Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
El Perú estaba destinado a ser un país exitoso en el concierto mundial, pero en muchas ocasiones nos falló la calidad de nuestra clase dirigente, que prefirió el privilegio de parte, sembrando desunión, interrumpiendo nuestros procesos de desarrollo y frustrando el desarrollo integral y el bienestar general.
Este parece ser uno de esos aciagos momentos; en medio de una crisis sanitaria de proporciones dantescas, en medio de una crisis de empleo y económica sin precedente histórico, y en medio de una creciente crisis política; muchos líderes de opinión, y especialmente, muchos periodistas; ante la vacancia del presidente Vizcarra por incapacidad moral permanente, establecida con el voto del 82% de los congresistas (105 de 128); vienen sembrando desunión, confusión y mentiras abiertas, y llamando a la convulsión y la insurgencia.
Debimos ser un país exitoso porque tenemos todo lo necesario para darle a nuestros ciudadanos empleo e ingresos decentes, pues contamos con muchas riquezas que no alcanzamos a reconocer y aprovechar. Además, pero más importante aún, tenemos una población proclive al trabajo, al esfuerzo personal, a la creatividad y a la solidaridad familiar, que solo necesita buenos dirigentes para sumarse a la gesta del desarrollo.
Nuestra historia muestra con claridad las fallas de nuestra clase dirigente, ya sean las luchas fratricidas de Huáscar y Atahualpa en el ocaso del incario, el caudillismo de los albores de nuestra independencia, o el rosario de desentendimientos republicanos que frustraron, una y otra vez, nuestras brillantes oportunidades de crecimiento y desarrollo. Otra faceta de la debilidad de nuestra clase dirigente, es la anomia, la falta de compromiso cívico de las clases más privilegiadas, que prefieren la comodidad personal antes de su presencia en la vida nacional.
La presente crisis múltiple, sanitaria, social, económica y política, ha sido agravada en todos sus extremos por un gobierno irresponsable de Martín Vizcarra.
- No supo enfrentar la pandemia insistiendo en el uso de las inútiles pruebas rápidas y rechazando la colaboración de la sociedad civil y del empresariado, para combatirla.
- Agravó la crisis social y económica decretando cuarentenas generalizadas, restricciones horarias y protocolos que crearon congestiones y pérdida de empleos.
- En cuanto a la crisis política, hoy está demostrado que la propició, ya sea complotando contra el gobierno de PPK, traicionando a todos los que lo apoyaron en el camino y confrontando con el Congreso hasta su ilegal e inconstitucional disolución en setiembre del año pasado.
Una vez instalado como poder único, legisló por decreto más allá de sus facultades legales, y una vez instalado el nuevo Congreso, continuó en su afán confrontacional.
En cuanto a su capacidad moral, hoy está claro que habría caído en múltiples actos de corrupción, al punto de que se podría afirmar, que siempre habría estado vinculado a la corrupción, incluso antes de ser gobernador de la maravillosa región de Moquegua.
Por otro lado, es característico de Vizcarra el mentir.
- Mintió para ocultar su traición a PPK. Mintió sobre sus reuniones con Keiko Fujimori.
- Mintió sobre su relación con Richard Swing, llegando a ocultar información al Congreso y al Ministerio Público.
- Mintió sobre su relación con Antonio Camayo.
- Mintió sobre sus relaciones con el ex ministro José Hernandez.
- Y mintió sobre sus sucias relaciones con empresas contratistas cuando fue gobernador de Moquegua.
Es pues muy claro que Martín Vizcarra no tiene capacidad moral para dirigir el país, y menos para conducir un proceso eleccionario impecable con miras al gobierno de bicentenario nacional. Así llegamos a la vacancia.
La vacancia por incapacidad moral puede ser discutible, pero es constitucional
La vacancia presidencial por incapacidad moral permanente es una institución discutible en una democracia constitucional porque, en la medida en que se trata de un juicio político no sujeto a estándares exigentes de prueba, puede prestarse a la arbitrariedad política. Pero existe y está consagrada en la Constitución. Por lo tanto, se puede estar en desacuerdo con la decisión misma de la vacancia, pero no se puede decir que sea inconstitucional ni que se trate de un golpe de Estado.
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¿Cómo han reaccionado ante la vacancia de Vizcarra sus defensores en la presidencia? ¿Especialmente los periodistas, encargados de informar e ilustrar a la población?
Pues mintiendo y propiciando el caos y la sedición como podemos apreciar en las carátulas de La República, El Comercio y Perú21. O en las señales televisivas de RPP y Canal N. O escuchando los comentarios de Verónika Mendoza, Julio Guzmán, Salvador del Solar, Augusto Alvarez Rodrich, Rosa María Palacios, Pedro Cateriano y José Ugaz.
Curiosamente, estos personajes convalidaron el golpe de estado de Martín Vizcarra, que cerró el Congreso mintiendo sobre una negación de facultades y creando la tramposa figura de la denegación fáctica.
Toda esta gente pertenece a los círculos políticos propiciados desde la PUCP y varios medios de comunicación. Ellos han estado muy cerca del gobierno de PPK y de la confrontación con el fujimorismo, y han continuado defendiendo a Martín Vizcarra, tapando cualquier anomalía o fechoría (como se acaba de revelar en las redes sociales con el caso de un importante medio televisivo).
La crisis presente, no llama pues a la desunión y la confrontación. Lo responsable es invocar la calma y la ponderación. Exhibamos un poco de lo que nos ha faltado tantas veces en nuestra historia. Estamos a las puertas del bicentenario. Ya es hora de emprender la realización de nuestro destino de éxito. Lampadia