Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
El cierre por tres días del Aeropuerto Jorge Chávez de Lima (Perú), a raíz de un penoso accidente donde fallecieron 2 bomberos y pudieron morir cientos de personas, nos deja varias lecciones. Una de ellas es que el Perú es un país con una puerta muy chica.
A diferencia de nuestros vecinos como Colombia, Ecuador o Brasil, el Perú concentra todo el tráfico aéreo internacional (y por ende la llegada del turismo receptivo) en un aeropuerto y en una pista de aterrizaje.
Los esporádicos vuelos internacionales que había a los aeropuertos del Cusco, Arequipa, Iquitos o Trujillo han desaparecido por la pandemia y aun cuando existían, eran marginales en el volumen de accesos y salidas a nuestro país. El aeropuerto Jorge Chávez y su única pista operativa hasta el día de hoy, luego de dos décadas de concesión privada, son la puerta chica por donde tenemos que salir al exterior y por donde entran los turistas que nos visitan.
Por ello, lo ocurrido la semana pasada es sólo el epílogo de una historia de concentración, saturación y sobre explotación de un terminal que exhibe premios internacionales pero que también exhibe algunas de estas perlas:
- 45 minutos de demora entre la puerta de acceso y el descenso del taxi, en horas punta, lo cual obliga a tomar los taxis que tienen acceso exclusivo.
- 2 a 3 horas para pasar migraciones y recabar maletas en arribos a medianoche, más de la mitad del tiempo del vuelo internacional en el que se arriba.
- En muchas ocasiones, 20, 30 o 45 minutos de espera para despegar por congestión en la pista de aterrizaje.
- En frecuentes ocasiones 20, 30 o 60 minutos de espera en los aeropuertos de partida en Tacna o Cusco, para citar dos ejemplos vividos, por falta de capacidad en la pista de aterrizaje del Jorge Chavez.
- En muchas ocasiones 10, 15 o 25 minutos de espera para desembarcar por falta de mangas de aterrizaje o buses de traslado al terminal.
Debe haber muchas razones técnicas que explican estas deficiencias. Seguramente muchas de ellas escapan a la responsabilidad del concesionario privado del terminal y son responsabilidad de nuestro paquidérmico Estado, a cuyos burócratas sólo les interesa extraer ingresos del Jorge Chavez y no resolver los problemas del ciudadano, del turista o de las empresas involucradas en este terminal. Sin embargo, la principal razón de todo esto es que, tal como lo hemos hecho en muchas otras actividades y sectores en el país, hemos concentrado en un solo lugar y en una sola mano la actividad aérea comercial del país.
Por ello, para que el Perú no siga siendo ese país grande que todos creemos que es, pero que tiene una puerta chica de acceso, tenemos que:
- Establecer como prioridad nacional la tarea de crear las condiciones de infraestructura, tributos, costos administrativos e incentivos fiscales inclusive, que permitan crear nuevas puertas de acceso al Perú en Trujillo, Arequipa, Iquitos, Chiclayo y otras ciudades. Gastemos el dinero del país en eso, generemos empleo y no lo dilapidemos en bonos para pedir votos a cambio.
- Crearle otra puerta de acceso a Lima en la Base Aérea de Las Palmas que le sirve de nada al país guardando municiones que se roban o aviones de guerra que se caen, así esto implique modificar un contrato de concesión en el Jorge Chávez que no puede imponer el monopolio como presupuesto de rentabilidad.
- Concluir el Aeropuerto Internacional de Chinchero en el Cusco, que descargará una buena parte del flujo turístico del país.
- No cerrar el Aeropuerto Velasco Astete del Cusco y repotenciarlo para que deje de ser el galpón que es y se convierta en un terminal a la altura de los pingües ingresos que le reporta a la estatal CORPAC, no sólo para evitar que sus terrenos sean dispuestos entre sus amigos por las burocracias locales, sino especialmente para impedir que el Cusco se quede sin acceso en las horas, épocas y circunstancias que, por condiciones climáticas o político sociales, el aeropuerto de Chinchero no pueda operar, lo cual pondría en jaque el turismo en el Cusco y el Perú.
Tener un solo aeropuerto para acceder al Perú era una mala decisión como país. No abrir más puertas o impedir que estas se abran, como ha sucedido con los lobbies y las campañas contra el Aeropuerto de Chinchero era un grave error. Sin embargo, en las actuales circunstancias, cerrar aeropuertos como el Velasco Astete ubicado en la ciudad del Cusco, sería un crimen que es necesario advertir. Lampadia