En un reciente pronunciamiento de la Oficina de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), se destacó que el Perú es uno de los pocos países que ha logrado avanzar -y en muchos casos cumplir anticipadamente- en el cumplimiento de Los Objetivos del Milenio que las Naciones Unidas estableció para el mundo en el 2015.
Por ejemplo, nuestro país ha logrado reducir sustancialmente los indicadores de pobreza, desnutrición, mortalidad infantil, entre otros, gracias al fuerte crecimiento económico iniciado hace dos décadas.
Según estos objetivos, el Perú se comprometió,para el 2015, a disminuir la pobreza y la pobreza extrema a la mitad de los niveles registrados en 1991, es decir, a 27.3% y 11.5%, respectivamente. Sin embargo, estas metas han sido superadas en el 2011 al lograrse 27.8% en pobreza y 6.3% en pobreza extrema, tal como lo señalan las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Información (INEI).
De esta manera, el milagro económico peruano que sorprende al mundo- con sus altas tasas de crecimiento del PBI y de inversión privada, no solamente se circunscribe a cifras macroeconómicas sino también a resultados sociales incuestionables. No solo competimos con China e India en crecimiento, sino en reducción de la pobreza y otras lacras sociales. Una vez más queda demostrado que no hay desarrollo sin crecimiento y sin inversión privada. La FAO ha reconocido el mérito del Perú y ha resuelto un debate que plantea la izquierda cuando pretende separar el desarrollo del crecimiento económico.
Hace pocos años se consideraba que el crecimiento no estaba impactando su?cientemente en la reducción de la pobreza. Según estudios del INEI, el MEF y el BCR, entre 1994 y 1998, por cada punto porcentual (1%) que crecía el PBI, lapobreza se reducía en solo 0.43%. Sin embargo, al acentuarse el ritmo de crecimiento de la economía durante la última década, por cada punto (1%) de incremento del PBI, la reducción de la pobrezase dinamizó desde una disminución de 1% hasta llegar en el 2010 a una reducción de1.7%, una magní?ca relación causa-efecto que despeja cualquier duda sobre las virtudes del modeloeconómico y el crecimiento en cuanto a la reducción de la pobreza.
Estos reconocimientos no nos inhiben de plantear la necesidad y urgencia de que afrontemos cuanto antes, y con la mayor dedicación posible, una agenda pendiente en temas vitales para la construcción de un mejor futuro para todos, tal como lo planteamos en nuestro artículo La Agenda Pendiente.