Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
Hernando de Soto (HdS) ha recibido una oleada de críticas por su postura presuntamente equidistante de los candidatos que pasaron a la segunda vuelta, y porque ha manifestado que conversó con Pedro Castillo para atenuar sus posiciones radicales y atraerlo a una postura más centrista.
En realidad, a nadie ha debido sorprender lo que ha dicho. En varias oportunidades, antes de ser candidato, él había declarado que había que conversar con partidarios de Sendero Luminoso para tratar de acercarse al sector de la población que supuestamente representan.
Durante la campaña incorporó a Jorge Paredes Terry, un individuo de conocida trayectoria extremista, cercano al Movadef -que es el Sendero Luminoso de Abimael Guzmán con otro nombre-, al antaurismo y cuanto movimiento radical aparezca en el escenario.
Y cuando recibió críticas por hacer participar a Paredes, lo defendió ardorosamente. Hasta el final.
No hay motivo para sorpresa entonces. Ahora Hernando está tratando de hacer lo que siempre ha preconizado.
Algunos lo critican porque, según dicen, con su candidatura impidió que Rafael López Aliaga (RLA) pasara a la segunda vuelta y le ganara a Castillo. Son especulaciones sin fundamento.
No hay ninguna evidencia que si HdS no postulaba esos votos fueran a RLA, sobre todo teniendo en cuenta lo volátil e imprevisible que es el electorado. Tampoco que en caso que fuera así, RLA hubiera tenido más posibilidades que Keiko Fujimori. Nadie lo sabe.
En suma, no hay ninguna sorpresa y no tiene sentido seguir lamentándose sobre lo supuestamente pudo ser y no fue.
El asunto central con Castillo es que él no se va a moderar si es que llega al Gobierno. La gente que lo rodea y muchos de los que han entrado al Congreso son del Movadef o cercanos, y del grupo de Vladimir Cerrón, que es una suerte de representante de los cubanos y venezolanos, de la llamada Coordinadora Bolivariana que integraban las FARC de Colombia, el MRTA, etc. Es decir, los grupos más radicales, que propugnaban o practicaron el terrorismo y que ahora, cuando fueron derrotados, buscan los mismos objetivos por la vía electoral.
Es decir, Castillo no es Ollanta Humala, que trabajaba con los brasileros, interesados en hacer grandes negocios y no en desestabilizar el país y provocar una revolución. Y por gente como Siomi Lerner, un empresario izquierdista, pero empresario al fin.
Por último, el mensaje de Castillo es realmente destructivo, revolucionario y antidemocrático. Mucha gente que lo escucha y lo sigue lo cree. Quiere cerrar el Congreso y el Tribunal Constitucional, convocar una Asamblea Constituyente, liquidar una serie de instituciones como la Defensoría, la ATU, etc. Si él triunfa le van a exigir eso de inmediato y se va a generar una situación caótica.
Un ejemplo es lo que ocurrió en la huelga magisterial de 2017. El Gobierno les hizo muchas concesiones, pero su entorno y sus seguidores no transaban con nada, siempre querían más y, cuando se abría alguna posibilidad de conciliación, lo acusaban de traidor y vendido.
No hay que equivocarse, entonces. Si gana lo que viene será un enfrentamiento que fácilmente derivará en violencia y caos. Lampadia