Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Muchas democracias mueren en la forma que advierten Levitsky y Ziblatt. Muchos otros países fracasan como lo explican Acemoglu y Robinson. Sin embargo, sólo un país pasa de ser un “tigre latinoamericano” a ser un “meme”, sin haber sufrido de una guerra, un cataclismo o un tsunami, por obra de sus propios ciudadanos.
En el 2008, hace apenas 14 años, Luis Alberto Moreno, presidente del BID calificaba al Perú como “el tigre de Latinoamérica” por su solidez macroeconómica y el espectacular crecimiento de los últimos años. Hoy, en el 2022, el tigre latinoamericano no existe y está tan mal visto que el Financial Times de Londres, con conmiseración, le recomienda resetearse: “el Perú merece un nuevo comienzo”.
¿Qué cosas pasaron en 14 años para que nos convirtamos en un meme?, si, en esa fuente de humor visual de la internet y las redes sociales que es el Perú hoy día a nivel global.
Muchas cosas.
- Dilapidar la bonanza económica generada por las reformas estructurales de los 90s y el auge de las materias primas de principios de este siglo, convirtiendo el mal gasto del Estado (y no la inversión seria) en una virtud.
- Convertir nuestra necesidad de infraestructura pública (carreteras, líneas de metro, hospitales, etc.) en la excusa para la corrupción más escandalosa de nuestra historia. Los ahijados de Lula da Silva, los oligarcas de Sao Paulo que le dejan jugar al populismo mientras les protege el mercado brasilero y los expande por Sudamérica, han corrompido todos los gobiernos peruanos nacionales y varios gobiernos regionales de este milenio, a las constructoras más pintadas del país, a la prensa más digna y por supuesto, a fiscales, abogados y líderes sociales.
- En lugar de entrar al VRAEM, a Ananea o Huaypetue, al Huallaga o a otras zonas liberadas del Estado de derecho y de la economía en el país, nuestra élite económica se ha propuesto “entrar a la OCDE”, cometido que sólo muestra el grado de desconexión que se tiene con la realidad interna del país.
- Olvidar que nuestro enemigo siempre fue Sendero Luminoso y dejar que se creen otros enemigos, que han sustituido al verdadero.
- Permitir que el Estado convierta a la prensa en un empleado más de su planilla, desde la radio más humilde de la selva hasta la prensa escrita de apellido compuesto, nos ha dejado en manos de la mermelada y ha reducido la prensa propiamente dicha a unas cuantas trincheras.
- Satanizar la minería, la que paga el salario de nuestra Nación desde la época de los incas, ha hecho posible que se justifiquen bloqueos, atentados, cierres y chantajes, por todo el país, que terminarán apagando uno de los principales motores de nuestra economía.
- Impulsar una descentralización mafiosa donde 24 clases políticas regionales se disputan el botín presupuestario y no solamente no hacer nada frente a ello, sino pactar, negociar y contratar con ellos, ha multiplicado la corrupción por 24, al punto que ahora son esas clases políticas regionales las que gobiernan, por turno y sin rubor.
- Aplaudir el chantaje al Congreso con Referéndums, avalar la disolución del Congreso, marchar para que caída el gobierno transitorio de Merino que iba poner fin a la argolla caviar, son algunos de los tantos pecados que nuestras clases medias y altas urbanas deberán expiar.
Podemos seguir mostrando como, los propios peruanos, sus izquierdas, sus intelectuales, sus empresarios, sus patéticos líderes de derecha, sus juristas, han hecho que el Perú se convierta en un meme. Elegir a un sindicalista básico, a un títere sin ideas, con apenas algunas ocurrencias, es sólo la guinda de este feo pastel en que se ha convertido el Perú.
Es hora de ver, qué parte del problema lo hemos causado cada uno de nosotros y volver sobre nuestros pasos, si queremos salvar al Perú. Lampadia