En Ica, con su Gobernador a la cabeza, se siguen dando las pinceladas de un Perú que suma esfuerzos para el bien común de varias regiones, se piensa en el futuro y se diseñan nuevas infraestructuras para el manejo del agua, se hace seguimiento a su ejecución y se terminan a tiempo y según previsiones de costo.
Fernando Cillóniz, el Gobernador Regional de Ica, sigue acumulando experiencias exitosas que son un ejemplo de buena gobernanza. Experiencias que debemos difundir en todas las regiones del Perú. Veamos su último informe:
Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 31 de marzo de 2017
Para Lampadia
Ya estamos en otoño. Las temperaturas empiezan a refrescar. Amanece más tarde y el ocaso se adelanta. Las lluvias en la Sierra disminuyen, y después de un verano inesperadamente lluvioso – y por momentos, incontrolable – las aguas vuelven a su nivel. Ya no nos amenazan los huaicos y las aguas de los ríos se aclaran – hasta secarse completamente – en espera de la próxima avenida, que – ojalá – traiga aguas tempranas, pero sin la ferocidad de la temporada que acabamos de pasar.
Otoño, invierno, primavera, verano. Cada estación tiene su hidrología, la cual varía de año en año. Nunca se sabe – exactamente – cuándo llegará el agua nueva, ni cuánta agua traerá el río. Asimismo, nunca se sabe – con absoluta certeza – cuándo caerán, ni cuán destructivos serán los huaicos.
Lo descrito líneas arriba constituye una verdad de Perogrullo. Es decir; una verdad que todo el mundo conoce… una simpleza. Sin embargo, la perogrullada en cuestión no debiera interpretarse como que frente a los huaicos y lluvias, no hay nada que hacer… aparte de rezarle al Señor de Luren.
No; en la región Ica – aparte de rezarles a nuestros santos, que siempre es bueno – estamos trabajando, junto con Huancavelica y Ayacucho, en el manejo seguro y sostenible de nuestras cuencas para (1) tener agua todo el año, (2) evitar huaicos e inundaciones, y (3) propiciar el bienestar de nuestra población.
Arriba – en las cabezadas – estamos construyendo reservorios para almacenar aguas de lluvias. Asimismo, estamos plantando bosques de pinos, los cuales al inicio – durante el estiaje – serán regados con las aguas de los reservorios. Luego, cuando los pinitos crezcan y enraícen, y alcancen la humedad del subsuelo, ambos – reservorios y bosques – retendrán el agua de lluvias, y evitarán la erosión de las laderas. Y los huaicos desaparecerán. En vez de lodo y piedras, aguas limpias bajarán por las quebradas. Y – lo que es mejor – habrá agua todo el año.
Los trasvases de cuencas superavitarias hacia cuencas deficitarias nivelarán los desequilibrios hidrológicos de nuestra región. A ese le llamamos “La Hermandad del Agua”. Y con las infiltraciones inducidas y “Tomas Libres” en épocas de abundancia, rellenaremos los acuíferos y mitigaremos los riesgos de desastres por desbordes e inundaciones.
Entre tanto, estamos construyendo diques en las quebradas bajas. Este año, los diques de Cansas, La Yesera y Tortolitas evitaron un desastre mucho mayor en La Tinguiña y Los Molinos. Ahora, pasada la temporada de lluvias, estamos reforestando los diques, aprovechando – precisamente – la humedad de los sedimentos retenidos.
Está pendiente la revegetación de las riberas de nuestros ríos. Con el boom de las invasiones de tierras en Ica, la demanda de Carrizo para la fabricación de esteras es tal, que prácticamente no queda un cañaveral en pie. ¡Patético! Nuestros ríos han quedado desprotegidos… a merced de las avenidas. Eso lo vamos a corregir sancionando a los depredadores.
En el ámbito urbano – como diría el poeta – “hay hermanos muchísimo que hacer”. Desde la basura acumulada que resulta ser una causa más de desbordes de ríos y acequias, hasta la reubicación de poblaciones cuyos asentamientos fueron propiciados por traficantes de tierras y autoridades municipales – cada cual más corrupta e inescrupulosa que la otra – todo está por hacerse. A este respecto puedo afirmar que si los Municipios fallidos no toman cartas en el asunto, el Gobierno Regional hará lo que esté a su alcance para propiciar una solución radical; tal como hicimos – a través del OTASS – con las empresas municipales de agua potable.
Como se ve; nadie puede estar al margen de esta enorme tarea. La inacción sería una puerta abierta para más desastres. Los únicos que no tienen cabida en este proyecto para la vida son los pesimistas y criticones de siempre. Ellos que se pudran en sus rabias. Nosotros – en cambio – ¡vamos… manos a la obra! Lampadia