Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
El Perú necesita un Senado por muchas razones y el debate al respecto debe hacerse con la mayor seriedad y análisis.
Que el Presidente Martín Vizcarra haya puesto el tema en agenda, siendo impopular, de carácter estructural y lejano de la coyuntura, es un excelente mensaje: un Presidente que no está al tun-tun del típico cortoplacismo de la política peruana.
Lamentablemente, de forma inmediata saltaron los proverbiales opositores de establecer un Senado, con los mismos argumentos de siempre, y en todos los casos, sin hacer un análisis integral, como se amerita. “Que significa gastar más plata”. “Que ya existe una segunda instancia, que hay que hacer respetar”. “Que sería la misma vaina que los diputados”. Etc., etc.
Veamos:
Mucho más que una segunda instancia
Un Senado debe ser mucho más que una segunda instancia. Es una instancia de otra naturaleza, de otra visión, y de otro ‘tempo’.
Desde el proceso de descentralización, como se ha explicado infinidad de veces, se ha desarticulado la estructura del Estado. Las definiciones de las instancias de gobierno de las regiones y municipios, no forman parte de una estructura de gobierno que articule las acciones de gobierno de nivel nacional con las de nivel regional y municipal. Se han roto las conexiones entre lo regional y lo nacional, creándose innumerables espacios de vacío de poder, sobre-posiciones y conflictos.
La cámara única, con su sistema electoral basado en la representación de las regiones, trae al parlamento las mismas visiones sub-nacionales de los gobiernos sub-nacionales. Por lo tanto, se pierde la posibilidad de que la importante labor legislativa se inspire en una visión compartida del país que debe moldearse y construir.
Un Senado debe ser la amalgama que le dé contenido político al Perú ‘unitario’.
Por lo tanto, la instancia del Senado, elegido por distrito nacional, debe agregar valor a la función legislativa, a través de una visión nacional.
Más nos cuesta tener un Congreso cojo y disperso
La objeción de los mayores costos que traería la creación de un Senado tiene mil respuestas. Desde, que se podría mantener el número total de congresistas, como, digamos, 100 diputados y 30 senadores, con el mismo costo; hasta afirmar no hay nada más costoso que tener un Congreso que legisle sobre la base de la negociación de visiones parciales, y que asume con la suficiente madurez como para evaluar sus normas en una segunda instancia en la que afloren criterios más acabados que los de las ardorosas negociaciones previas.
Lo que si es cierto es que los congresistas le cuestan demasiado al país, en soles absolutos sin incluir el costo de los daños por malas normas.
Por alguna razón que desconozco, es difícil acceder al presupuesto del Congreso, pero de la información disponible, desactualizada, he encontrado que el costo anual total del Congreso supera los 500 millones de soles. Tomemos ese monto para el análisis:
Este costo, que en realidad es aún mayor el claramente excesivo, por sí mismo y en comparación con los costos de los congresistas de países vecinos como Chile y Colombia.
En sí mismo, el costo es muy alto, por la estructura de servicios para los congresistas. A diferencia de otros países, cada uno de los congresistas peruanos tiene asesores y oficinas propios, con todo tipo de facilidades. En otros lugares, los asesores son de la bancada y no se dispone de grandes oficinas individuales.
Ya anteriormente, en Lampadia publicamos unas interesantes comparaciones de costos entre países, veamos:
- El costo de legislar – Ahora queremos resultados (diciembre 2012)
- Alto gasto y bajísima performance: una ecuación que debemos corregir – El costo del Congreso no está a la altura de sus realizaciones (enero 2015)
Es pues imprescindible analizar y debatir la creación del Senado de la República, con información y seriedad, y aprovechar para definir las facilidades que los peruanos pagamos a los congresistas.
Como se puede ver de las cifras, las remuneraciones de los congresistas no son el problema, y es evidente que, si se incorporan a la función parlamentaria un número razonable de senadores, no necesariamente costaría más.
Debatamos pues este tema pronto y con altura. Lampadia