Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
Ha llegado el año del Bicentenario. Ya van a ser 200 años desde que San Martín proclamará que nuestro país es “libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende.”
¿Que implica esa frase tan importante que está en el acta fundacional de nuestra República?
- La libertad es la pieza fundante, esencial, imprescindible de nuestra República. Es la roca sobre la cual se ha edificado nuestra nación.
- No dependemos de un imperio, ni de otra nación o ideología.
- Ha sido la voluntad general la que ha gestado nuestra libertad e independencia.
- Hay un sustento moral adicional en los cimientos de nuestra República. No somos una república amoral.
¿Como está nuestra República 200 años después?
- Aun somos libres. Pero cada vez menos. Ideas ajenas a nuestro momento fundacional, que llegaron un siglo después, han mermado nuestras libertades en pro de la igualdad, la justicia, pero sobre todo para beneficio de un monstruo que no existía hace 200 años: el Estado. Un Estado que nos asfixia y que ha demostrado en el 2020 ser más inútil e incapaz que nunca.
- Seguimos siendo independientes. No somos ni colonia, ni enclave. Sin embargo, sigue habiendo hermanos nuestros que nos quieren entregar al yugo de otras naciones y de otras ideologías.
- La voluntad general impera, pero no sabe a donde va.
- El sustento moral de nuestra República ha sido ignorado. La propia voluntad general conspira contra él, como si pudiera sustituirlo, cambiarlo o desecharlo cuando quiera y reemplazarlo por valores contingentes.
¿Qué riegos tiene nuestra República 200 años después?
- Hay quienes creen que podemos ser una república sin libertad. Que pueden sustituir fácilmente nuestra libertad por otros valores, muchos de ellos falsos y contingentes (efímeros, circunstanciales). Olvidan (o nos esconden) que todas las naciones que tomaron ese camino se quedaron sin libertad, sin justicia, sin igualdad y sin pan.
- Hay quienes quieren que el Perú vuelva a ser colonia. Esta vez de Cuba, Caracas, Beijin o del Foro de Puebla y sus tóxicas consignas. Lo hacen para sacarnos de la supuesta hegemonía del “imperialismo norteamericano”, como si a este le hubiera importado América Latina en los últimos 30 años.
- Nuestra voluntad general debe dejar de ser una oclocracia: el gobierno del tumulto, la muchedumbre y la turba que no sabe lo que quiere, para que lo quiere ni las consecuencias de lo que pide. Nuestra voluntad general debe ser encausada, debe asumir la responsabilidad de su poder democrático y las consecuencias de su decisión.
- El sustento moral de nuestra República donde la libertad es pieza esencial debe ser rescatado. Debe seguir siendo la camisa de fuerza que impida que la propia voluntad popular o cualquier otra fuerza ajena, destruya nuestra Nación.
200 años después podemos buscar nuevos rumbos, enmendar errores, mejorar, cambiar lo que este mal, pero no podemos dejar de ser lo que somos: libres e independientes. Lampadia