En el siguiente editorial de El Comercio se analiza la manera cómo el oficialismo persiste tercamente en su intento de crear una Superintendencia de Universidades que tenga la facultad de controlar y planificar el desarrollo de las universidades, esta vez de contrabando, a través de una disposición final en el proyecto de ley para la organización del Ministerio de Educación. Es decir, se insiste en la propuesta de ahogar iniciativas de las universidades, cancelando la creatividad y la innovación que solo florecen cuando hay libertad en el sistema. Durante el debate de la ley universitaria, la sociedad civil y la oposición han sido firmes en plantear serias observaciones al proyecto, por lo que el oficialismo ha tenido que retroceder, aunque aún, sin llegar a encarpetar la iniciativa.
Pues bien, ante la falta de argumentos, algunos congresistas han decidido camuflar el misil contra la libertad universitaria creando la Autoridad Nacional de Educación Universitaria. Es decir, como no se puede avanzar en el proyecto universitario, se camufla el arma intervencionista en otra ley. En esta conducta se demuestra absoluta falta de respeto por la ciudadanía y se pretende generar un espacio de regimentación que ya ha fracasado estrepitosamente. Un ejemplo de estos yerros se analiza en un video de Xavier Sala, donde se demuestra que el retroceso económico actual de Europa tiene que ver con la pérdida de capacidad de innovar y, entre las causas del problema, está el recorte de la libertad de las universidades por la injerencia estatal.