Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
A raíz de la muerte de Abimael Guzmán, el desquiciado creador e ideólogo de Sendero Luminoso, el grupo terrorista más sanguinario de nuestro país y definitivamente entre los más crueles y salvajes de la historia universal; todos los diarios, estaciones de radio y canales de televisión, han dedicado en un día, más tiempo e información respecto a la vesania de estos criminales, que la dedicada durante los últimos 25 años en el Perú.
El silencio cómplice de la prensa y la manipulación de la información histórica al respecto, por parte del sistema educativo peruano (capturado y controlado por la izquierda radical), ha sido tan basta, que hemos llegado al extremo de verificar que los jóvenes de menos de 30 años, hoy no tengan la menor idea de quién es Guzmán y su gente, ni cuáles fueron las acciones criminales con las que se masacró a decenas de miles de peruanos y se destruyó más de 20 mil millones de dólares de activos del Perú. Tan dramático es esto, que la semana pasada un periodista preguntaba a los jóvenes, con fotografía de Guzmán en mano, quién era la persona y uno contestó que era un congresista, otro que era un artista de telenovelas y otro que era un escritor, pero ninguno atinó a identificar al criminal que destripó y destruyó a familias y pueblos enteros.
Creo que, en lugar de atosigarnos con esa información en un solo día; toda la prensa hablada, escrita y televisiva, debería imponerse la obligación de repetir la información histórica y pasar una y otra vez las históricas imágenes de estas atrocidades, todo el tiempo y por muchos años. Es importante que los jóvenes y niños, a los que nadie les enseñó, lo aprendan y se fijen, de manera indeleble, estas imágenes en sus mentes y corazones. Que aprendan de las bestialidades que es capaz de ejecutar gente insana y fanatizada. Que les quede claro en la memoria, que esto fue terrorismo antipatriota y no un “conflicto interno”, que las más sangrientas y alevosas masacres fueron producto de un ansia de poder. Que quienes promovieron ese derramamiento de sangre, no tenían una alternativa para mejorar las condiciones de vida de nuestra ciudadanía, sino el ansia por tomar el poder y perpetuarse en él. Estas imágenes y conceptos, deben estar claros para todos, desde niños de escuela y para toda la vida, para que ellos también las puedan transmitir a las siguientes generaciones y no permitamos ser engañados y caer en ese juego, aunque vengan por una vía diferente.
La sociedad peruana ha contraído una gran deuda para con nuestros jóvenes, pues, inmediatamente después de la victoria militar, no nos ocupamos de enseñar correctamente esa parte de la historia. Lo natural hubiera sido, que los padres, los maestros de escuela y catedráticos universitarios tomaran ese desafío. Pero los padres, en su vida moderna, cargada de obligaciones y retos, no dedicaron el tiempo para enseñar a sus hijos esta realidad. Los maestros de escuela, altamente ideologizados, siguieron las consignas del SUTEP-CONARE y MOVADEF, adoctrinando a los niños, al punto que las promociones de los colegios públicos rurales, llevan los nombres del Che Guevara, de Marx, de Mao, de Malpica y de cuanto comunista ha vivido; hecho que se verifica a nivel nacional. Y en todas las universidades públicas y privadas, so pretexto de la libertad de cátedra, se ha permitido que radicales de la calaña de Béjar, adoctrinen a los estudiantes a su gusto y a base de mentiras no contrastadas por nadie.
La única manera de resarcir esta falta cometida como sociedad, es;
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Que todos nos examinemos y tomemos conciencia que, efectivamente, no cumplimos con nuestra responsabilidad.
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Que nos propongamos corregir esta conducta equivocada y
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Que como sociedad y como individuos, asumamos el desafío de enseñar a nuestros hijos y nietos esa historia dolorosa, las ideas equivocadas y fanáticas que nos llevaron a ese punto y finalmente, las desastrosas consecuencias que la bestialización de esa gente trajo a nuestro país.
El Perú no merece que los herederos de tamaña insania, puedan conducir los destinos de nuestra patria, puesto que ya sabemos, que no son capaces de construir una mejor sociedad, que no tienen propuestas de mejora individual y colectiva para nuestro pueblo y finalmente, sabemos también, los extremos a que pueden llevar a nuestra sociedad y el nivel de destrucción ilimitado que son capaces de generar, con tal de tomar el poder y enquistarse para siempre.
Propongo que esta sea una labor liderada por la Defensoría del Pueblo, quien debería convocar a los medios, a la academia, a la sociedad civil, a las iglesias, a la fuerza armada y policía nacional, para diseñar el plan de reeducación de nuestra sociedad y supervisar su correcta ejecución.
No podemos permitir que este “flash noticioso” sea sólo “Flor de un día”. Nuestro propósito de enmienda, debe materializarse en un trabajo real y constante para reconstruir la memoria colectiva de nuestra sociedad y mejorarla. Lampadia