CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
Ha sido un importante triunfo de los demócratas y de las Fuerzas Armadas, sobre todo de la Marina de Guerra, echar a Héctor Béjar del gobierno, a pesar de la resistencia y el respaldo de todos los comunistas encabezados por Vladimir Cerrón y la mayoría de la izquierda caviar.
Pero como es evidente, esta es solo una batalla. Y es esencial entender que si se ha podido ganar esta vez, es porque la lucha no acaba de comenzar. Empezó en la segunda vuelta cuando todos los demócratas se unieron para pelear contra la amenaza chavista que representaba Pedro Castillo, respaldado unánimemente por todos los comunistas y caviares. Y continuó luego con las denuncias del fraude y el desenmascaramiento de los secuaces de Castillo y Cerrón, vinculados a Sendero Luminoso, al MRTA, a Cuba y Venezuela, y a organizaciones criminales.
Es debido a esta lucha que Castillo inició su gobierno muy debilitado, con solo un 38% de aprobación y un 45% de desaprobación según Ipsos, un caso único en la historia reciente del país. Y no hay que olvidar que en toda esta pelea, los caviares respaldaron cerradamente a Castillo y su gavilla, negando lo evidente -el fraude electoral- y atacando a los demócratas porque “terruqueaban” a los simpatizantes de SL y MRTA.
Si los demócratas no hubieran sacado la cara y luchado en las calles, si por los caviares hubiera sido, Castillo se habría instalado en el poder con más fuerza y habría avanzado más rápidamente en su propósito de arrasar con la democracia. Lo que ellos buscaban, como es evidente, era rodear a Castillo y seguir acomodados y mamando de la teta del Estado, como han hecho durante los últimos gobiernos. Su interés era ese, para lo cual necesitaban desplazar a Cerrón.
Solo lo han logrado parcialmente -paradójicamente gracias a que los demócratas debilitaron a los comunistas-, porque Castillo arrinconado tuvo que darles algunos puestos para tranquilizar al país.
Ahora, con la ayuda de los medios de comunicación que participaron en la coalición vizcarrista, intentan reciclarse y posicionarse como críticos moderados de Castillo. Su interés sigue siendo el mismo, desplazar a Cerrón, ocupar puestos públicos y consultorías del Estado, o como dice Madeleine Osterling “recuperar sus cuotas de poder”. (“Venganza caviar”, en “El Pollo Farsante”).
Si no logran eso, un sector de los caviares se va a sumar a al combate contra Castillo, no por convicción ideológica o política, ni porque fueron persuadidos por los demócratas, sino porque no lograron su propósito.
Como describe Osterling, la situación está así ahora: “Los caviares son incalificables. Los líderes empresariales solo se miran el ombligo y se acomodan a los cantos de sirena del MEF, el medroso Congreso está tonteando para no enfrentar su clarísima responsabilidad: vacancia de Castillo y sucesiva de Boluarte. Hoy, el único que realmente vale es el peruano de a pie, el que sale a marchar y que tiene muy claro cómo van a devastar el país estos corruptos totalitarios.” Lampadia