Jaime Spak
Para Lampadia
El año en que nací la población de Perú era solo de 7.6 millones de habitantes, la esperanza de vida al nacer era solo de 43 años, y la población mundial llegaba a los 3,000 millones.
La vida en el Perú en la década de los 60 fue tranquila, pero siempre con los avatares de conflictos políticos.
En las elecciones de 1962, un golpe militar impidió el ascenso al poder del Apra.
El 18 de Julio de ese año, se depuso al presidente Prado, se le envió al frontón y unos días después se fue a Paris a residir.
Querían evitar que Víctor Raúl Haya de la Torre asuma el poder, sin embargo, quien dirigió el golpe, el general Pérez Godoy resulto peor que la enfermedad.
Teóricamente el gobierno militar iba a durar solo un año, pero a los pocos meses, Pérez Godoy fue derrocado por Nicolas Lynch, y se realizaron nuevas elecciones en el mes de junio de 1963, saliendo elegido Fernando Belaunde.
Les hago este recuento pues en la década del 50 el PBI creció a un promedio de 5.2% y en la década del 60 el crecimiento fue mayor, llegando a casi el 6%.
Es decir, con poca población y con un crecimiento sostenido, la clase media peruana creció y fuimos testigos de un país mejor alimentado y con mejor educación.
El aumento de la población ha ido en proporción inversa a la calidad de nuestros políticos.
Cuando éramos menos peruanos, los políticos eran de gran calidad, ahora que tenemos una población cuatro veces mayor, la calidad de los políticos es diez veces peor.
¿Podemos comparar a políticos como Haya de la Torre, Belaunde, Prialé, Bedoya, Cornejo Chávez, del Prado, Barrantes con Cerrón, Bermejo, Bellido, Pasión Dávila, ¿y tantos otros que están procesados o fugados?
Imposible, no resiste el menor análisis.
A partir del golpe de Velasco, se inició la gran crisis en el Perú.
De no haber existido el golpe de Velasco, el Perú hubiera seguido creciendo.
Haciendo una analogía deportiva, la clasificación del Perú al mundial de México 70, se logró pues se conjugaron varios factores.
Jugadores bien alimentados, estabilidad económica, dirigentes capaces y un comando técnico de primer nivel que lograron el objetivo, a pesar que en el grupo estaba una potencia mundial como Argentina.
Los políticos de aquella época de todas las tendencias eran personas respetadas, inteligentes y honestas.
Si nos saltamos a la garrocha 55 años, nos encontramos con la terrible crisis que vivimos a partir del 2016 con el gobierno de PPK.
En estos 55 años, nuestra memoria nos indica que hemos vivido de crisis en crisis.
Hemos sobrevivido, a uno de los grupos terroristas más salvaje de la historia, y a un primer gobierno de García que fue el peor de la historia republicana.
Salvo el primer gobierno de Fujimori, donde gracias a una decisión política se luchó frontalmente con la hiperinflación y el terrorismo, los demás gobiernos incluyendo el segundo de García estuvieron plagados de corrupción.
Cuando menciono al primer gobierno de García, como el peor de la historia, no puedo dejar de mencionar el catastrófico gobierno de Castillo.
Tiene el triste récord de ser el segundo peor.
Y lo es porque duro poco.
En solo 17 meses, desfilaron los ministros más mediocres que uno se puede imaginar.
Nos ha dejado la herencia de gente lumpen en el congreso.
Pero lo peor es que este seudo profesor, ingreso sin ningún plan de gobierno y solo con las garras afiladas para esquilmar al estado.
Lo que nos estamos enterando ahora y lo que seguirá saliendo a luz en las próximas semanas, nos seguirá poniendo los pelos de punta.
Entonces regresamos a la pregunta de este artículo:
¿El tiempo pasado fue mejor?
La respuesta es contundente, por supuesto que sí.
Tenemos un congreso podrido, donde salvo honrosas excepciones la gran mayoría no tiene la menor intención de legislar en favor del Perú, sino en favor de sus mezquinos intereses.
El escándalo de los mocha sueldos debe de ser analizado a profundidad.
Los mediocres congresistas han contratado a gente con la condición que les retribuyan el 10% de los sueldos y el 50% de los bonos que reciben por escolaridad, por gratificación, etc.
Eso nunca se había visto.
Es probable que antes esto se veía de una manera esporádica, pero ahora es común.
En los pasillos del congreso todos son testigos que esto es común.
Ya hemos tocado fondo.
Debemos de rescatar los valores del pasado.
Es urgente.
Lo único que esperamos es que el tiempo que se quede en el poder Dina Boluarte, no caiga en la tentación de hacer cosas turbias.
Tenemos buenos ministros y como lo exprese en una columna anterior, la presidente tiene una oportunidad de oro de incentivar la inversión privada, para que podamos decir que estamos regresando por el camino del bienestar. Lampadia