Ante la importancia de los recientes acontecimientos políticos de Chile, líneas abajo compartimos las reflexiones del diputado Schalper, de Renovación Nacional, sobre los antecedentes de la crisis y las acciones necesarias para enfrentar el futuro.
Diego Schalper Sepúlveda
Miembro del partido Renovación Nacional
Diputado Distrito 15
Región del Libertador General Bernardo O’Higgins, Chile
Rancagua, 17 de mayo de 2021
En líneas generales, lo ocurrido en las elecciones de ayer requiere diagnósticos y cursos de acción.
DIAGNÓSTICO
1. Izquierda refundacional capitaliza años de trabajo político
Desde el segundo Gobierno de la Presidenta Bachelet –con el triunfo de los “autoflagelantes” de la transición y el discurso del “movimiento estudiantil” – ha venido machacándose con insistencia una partitura que podría resumirse en lo siguiente.
- Chile es una sociedad desigual, abusiva y excluyente.
- La causa de eso sería un modelo de desarrollo impuesto por la dictadura y administrado por el duopolio Derecha – Concertación.
- La solución a eso es “otro modelo”, con el predominio de “lo público” –con una Estado garante de derechos sociales universales– y una “democracia participativa” –sin intermediarios en la clase política desprestigiada y abusiva”.
- En ese marco, se teje una reforma educacional que termina con la participación de los privados (educación subvencionada).
- Luego, se insiste en que el sistema previsional y de salud mixto “perpetúan las desigualdades” y por ende deben eliminarse y reemplazarse por algo cuyo contenido sigue siendo difuso.
- Se culpa de la baja participación al sistema electoral y se pasa a uno proporcional, donde se produce la dispersión de las fuerzas políticas y, en los hechos, una imposibilidad de que el Gobierno de turno cuente con una mayoría parlamentaria para llevar adelante su programa.
Esta partitura se ha venido repitiendo incansablemente en todos los espacios de configuración de poder cultural –poder político formal, poder político informal, medios de comunicación, redes sociales, sociedad civil, educación, etc. Se denostan los acuerdos y el diálogo político (cocina); se relativiza e incluso ensalza la violencia (homenaje a primera línea); se debilita el respeto al orden público y a las reglas (ellas serían parte de la camisa de fuerza construida para que nada cambie); y se ataca cualquier ejercicio de autoridad como propio de resabios autoritarios. Así, se ha situado a los partidos tradicionales como parte del modelo a derribar, como culpables de esta sociedad injusta, desigual y abusadora. Ayer se experimentó esta crónica de muerte anunciada, donde la hegemonía cultural construida con años de repetición, de nitidez, de territorio y de trabajo social y cultural, encontró su momento de expresión. Todo eso colaborado por una centroizquierda moderada avergonzada de su obra; y por un sector de la centroderecha que tras la idea de “leer a la ciudadanía”, no observaba que esa lectura estaba marcada por la partitura impuesta desde ideas contrarias a las que se profesa (por mucho que en algunas notas de diagnóstico y de proyección pueda haber cierta sintonía).
2. Un Gobierno ineficaz
Creo que es imposible no atribuir responsabilidad al Gobierno del Presidente Piñera. En su diseño original se construyó sin los partidos, sobre la base de sus leales colabores de la Fundación Avanza Chile. Eso fue el inicio de una interacción distante con la coalición, la cual no se supera hasta el día de hoy. Da la impresión de que el Gobierno no entiende suficientemente bien la tarea de liderar la coalición que le asiste al Presidente. Y al mismo tiempo –ante la falta de diálogo, de complicidad, de trabajo en común– ChileVamos tiene una relación instrumental con el Gobierno, donde se le apoya solamente si es funcional a objetivos electorales y de corto plazo. Además, el Gobierno nunca ha sido capaz de proponer una partitura, un relato coherente a los chilenos. Si bien el programa de Gobierno era más denso que en la primera experiencia, no se tradujo en una agenda de reformas nítida, con énfasis claros, con estrategia política. Más bien aparecía como una sumatoria de propuestas superpuestas, sin una orientación lo suficientemente nítida. Dicho en simple: nunca se ha logrado tener control de la agenda, lo cual no es fácil con una minoría en el Parlamento. Luego, en la pandemia nunca se ha sido capaz de dar con el tono ni en la empatía, ni en el sentido de urgencia ni en la eficacia. En momentos de angustia, parecía que había que privilegiar una lógica más empática y cobijadora. Así, se ha llegado tarde y mal a cada una de las etapas políticas, al punto que las enormes ayudas sociales y el extraordinario proceso de vacunación no hacen subir un gramo al Presidente y al Gobierno en el apoyo ciudadano. Todo esto por cierto que tuvo impacto electoral el día de ayer.
3. ChileVamos: solo una alianza electoral
ChileVamos prometía ir más allá de una alianza electoral. Iba antecedido por un buen trabajo intelectual, que permitía pensar en una identidad colectiva, en un proyecto político y cultural común, en un programa de cambios responsables, en un trabajo territorial y social a la altura de los tiempos. Nada de eso ha acontecido. En la práctica, no hay espacios ni de reflexión, ni de coordinación, ni de deliberación política común. Se patalea de tanto en tanto contra el Gobierno, pretendiendo que éste reemplace el necesario e inexcusable trabajo político de la coalición. Hoy se cuenta con centros de estudio como nunca, pero no se han sabido aprovechar en favor de un trabajo intelectual, político y programático adecuado. No hay estrategia de penetración de los territorios y los cuerpos sociales. No hay ni siquiera vocerías comunes. Es decir: una coalición de papel, meramente electoral.
CURSOS DE ACCIÓN
1. Delinear una partitura propia
Sin una alternativa de cambio responsable capaz de enfrentar a la partitura refundacional de la izquierda extrema, no hay absolutamente nada que hacer. Eso no se improvisa ni se remite solamente a ideas dispersas en cartas al diario o artículos de opinión. Hay que trabajar por una partitura común de Renovación Nacional y de ChileVamos capaz de responder a los anhelos de cambio expresados por la ciudadanía. Ella debe:
- Partir de un diagnóstico compartido. Debemos ser capaces de partir de una mirada común sobre la obra de la transición, sobre el modelo de desarrollo, sobre la crisis social de octubre del 2019, sobre la situación económica, social y cultural del Chile de hoy y sobre el resultado de ayer. Sin ese ejercicio fundacional, es imposible construir una propuesta de futuro, pues el ejercicio de la política consiste en movilizar a la ciudadanía de un punto a otro, lo cual supone entender las disconformidades y anhelos del punto de partida.
- Tener identidad propia. Debemos ponernos de acuerdo en cuales son los principios que nos inspiran. Eso se hace desde la acción –es decir, aquello que nos mueve a conducir al país en una determinada dirección – y desde la oposición –es decir, aquello que promueven desde otras visiones ideológicas que nos parece perjudicial y que queremos combatir. Tener identidad no significa ni atrincherarse ni ser excluyentes, sino más bien tener deslindes claros desde los cuales uno se enfrente a los demás.
Para lograr (a) y (b) con el poco tiempo que tenemos, debiese constituirse un equipo de intelectuales de los centros de pensamiento y de políticos representativos de los partidos, con la pretensión de redactar un manifiesto en el corto plazo, de acuerdo a un cronograma de trabajo.
- Ser empático con los procesos sociales en curso. Es indispensable empatizar con la pobreza – marginalidad invisibilizada; con la angustia e incertidumbre de la clase media; con la postergación que siente las comunas pobres y las regiones extremas; con los dolores de las minorías excluidas; y con los procesos sociales en general. Ahora, empatizar no es sinónimo de recoger irreflexivamente sus probables rabias y frustraciones. Nuestro proyecto político no es la consecución de la indignación refundacional e ideológica, sino de la transformación reformista gradual, responsable y compartida. En eso debemos tener el liderazgo de conducir los procesos sociales en una senda sustentable y de futuro, aterrizando nuestra identidad con soluciones audaces, empáticas y coherentes.
- Ser programáticamente audaz y coherente. Debemos sobreponernos a las respuestas de siempre, innovando en cursos de acción de vanguardia, sin por eso perder coherencia. Debemos tomarnos en serio los nuevos temas que mueven a la sociedad y ofrecer una alternativa. Debemos aterrizar nuestro ideario en propuestas a escala social, municipal, regional y nacional. En eso, hay que convocar a distintas disciplinas a pensar y proponer.
- Tener sentido de proceso. La izquierda persigue instalar su diagnóstico, su curso de acción y sus propuestas mediante una estrategia de largo aliento, que parte por instalar una disconformidad, para luego dejar caer un slogan envolvente del que se desprende su curso de acción y de sus propuestas. En eso son persistentes, astutos y pacientes, pues conocen su destino final. Por eso es clave tener partitura: solamente así se avanza con dirección y se espera con paciencia que las cosas vayan cuajando en el tiempo.
- Aspirar no solo a ganar elecciones, sino a ganar las ideas. El tema electoral sin duda que es relevante si se toma en serio el espacio práctico del poder político. Pero no hay que perderse: el objetivo final es que las ideas que uno estima correctas y buenas para Chile (nuestra partitura) prevalezca. Y para eso, hay que estar dispuesto a ir a perder para clavar banderas. Cuando la política solo se trata de ganar elecciones y se está dispuesto a todo para ello, entonces se pervierte el sentido de la política.
2. Instalación estratégica en los territorios de disputa del poder. La elección de ayer deja clara la importancia de la presencia en los territorios y en las organizaciones sociales. En eso, en ChileVamos estamos muy atrás. Urge que cada partido y la coalición en general desarrollo un documento estratégico de esto, que involucre:
- Resaltar el trabajo de los concejales, como puente con las organizaciones sociales y el territorio.
- Construir un trabajo municipal con identidad política. En la izquierda, los municipios reproducen a nivel local la partitura nacional. Debemos aspirar a lo mismo.
- Disputar espacio de poder informal, como federaciones de estudiantes, sindicatos, uniones comunales, centros de padres, etc. Los “sujetos revolucionarios” de la izquierda son bien identificados y trabajados por ellos. Debemos encontrar y trabajar los propios.
- Disputar espacios comunicacionales con astucia y estrategia. Tanto los medios nacionales como los regionales, comunales y virtuales tienen que trabajarse con estrategia, con segmentación, con dedicación profesional.
- Asumir la “sociedad de causas” que tenemos. Hoy las personas –especialmente los más jóvenes– se mueven por causas. Tenemos que darle espacio en nuestras estructuras. Y entender el trabajo de las ONG temáticas y sectoriales.
3. Un Gobierno que recupere su base de apoyo. No podemos seguir gobernando con los magros niveles de aprobación que tenemos, y sin una coalición que sustente el trabajo político. Eso tiene que reconstruirse a la brevedad, con espacios de autocrítica, de complicidad, de trabajo en común y de lealtades mutuas. Ayer deja claro que cualquier cosa distinta, es un suicidio colectivo. Además, el Gobierno tiene que recuperar su base de apoyo en temas que nuestro sector (y el país en general) tiene como prioridad. La gestión política debe tener una posición más privilegiada dentro del Gobierno. Y el combate a la pandemia –especialmente en lo referente a la ayuda social– tiene que tener más audacia, más terreno, mejor comunicación y más eficacia.
4. Candidato presidencial: el que mejor permita el resultado. Chile es paradójico. Pese al resultado de ayer, las encuestas consistentemente ponen a tres candidatos de ChileVamos entre los 5 políticos con mayor intención de voto. La díada tiene que ser “cambios responsables y graduales” vs “cambios irresponsables y extremos”. Promover una dinámica de reformas profundas, pero bien ejecutadas y responsables, podría incluso permitir que alcancemos una mayoría insospechada en segunda vuelta. Para eso, no hay espacio para gustitutos: hay que ver quien es el que está en mejor posición para ese objetivo y ayudarlo.
5. Diálogo con la izquierda moderada: una cosa de supervivencia. Los resultados de ayer fueron pésimos para la Ex Nueva Mayoría. Eso genera una oportunidad de diálogo, donde se fortalezca el rol moderador de ellos en la coyuntura actual. Será difícil, pues hasta acá se han sumado –muchas veces irreflexivamente –a la partitura de la izquierda extrema. Pero sus malos resultados electorales ofrecen un espacio fecundo. Ahora, si nosotros no tenemos identidad, menos podemos exigírselo a ellos. Y mientras más a la izquierda nos situamos, menos margen de moderación dejamos. Lampadia