David Belaunde Matossian
Para Lampadia
El gráfico de la semana ilustra lo que ya sabíamos, pero que siempre es útil visualizar de manera sintética. Enfocando el análisis sobre nuestra capital, lo que comenzó como un fenómeno de la Lima tradicional se ha desplazado hacia los distritos más densamente poblados (San Juan de Lurigancho por ejemplo cuenta con más de 1.1 millones de personas, comparado con los 80 mil de Miraflores) – algo que indica también el “potencial” que aún tiene la enfermedad.
Ya comenté anteriormente la ineficacia relativa de la cuarentena en el Perú si consideramos la velocidad de impacto que ha tenido en metrópolis como Nueva York, y el rol de factores estructurales en ese resultado. La pregunta es: ¿el gobierno no los conocía? ¿No conoce los patrones de consumo? ¿No podía anticipar el hecho de que – como lo hemos mencionado antes – las restricciones más fuertes generan aglomeración en horas “libres”?
La impresión que genera la acción gubernamental es que es la “correcta” a grandes rasgos – o por lo menos en línea con recomendaciones de la OMS – pero a nivel local siempre termina siendo inadecuada: no aprovecha las oportunidades que ofrece la baja densidad y mayor presencia del retail moderno en una parte de la ciudad, ni genera esquemas que permitan verdaderamente cumplir con las medidas en zonas más densas y con mayor comercio tradicional. Y, en general, no parece entender muy bien los aspectos comportamentales.
Tratando de cubrir esa brecha, el Gobierno ha convocado a un equipo de sociólogos y psicólogos que le permitan entender más el “factor humano”. No solo debió haberse hecho esto antes, sino que es insuficiente. Lo que realmente se necesitaba era involucrar a las autoridades locales – no tanto como entes ejecutores, para lo cual muchas veces son supremamente ineficaces, sino trabajar con ellos en la elaboración de medidas – y así beneficiarse de su mayor familiaridad con las situaciones particulares de cada zona urbana.
El alcalde de Lima no fue parte de la elaboración del corpus de decisiones que hoy gobiernan las condiciones de vida de los limeños. Se entiende que existen reservas sobre las capacidades de muchas autoridades locales, pero… ¿la Municipalidad Metropolitana de Lima?
No confundamos el problema de la mala descentralización – y la manera como a veces se permite que intereses políticos en las regiones perjudiquen al país, como en el caso de Tía María – con el imperativo de permitir una mejor la representatividad y tomar en cuenta realidades locales en la toma de decisiones.
Lampadia