Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Tanto caos no puede ser casual.
Cambiar ministros cada semana, tener cerca de un centenar de ministros en menos de un año, ascender generales con prebendas, descabezar las instituciones policiales y militares para poner paisanos, colocar funcionarios sin currículum y con prontuario, liberar dementes de la cárcel para que se crea presidente, desarmar la policía especializada en los crímenes de alta complejidad, colocar en la vigilancia del mercado a juglares en lugar de técnicos, entre tantas perlas de este Desgobierno, no es ni puede ser casual. Un año de caos y parálisis gubernamental no es casual.
Lo obvio indica que todo esto tiene como fin tapar los actos ilícitos que se cometen desde Palacio, Sarratea o la casa de algún servil de este régimen con las obras públicas, las licitaciones públicas, las consultorías y las prebendas que el poder otorga.
Lo menos obvio, pero también visible, es que no les interesa gobernar, solucionar problemas (en la dirección que fuera) y conducir el aparato estatal. Les interesa tomarlo, minarlo, saquearlo y si no es posible, destruirlo y desbaratarlo, para sustituirlo por otro.
Pero, ¿eso es todo? ¿El caos es sólo para tapar fechorías propias, de la familia y los amigos y para cumplir la consigna de los patrones de Caracas, La Habana ¿o tal vez de más lejos, de Pekín y Moscú?
Creer que allí se explica todo puede ser un error.
Cuando se ve que en medio de este caos se incendian campamentos mineros (en Ayacucho, durante la gestión de la antiminera Vásquez), se toman carreteras para pedir peajes ilegales (en Las Bambas y el corredor minero), informales de transportes incendian buses de competidores (en plena ciudad de Lima), poblados azuzados por congresistas que toman rehenes para pedir bonos (Espinar esta semana), se desactiva la erradicación a la coca (por orden presidencial según los entendidos), es posible advertir que el caos no es una consecuencia de un mal gobierno, sino un escenario creado, para beneficio de algunos grupos, sectores o negocios específicos.
¿No lo vio así? Mire usted todo lo que está sucediendo a su rededor, en su Región, en su Municipalidad, en su posta médica y verá cómo, este gobierno, además de hacer lo obvio que ya todo el país sabe, antes que gobernar, está sirviendo de campana a delincuentes, narcos, informales, traficantes, contratistas del estado y tantos otros para los cuales el caos es el mejor escenario posible.
Tenemos un gobierno de campana. ¿Hasta cuándo? Lampadia