Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 2 de diciembre de 2022
Para Lampadia
Todos los años, desde toda la vida, la temporada de lluvias en nuestro país fue de enero a abril de cada año. El estiaje, el nivel más bajo que tienen nuestros ríos y lagunas, siempre fue y sigue siendo, de mayo a diciembre. Asimismo, el estiaje siempre ha ido de más a menos. O sea, en mayo hay más remanentes de agua que en junio. En junio hay más que en julio. Y así sucesivamente hasta el final del estiaje: en noviembre o diciembre de cada año, cuando los ríos terminan la temporada estival con muy poca agua. O, incluso secos, como es el caso de varios ríos de la Costa.
Por ello, todos los años, desde toda la vida, los meses más críticos para la agricultura de secano – aquella que se riega únicamente con agua de lluvias – han sido, y siguen siendo, noviembre y diciembre. Precisamente, cuando termina el estiaje y empieza a llover nuevamente. ¡Cómo no va a ser dramática la situación de los agricultores de secano, si sus cultivos no han sido regados durante 7 u 8 meses!
Bueno pues, ese es precisamente el angustioso momento en que los agricultores de secano se encuentran actualmente: el final del estiaje del año 2022. Por ello, muchos agricultores están desesperados. Algunos, hasta oran y hacen ofrendas para propiciar el inicio de la temporada de lluvias.
A ese respecto, dicho sea de paso, felizmente ya empezó la temporada de lluvias 2023. En realidad, acaba de empezar. El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI) ya ha reportado las primeras lluvias de temporada, en la Sierra y Selva del país. ¡Gracias a Dios!
A partir de ahora las noticias climáticas cambiarán 180°. Hasta ahora las noticias han estado referidas a la escasez de agua para el agro. Al extremo de que 111 distritos de Puno y Arequipa fueron declarados en emergencia el 3 de diciembre pasado… ¡por sequía! Sin embargo, al margen de la angustia de muchos agricultores por la falta de agua, hay que decirlo francamente: declarar una emergencia por sequía en pleno estiaje, es tan absurdo como declarar en emergencia a un desierto por falta de agua.
El estiaje, por definición, es seco. ¡Cómo no va a ser seco, si no llueve en el estiaje! ¡Nunca llueve en el estiaje! En ese sentido – repito – es absurdo declarar una emergencia por sequía en pleno estiaje. Las sequías en nuestro país sólo tendrían sentido si ocurrieran entre enero y marzo o abril de cada año. ¡No antes, ni después!
La pregunta – más bien – es ¿cómo hacer para tener agua en los estiajes? ¡Esa es la pregunta del millón! Y la respuesta – claramente – no pasa por declarar en emergencia a las regiones afectadas. ¿Acaso una declaratoria de emergencia – que no es más que un papel con tinta – va a adelantar la temporada de lluvias? Peor aún ¿acaso la historia no nos ha enseñado que las declaratorias de emergencia sólo sirvieron para que nuestras autoridades roben más? ¡Oh populismo demagógico… cuánto daño nos haces a los peruanos!
Reservorios, reservorios y más reservorios… pequeños, medianos y grandes. No hay reservorio malo. Bosques, bosques y más bosques… no hay árbol malo. Siembra y Cosecha de Agua… así le llaman a los reservorios y bosques que guardan aguas de lluvias, para disponer de ellas en los estiajes. Reservorios y bosques, sobre todo en la Sierra, para guardar parte de las abundantes aguas de lluvias, y evitar que éstas se pierdan en el mar, sin darles ningún uso productivo. ¡Eso es lo que hay que hacer para evitar la angustia de toda la vida de nuestros agricultores de secano! ¡Eso es lo que hay que hacer para tener agua todo el año… incluso, en noviembre y diciembre de cada año!
No hay derecho, que los agricultores de secano sufran todos los años la misma historia.
En mi opinión, la declaratoria de emergencia que sí procedería – más bien – es la referida a la inoperancia del Estado. Ese Estado inoperante que no es capaz de construir reservorios, ni plantar bosques para tener agua todo el año. Ese Estado que no se inmuta de ver enormes cantidades de agua dulce perderse en el mar, todos los años entre enero y abril, y no hacer nada al respecto. Esa declaratoria de emergencia sí se justificaría.
Una emergencia que cree una institución autónoma, especializada, profesional, meritocrática, apolítica – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – que se encargue exclusivamente de construir reservorios y plantar bosques en la Sierra.
La idea es resolver el problema de escasez de agua de verdad. Y no con estupideces como declarar emergencias por sequía… en pleno estiaje. Lampadia