economist nos habla de cómo los filántropos de las nuevas generaciones han adoptado nuevos modelos para canalizar sus fortunas, como hacer aportes mientras generan riqueza, o programar que el íntegro de sus aportes se use mientras viven, evitando que sus fundaciones transiten hacia organizaciones conservadoras, de las que luego vivan sus administradores.
Además de lo explicado por The Economist, en Lampadia, venimos destacando, otras características de los nuevos filántropos, que consideramos remarcables: sus fortunas se dirigen a resolver problemas de la humanidad y no solo, los de sus propias nacionalidades. Muchos de ellos, como Bill y Melinda Gates, además de donar sus fortunas, dedican su tiempo personal a trabajar para el mejor uso de sus recursos, en el terreno, al costado de los pobres, en los lugares de mayores necesidades.
Otro aporte de los nuevos filántropos, es que llevan las mejores prácticas empresariales al manejo de los recursos de las fundaciones, fijando metas, midiendo resultados y contagiando a sus asociados, colaboradores y beneficiarios, con las mismas prácticas.
Pero el artículo de The Economist que compartimos líneas abajo, nos explica algo adicional, las actuales ambiciones de los multimillonarios por mejorar el mundo, se dan tanto en temas tradicionales de la filantropía, como en temas que, hasta hace pocos años, pertenecían exclusivamente, a las preocupaciones y responsabilidades de los Estados.
Así podemos ver el ejemplo de los Gates tratando de eliminar una enfermedad de la faz de la tierra; a Elon Musk, pretendiendo colonizar Marte; y, como reportamos hace pocos días, a tres monstruos del mundo corporativo, como Amazon, Berkshire Hathaway y JPMorgan, apuntando a suplir a la industria especializada y al Estado en servicios de salud.
Un cambio para mejor. Algo que hemos denominado como: ‘el círculo virtuoso del capitalismo’. Y como dice The Economist, “Los aspirantes a cambiar el mundo están aplicando enfoques innovadores y basados en evidencias, en clínicas y aulas, donde los políticos elegidos son a menudo demasiado tímidos, adversos al riesgo, y están capturados por intereses ajenos, o no están dispuestos a gastar dinero público en experimentos”. Así, quién sabe si su mayor aporte, “La función más útil de los multimillonarios, no es provocar un cambio, sino explorar y probar nuevos modelos y métodos para que otros los emulen”. Lampadia
Los multimillonarios y el Falcon Heavy
Los mega-ricos tienen planes ambiciosos para mejorar el mundo
¿Debería ser motivo de celebración o de preocupación?
8 de febrero de 2018
The Economist
Traducido y glosado por Lampadia
Nada denota una ambición tan grande como cambiar el mundo, como un cohete espacial. La espectacular prueba de esta semana confirmó al Falcon Heavy como el vehículo de lanzamiento [espacial] operacional más poderoso del planeta. Esto muestra la sobredimensionada visión de Elon Musk, su creador, que quiere colonizar Marte y hacer que la Tierra no siga dependiendo de los combustibles fósiles, para asegurar la supervivencia a largo plazo de la humanidad.
Musk no es el único empresario multimillonario con grandes ambiciones para mejorar el futuro de la humanidad. Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, quiere «curar, prevenir o controlar» todas las enfermedades antes de fin de siglo. Bill Gates, después de haber hecho una fortuna en Microsoft, quiere erradicar la polio y la malaria, como parte de un objetivo más amplio de mejorar la salud y aliviar la pobreza. El otro objetivo de Zuckerberg es que los niños «aprendan 100 veces más de lo que aprendemos hoy».
Cuando el Heavy Falcon se elevó sobre el Centro Espacial Kennedy en Florida, una pregunta era qué significan los sueños de Musk para los negocios. La otra es qué hacer con este deseo de salvar a la humanidad, en la búsqueda de la cual Musk y sus compañeros multimillonarios han sido sorprendentemente innovadores.
Hace un siglo, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie y Henry Ford hicieron fortunas sin piedad y luego establecieron fundaciones para iluminar a las masas y asegurar la paz en el mundo después de su muerte. Gates y otros, después de comprobar cómo las fundaciones pueden volverse conservadoras y convencionales, prefieren un modelo de «filantropía del ocaso», con el objetivo de agotar sus riquezas antes de morir. (Warren Buffett, ahora de 87 años, tiende a donar su fortuna a la fundación de Gates, para que la use en su nombre.) Estos magnates se enorgullecen de medir los impactos y resultados, aplicando la misma minuciosidad en sus actividades caritativas como en los negocios.
De Rockefeller a Rocket-fella
Los millonarios más jóvenes, como Zuckerberg, que hizo su fortuna entre los 20 y 30 años, cambiaron de un modelo de filantropía en serie, en el cual, primero se gana dinero, luego se retiran y finalmente lo donan, a otro modelo en el cual donan mientras siguen generando ingresos. Musk ha ido aún más lejos. En lugar de utilizar sus activos empresarial para apoyar la filantropía, dirige dos compañías gigantes, Tesla (que es una firma de energía limpia que vende autos eléctricos) y SpaceX (que construye los cohetes Falcon), que fomentan sus ambiciosos objetivos directamente. Ambas empresas venden algo que la gente quiere hoy (autos y lanzamientos de satélites) de manera que aceleran los sueños de Musk.
Los grandes esquemas de los megaricos provocan entusiasmo en algunos sectores y malestar en otros. Una de las quejas se refiere a la falta de ‘accountability’. Los multimillonarios filántropos no responden a los votantes. Su poder adquisitivo les da la capacidad de hacer un gran bien, pero ¿y si prefieren actuar como villanos de Bond al estilo de Blofeld en lugar de jugar a superhéroes al estilo de Iron Man? Además, la riqueza le da a los mega-ricos, accesos privilegiados a políticos y funcionarios electos. Dirigir sus fortunas a fundaciones de caridad, tiene el efecto secundario de reducir las cargas tributarias, y significa que los bien intencionados esquemas multimillonarios pueden dejar a los contribuyentes más pobres llenando los vacíos del gasto público.
Dado que muchos de los multimillonarios de hoy en día son geeks, también existe el peligro del tecno-solucionismo. La idea de que los problemas en salud, educación, etc. pueden ser resueltos con la tecnología (el favorito de hoy es blockchain) generalmente ha resultado ingenua. El cambio profundo generalmente requiere cooperación con los gobiernos y la movilización social. Reconocer estas cosas es difícil para los técnicos acostumbrados a ver a los políticos como desorientados y la regulación como algo que se tiene que evitar.
Y, sin embargo, estas reservas ciertamente son superadas por el alcance de los multimillonarios. Los aspirantes a cambiar el mundo están aplicando enfoques innovadores y basados en evidencias, en clínicas y aulas, donde los políticos elegidos son a menudo demasiado tímidos, adversos al riesgo, y están capturados por los intereses ajenos o no están dispuestos a gastar dinero público en experimentos. Aunque los filántropos de hoy en día son más visibles que los de las generaciones anteriores, solo representan menos de una cuarta parte de todas las donaciones de caridad que se hacen en EEUU, que se mantienen constantes, desde hace décadas, en aproximadamente el 2% del PBI, según David Callahan de Inside Philantropy, un sitio web especializado.
La función más útil de los multimillonarios, entonces, no es que ellos mismos provoquen un cambio, sino explorar y probar nuevos modelos y métodos para que otros los emulen. Usando su acceso a los creadores de políticas, fomentan la adopción de las ideas que funcionan. Incluso las coaliciones de multimillonarios, del estilo ensamblado por Gates y Buffett bajo el lema «Giving Pledge» [compromiso de dar], no pueden resolver los problemas realmente grandes, como las enfermedades infecciosas, la colonización de Marte y el cambio climático, sin la cooperación de los gobiernos, las industrias y los votantes.
Entonces, cuando el auto de Tesla enviado al espacio por el Falcon Heavy comience su viaje alrededor del sol, saludemos a los multimillonarios por su ambición. Levantemos las cejas, en algunos casos, por su arrogancia y su ingenuidad política. Pero aplaudamos su rol de pioneros en las políticas públicas, que abren caminos hacia un futuro mejor. Lampadia