La reforma del sistema de salud es una tarea pendiente que ya no puede ser ignorada. La calidad de los servicios de salud en ESSALUD no cumple con estándares mínimos de servicio para citas, operaciones quirúrgicas y procesos médicos. El sector está en crisis; tienen que trabajar en condiciones precarias, con gran parte de los equipos malogrados y con escasez de medicinas esenciales. Sin embargo, ya existe en el Perú una solución que ha probado brindar una gran mejoraría en la calidad del servicio de salud: un modelo de concesión de salud vía APPs que incluye el diseño de los hospitales, su construcción, equipamiento y servicios médicos en la modalidad ‘bata blanca’.
Esta estrategia de servicios de salud, le permite al Estado fijar las características y estándares de todas las infraestructuras (locales, y equipamiento), y de los estándares operativos (plazos de atención y niveles de satisfacción). Todo, previos concursos internacionales públicos, y la especialización del Estado en la supervisión del cumplimiento de la metas de salud fijadas, a costos, hasta mejores que los asumidos por el Estado en sus operaciones directas.
Este sistema, desde su adopción en los hospitales de ESSALUD en el Callao y Villa María del Triunfo, ha sido resistido por el staff de ESSALUD y sobre todo por los médicos, que lo califican como “la privatización de los servicios de salud”, para desdibujarlo y meterlo en el callejón de la política que hace décadas destruyó la calidad de los servicios públicos. La verdad es otra:
- “Nunca se pierde el carácter público del servicio”
- En la operación de los hospitales de ‘bata blanca’, el personal, médicos, enfermeras y técnicos, son peruanos, mejor capacitados y equipados para brindar un mejor servicio
- Cada hospital del sistema recibe una asignación nominativa de asegurados, lo que induce a la muy importante tarea de desarrollar un servicio de prevención
Como en todos los demás casos de servicios públicos, cuando el Estado da el servicio, nadie controla su calidad ni sus costos, pero en el sistema de APP+BATA BLANCA, el Estado fija los estándares, supervisa y controla.
No es aceptable que, teniendo una experiencia de APP+BATA BLANCA muy exitosa en el tema más sensible a las necesidades sociales: la salud, ni por eso, nos hemos volcado a multiplicarla. En Lampadia ya hemos analizado dos ejemplos muy exitosos de las APP que milagrosamente lograron pasar las vallas de la mentalidad estatista, los hospitales de ‘Bata Blanca’ de ESSALUD, Alberto Leopoldo Barton Thompson y Guillermo Kaelin de la Fuente. Ver en Lampadia: APPs en salud: Poniendo a la población por delante y Las APP han generado servicios de salud de alta calidad. Estos son los mejores hospitales del Estado (y probablemente también, del sector privado) que se hayan construido en nuestra historia.
El esquema central en ambos hospitales es que se han desarrollado creando incentivos muy positivos que determinan un modelo “Ganar-Ganar”. El contrato establece una asignación o pago fijo al operador por cada asegurado sin importar el número o tipo de atenciones. De esta manera se crea la necesidad de que el operador promueva que su población (de clientes) sea lo más sana posible, pues a mejor salud de su población, habrá menos asistencias y por lo tanto mayores ingresos para el operador. Un esquema brillante: muy positivo para la población, pues recibirán atención de salud preventiva y de buena calidad; positiva para el operador, pues podrá generar mayores márgenes con una mejor salud y satisfacción de sus clientes; y muy positivo para ESSALUD (que se debate en una gravísima crisis de servicio), pues con un costo fijo puede generar una gran calidad de servicio sin correr el riesgo de los sobrecostos que generan la imprevisión, la ineficiencia y/o la corrupción.
El esquema funciona porque se evalúan distintas métricas constantemente, a diferencia de otros hospitales públicos. Si se revisa el contrato (ver contrato), las exigencias requeridas se basan en los siguientes indicadores (solo mostramos los principales):
Además, el contrato fija objetivos absolutmente inalcansables en el servicio público. La base de analisis se basa en los siguientes indicadores:
- Máximo 8 días para una resolver una queja resuelta satisfactoriamente
- Meta de 30 días de espera para una operaciones quirúrgicas.
- No más de 7 días para el reingreso de un paciente
Tan solo hay que darle una mirada al cuadro inferior (que es parte de un Informe del operador, titulado ‘GESTIONANDO LA SALUD DE LAS PERSONAS: Modelo APP en Salud Integral’), que se presentó en el III Congreso Internacional de Infraestructuras que integra a más peruanos, organizado por AFIN, para ver la diferencia entre un hospital con APP sin gestión clínica (bata gris) y uno con gestión clínica (bata blanca). Claramente, el nivel de éxito entre ambos, en cualquiera de sus indicadores (equipos, servicios, tecnología, atención, etc.) es abismal y no queda duda de cuál sistema funciona mejor.
Pero, ¿ha aprovechado esta experiencia el gobierno para difundirla como ejemplo de lo que significa una APP para la población? No, en verdad está muy escondida de la opinión pública. Lo que es más, el propio ESSALUD no pretende replicar el éxito en los nuevos hospitales, que está desarrollando en la modalidad de ‘Bata Gris’ (que excluyen los servicios médicos).
Lamentablemente, esta iniciativa ha desatado la tradicional resistencia: El Sindicato Nacional de Médicos afirmó que “los hospitales APP de Villa María del Triunfo y Barton del Callao nos cuestan S/. 300 millones al año y no han solucionado problemas de pacientes.” Esto es una mentira ya que, según cálculos realizados por Essalud en el año 2015, el costo operativo de los Hospitales APP es menor al costo que asumiría la Institución de gestionar y administrar un modelo similar. Esto genera ahorros para Essalud, con una muy mejor calidad de atención:
Otro de los grandes mitos es que se perdería el carácter público del servicio. Esto es parte del gran miedo de la ´privatización’, que todavía aterroriza a gran parte de la población. La verdad es que bajo el esquema de contratos (bata blanca), nunca se pierde el carácter público del servicio.
En realidad, solo se trata de contratar la operación, la gestión, del establecimiento, a cambio del cumplimiento de metas fiscalizables. Es la manera de servir mejor al ciudadano. La acusación de “privatización” esconde el temor a perder las prebendas que una gerencia privada desterraría, o a tener que incorporarse a un régimen de trabajo más disciplinado y exigente, o quién sabe si al aprovechamiento de mafias (según reiteradas denuncias), que se perennizan por la ausencia de controles De hecho, por ejemplo, se reducirían las posibilidades de vender servicios por lo bajo o de desviar pacientes hacia la práctica privada (que significa que la privatización ya existe; pero es la privatización para el usufructo de los médicos).
Por ejemplo, en los casos de los Hospitales Kaelin y Barton, construidos y administrados por consorcios privados, tienen un sistema de incentivo correcto: reciben un pago capitado (por cada persona del área asignada al hospital), de modo que les conviene hacer prevención a fin de que la gente no se enferme y de esa manera incrementar las utilidades. Utilidades y salud se complementan, se refuerzan mutuamente. Pero los ospitales son del Estado y de lo que se trata es sólo de una concesión temporal.
En realidad, los hospitales y establecimientos, e incluso las redes, deberían ser administrados por empresas privadas contratadas para ese fin por medio de contratos de gerencia. De esa manera los huecos se cerrarían y habría más recursos para pagar mejor a los médicos. Y habría más eficiencia, más productividad y mucha mejor atención al usuario, que es lo que en realidad interesa. Esto se puede observar claramente en los cuadros inferiores.
Cabe recalcar que los Hospitales Kaelin y Barton son los que lideran la encuesta de satisfacción con mayor porcentaje de mejoras percibidas por los asegurados. De acuerdo al cuadro líneas abajo, el Hospital Kaelin ocupó el primer puesto de Implementación de estándares para mejorar la atención de los asegurados.
Es lamentable que, a pesar de las indudables ventajas del modelo, aún existen fuertes resistencias al uso de APP+BATA BLANCA para la atención de salud que, en realidad, es una alternativa efectiva para proveer infraestructura, equipamiento y servicios de calidad en el sector salud. Se debiera estar multiplicando el esquema.
Los peruanos no podemos seguir aceptando malos servicios de salud, teniendo la posibilidad de mejorarlos sustancialmente con la colaboración de esquemas más efectivos que pueden ofrecerse despolitizando los servicios públicos. Con APP+BATA BLANCA se pueden fijar metas de cobertura, calidad, tiempos de atención y todos los indicadores de servicio, que son imposibles de lograr con los servicios estatales, penetrados por mafias que debemos desterrar a la brevedad, como una obligación moral. Lampadia