Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 11 de setiembre de 2020
Para Lampadia
Lo de II se debe a que en abril del 2017 escribí un artículo en Lampadia titulado “Trío de Pathos”. En aquel artículo me refería a los congresistas por Ica – Segura, Oliva y Elías – cada cual más patético que el otro, en su accionar ante la epidemia de Dengue que sacudió a Ica en aquel entonces. En este artículo quisiera referirme a otros dos tríos… igualmente patéticos. El trío Richard Swing, Karem Roca y Miriam Morales. Y el trío Vizcarra, Merino y Alarcón.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, Pathos es un vocablo griego que significa “estado de ánimo, pasión, emoción, sufrimiento”. Y Patético – que viene de Pathos – significa “que es capaz de mover y agitar el ánimo (de la población) infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad, dolor, tristeza o melancolía”.
Hecha la explicación, vayamos al tema. Las contrataciones de los amigos del presidente Vizcarra son patéticas. No hay derecho que – estando el país como está – se permitan ese tipo de contrataciones. Además, lo de Richard Swing no es anecdótico como dijo – muy suelta de huesos – la exministra Gloria Montenegro; obviamente, para salvarle el pellejo a su jefe. No… el Estado peruano está atiborrado de “Richard Swing´s”. Y de eso se trata; de parar el pernicioso clientelismo político que constituye una práctica “muy normal” en casi todas las dependencias del Estado peruano. Empezando – como se ha podido apreciar – por la propia presidencia de la república.
Ahora bien; tan patéticos como las contrataciones en sí, son los audios que dominan los titulares periodísticos de estos días en el país. ¡Qué decepción! ¡Claro que dichas grabaciones fueron ilegales! ¡Claro que una vacancia presidencial sólo debe proceder luego de un debido proceso! Pero ese no es el tema. El tema es que tenemos a un presidente tratando de ocultar la verdad respecto del número de visitas que el infame Richard Swing hizo – realmente – a Palacio de Gobierno.
Pero ahí no acaba la cosa. Lejos de asumir con entereza la gravedad de la situación, y reconocer sus faltas y tratar de corregirlas, el presidente salió – una vez más – a pechar al Congreso con su cara dura diciendo: “si me quieren vacar, aquí estoy con la frente en alto y la consciencia tranquila”.
¿Consciencia tranquila? No le creo. No puede ser que el presidente esté con la consciencia tranquila. De ser así, su caso sería indefendible. No puede ser que no sienta ningún remordimiento por el hecho de mentir acerca de las visitas – a palacio – de su amigo Richard Swing.
Por otro lado, tener que soportar a personajes tan cuestionados como Edgar Alarcón y Manuel Merino – ambos Congresistas de la República – rasgándose las vestiduras y propiciando una vacancia presidencial… ¡no hay derecho!
Es evidente. Estamos ante políticos que se aprovechan de sus cargos públicos para lograr beneficios personales. Afán de protagonismo… a tope. La pandemia, la crisis económica, los peruanos… les importamos un bledo.
Lo que han creado esos políticos irresponsables es un tremendo sentimiento de odio en la población hacia nuestras autoridades, y – en general – hacia la política en nuestro país. Han acentuado el dolor, tristeza y melancolía de los peruanos. En el sentido etimológico de la palabra (Pathos) han creado un ambiente patético. Es decir, han creado un monstruo.
Así está – pues – la situación. A ese respecto, considero que no debemos quedarnos callados frente al comportamiento patético de algunos malos políticos. Es hora de hablar, de escribir, de hacer bulla. Estos artículos me permiten transparentar mi experiencia – apasionante y fascinante – de haber estado inmerso en la política peruana. Concretamente, en el Gobierno Regional de Ica. Gracias a ello puedo dar fe de que el clientelismo político en nuestro país es real, pernicioso, y muchos lo consideran “muy normal”. Lo vi en Ica y lo combatí con todas mis fuerzas. Y le dimos de alma. Tenemos que terminar con esa lacra – del clientelismo político – si queremos salir del hoyo en el que nos encontramos. Insisto… nuestra crisis es moral.
¡Vivan los buenos funcionarios públicos… que los hay, y en gran cantidad! ¡Viva la política buena… que todavía queda! ¡Viva la democracia… que practica la tolerancia y respeta la discrepancia! ¡Viva la libertad de prensa y opinión… que nos permite opinar y criticar – como en este caso – a los tríos de Pathos! Lampadia