En la siguiente entrevista Juliane Koepcke, bióloga y conservacionista, desarrolla su punto de vista ecológico y defensa del medioambiente en lucha frontal contra la minería informal causante del mayor daño ambiental de nuestros ríos y la selva. La entrevista es realizada por Marisol Grau.
Aunque no le gustan las entrevistas, usted ha decidido divulgar su preocupación por el avance de la minería ilegal en los bosques huanuqueños.
Luego del accidente no quise saber nada de la prensa hasta el año 1998, cuando hice el documental con el director alemán Werner Herzog. Comprendí que eso era parte de mi vida, aunque siempre he intentado escapar de aquellos pensamientos. Ahora mi misión es evitar que se destruya el medio ambiente selvático.
¿La extracción aurífera es lo único que le preocupa?
También la amenaza que representan las carreteras, ya que son el principio del fin para el bosque. Lo noto cuando voy por la carretera Marginal desde Pucallpa a Panguana. Desde que se construyó en los años 80 la naturaleza ha ido desapareciendo. Otro problema son las compañías reforestadoras. Tumban los árboles, sacan la madera y luego siembran una sola especie, la bolaina.
Pero las actividades mineras informales generan más presión.
Desde 1950 llega gente a la zona en busca de oro. Sin embargo, los precios del oro, cada vez más altos, incentivan la minería informal. Resulta difícil controlar esas zonas lejanas, nadie vigila.
La ausencia de autoridades debilita la fiscalización.
El caso de la compañía china [Shuanghesheng Mining Group, del ciudadano Yi Yanguang, investigado por sus vínculos con la minería informal], que ha solicitado varios petitorios mineros a lo largo de los ríos Pachitea y Yuyapichis es algo completamente nuevo. Nunca hemos sentido ese temor de que dentro de poco podría desaparecer todo. Esa forma agresiva de meterse en los terrenos sin respetar la ley es preocupante. Además, [los mineros informales] prometen ayuda y desarrollo a la gente local. Quisiera que las autoridades tuvieran más valor para detener a esta gente. El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) debería ocuparse. Si bien tiene el ánimo, le hacen falta fondos. Y si uno ve cómo actúa el Gobierno Regional de Huánuco a través de su Dirección de Energía y Minas, pues pierde la esperanza.
Usted le envió una carta notarial al director de Minería de Huánuco en la que le pedía cancelar aquellos petitorios que se sobreponían a su reserva.
No sentimos ningún apoyo, al contrario. Pareciera que el señor estuviese ligado a la compañía china por como se expresa [en su carta de respuesta].
La compañía china a la que se refiere, Shuanghesheng Mining Group, señala en una carta al Ministerio del Ambiente que pretendía construir una vía.
Se dieron cuenta del interés que tienen las comunidades nativas vecinas por construir una carretera. Hace años ya venimos lidiando con eso. Ellos querían que se ubicara en el límite de Panguana sin zona de amortiguamiento. Esto acabaría con el área natural, pues elimina la posibilidad de que los animales se desplacen. Antes de que comenzara el problema por la compañía china [pretendían ingresar en la zona maquinaria pesada], propusimos hacerla por el otro lado del río Yuyapichis. Incluso me ofrecí a apoyar económicamente.
La lucha es constante…
Es un problema que nunca termina. He conversado varias veces con los jefes de las comunidades, quienes hablan de una manera muy inteligente sobre la naturaleza selvática cuando están solos. Siempre nos hemos llevado bien con los vecinos y las autoridades. Lo malo es que cada vez que hay elecciones estas cambian y debemos empezar todo de nuevo. Con el alcalde de Yuyapichis al principio nos llevábamos muy bien, pero ahora también insiste en construir la carretera. Es difícil ponerse de acuerdo con todos.
Pero es muy natural que la gente local desee mayor y mejor infraestructura.
Lo comprendo, pero hay alternativas, como programas que pagan por conservar el bosque. La Amazonía es lo más importante que tenemos. Siempre hemos pensado que aquí la situación no es tan grave y que la destrucción no avanza tan rápido. Sin embargo, el humo producto de la quema y tala de árboles en tiempo de verano oscurecen el sol y la luna, y cuando llueve huele a quemado a pesar de que ocurrió a kilómetros del lugar. La minería ilegal destruye más rápido el ecosistema. Cuando me enteré de que habían tratado de ingresar maquinaria pesada en el área no podía dormir. Estaba desesperada en Alemania. Por motivos de trabajo no podía venir.
¿Es posible ocuparse de estos problemas desde tan lejos?
Carlos Vásquez , o ‘Moro’ como lo llamamos de cariño, es el administrador de Panguana y vive ahí con su familia. Tiene un compromiso personal con el lugar. Cuando mi papá llegó a la zona era solo un adolescente. Me ha dicho que lucharemos hasta el final.
Incluso usted pidió ayuda al principado de Baviera.
La princesa Auguste de Baviera es doctora en Biología. Se enteró de Panguana mediante un artículo. Como es muy influyente en Alemania pensamos que su apoyo era importante. Aceptó gustosa escribir una carta junto con su hermano dirigida al presidente Humala.
Lo que sea para proteger Panguana.
Ese bosque me salvó la vida [el avión de Lansa se estrelló a 50 km de Panguana] y gracias a lo que me enseñaron mis padres pude sobrevivir. Hay un vínculo muy fuerte porque, además, soy bióloga y he estudiado ese ecosistema. Basta ver cómo la extracción de oro ha destruido Madre de Dios para querer detenerla y sentirme más comprometida. Muchos pensarán que pierdo la paciencia y dejo todo [al volver a Alemania]. Pero es al revés, me da más fuerza. Nunca dejaré Panguana.
Tomado de El Comercio, 11 de mayo, 2013