Europa, más específicamente, la Unión Europea (UE) enfrenta múltiples retos que se han ido sumando, sin resolverse, durante las últimas décadas. Entre ellos tenemos:
- La crisis financiera del 2008/9
- La crisis de deuda de los países periféricos de la UE
- El riesgo de desintegración con el estallido de la crisis griega
- Los altísimos niveles de desempleo, especialmente del juvenil
- Los atentados terroristas
- La dramática migración de refugiados sirios y otros
- Brexit, el posible retiro de Gran Bretaña
- La pérdida de competitividad de sus empresas con las de EEUU y Asia
- La rigidez laboral
- La sobreregulación que frena el crecimiento económico
- Los complejos históricos y culturales que los llevan a tapar sus obras de arte y retirar los árboles de navidad para no ‘afectar’ sensibilidades de otras culturas
- La crisis de confianza en sus políticos
- La emergencia de movimientos populistas y nacionalistas
Zeus y Europa, Edificio Lipsius, sede del Consejo de la Unión Europea, Bruselas
Ante esta situación, un grupo de intelectuales europeos ha querido reeditar el ‘Manifiesto del 9 de mayo de 1950’, llamado también la ‘Declaración de Robert Schuman’, que daría origen a la Unión Europea:
Publicado en El País de España el 9 de mayo pasado. Ver el nuevo manifiesto líneas abajo. Antes, sin embargo, queremos presentar a nuestros lectores, una pequeña reseña histórica del manifiesto auroral:
Manifiesto del 9 de mayo
Declaración de Robert Schuman, 9 de mayo de 1950
Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, pronunció la Declaración que lleva su nombre el 9 de mayo de 1950. En ella proponía la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) cuyos miembros pondrían en común la producción de carbón y de acero.
Robert Schuman en 1949
La CECA (formada en su origen por Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) fue la primera de una serie de instituciones supranacionales que se convertirían en lo que es hoy la Unión Europea.
En 1950, cinco años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas todavía estaban luchando para superar sus estragos. Los gobiernos europeos, decididos a evitar otra terrible contienda, llegaron a la conclusión de que, poniendo en común la producción de carbón y acero, la guerra entre Francia y Alemania, rivales históricos, resultaría —en los términos de la declaración— «no sólo impensable, sino materialmente imposible»
Se pensó, acertadamente, que la fusión de los intereses económicos contribuiría a aumentar el nivel de vida y constituiría el primer paso hacia una Europa más unida. La adhesión a la CECA estaba abierta a otros países.
- «La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan.»
- «Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho.»
- «La puesta en común de las producciones de carbón y de acero (…) cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.»
La Comisión Europea reconoce esta declaración como el nacimiento de la Unión Europea, de Alemania. En la Cumbre de Milán de 1985, el Consejo Europeo decidió declarar el 9 de mayo como Día de Europa en conmemoración de ese discurso.
Ver su texto en:
http://europa.eu/about-eu/basic-information/symbols/europe-day/schuman-declaration/index_es.htm
Ministerio de Asuntos Exteriores en el Quai d’Orsay, cerca del Puente Alejandro III, París, lugar de la declaración
El nuevo manifiesto, a diferencia del primero, tiene una visión más política que económica. La coyuntura de la unión es, efectivamente, más política, sin embargo, las bases de relanzamiento de mediano y largo plazo de Europa, los elementos o estructurales son más económicos. Es evidente que Europa necesita reformas de impacto económico para incentivar la innovación, mayores niveles de inversión o aumentar la productividad y la competitividad; para ello tiene que superar la sobreregulación, reformar su sistema laboral que cuál promueve el desempleo (reforma que ahora pretende el gobierno socialista francés), y diseñar sistemas de pensiones sotenibles fiscalmente, como el que estamos abandonando en el Perú.
Los retos que enfrenta Europa son verdaderamente colosales, seguramente se necesitarán más llamados, diálogos y decisiones, y sobre todo, el involucramiento de más estamentos de la diversa sociedad europea, pero con una visión del mundo que se perfila desde Sillicon Valley en EEUU y Shanghái, Singapur y Nueva Delhi en el Asia.
Ver el nuevo manifiesto:
Manifiesto del 9 de Mayo
Al cumplirse 66 años de la Declaración de Schuman, embrión de la UE, un grupo de personalidades europeas propone una hoja de ruta para asegurar el futuro de la Unión
Para una nueva Europa
El País de España
09 de mayo de 2016
Sea cual sea el resultado del referéndum británico, los europeos necesitan ya un nuevo aliento. Es mucho lo que está en juego: evitar la marginación de Europa, no solo desde el punto de vista económico y político, sino también moral y cultural. Nuestro desafío común es reconectar cuanto antes con unos ciudadanos desorientados para volver a crear una Europa influyente, que tenga un proyecto de futuro y de esperanza para todos; en caso contrario, moriremos. Si no damos este nuevo impulso político a nuestros conciudadanos, los demonios populistas que ya casi nos han destruido vencerán. La Historia varía en sus formas, pero el resultado volvería a ser desastroso.
Para lograr una nueva dinámica debemos valorar nuestros éxitos: la Unión Europea es la entidad política, económica y social más solidaria, menos injusta, más democrática, más pacífica y más variada que ha conocido la humanidad, “uno de los mayores triunfos políticos y económicos de la época moderna”, según el presidente Obama. Hacer respetar sus valores y convertirla en un motor de progreso para todos exige adoptar una estrategia de envergadura.
Necesitamos ya, sin falta, una hoja de ruta precisa. Que se pongan manos a la obra las instituciones europeas y todos los Estados miembros, o, por lo menos, un grupo de países dirigido por Francia y Alemania. Para restablecer la confianza y dar nuevo impulso a la dinámica europea proponemos seis iniciativas estratégicas:
1. Es primordial fortalecer la democracia europea. ¿Cómo considerarse europeo sin una cultura ciudadana compartida? Los Estados deben poner en marcha una educación cívica común y comprometerse a que el futuro presidente de la Comisión se elija en función del resultado de las urnas. Además, es necesario aclarar las normas para que los referendos sobre la pertenencia a la UE no se conviertan en mercadeos. Una Europa a la carta no es una opción.
2. Es indispensable una iniciativa estratégica de seguridad y defensa de los ciudadanos de la UE. Los Estados deben cumplir sus compromisos en materia de seguridad interior —intensificar los intercambios policiales (Europol), judiciales (Eurojust) y de información— y, en el plano exterior, poner en práctica una política de fronteras moderna, basada en un cuerpo europeo de policía de fronteras e infraestructuras de control y acogida que respeten nuestros valores. Al mismo tiempo, la Unión debe emprender una política de estabilización de las regiones vecinas en todos los ámbitos: económico, cultural, diplomático y militar.
3. La tercera iniciativa está relacionada con los refugiados. El acuerdo con Turquía no es una solución a largo plazo. El país está desbordado y el tráfico de personas prospera utilizando otras rutas. Europa debe escoger otra vía: acoger, integrar, formar y preparar las condiciones para un regreso de los refugiados a sus países. No se trata de recibir a todos, sino a los que estén dispuestos a integrarse y aceptar nuestros valores. Y los ciudadanos europeos solo aceptarán una política así si se mejora su vida cotidiana.
4. Ese es el reto de la segunda fase del plan Juncker para reimpulsar el crecimiento: invertir en los sectores con más futuro, capaces de promover la creación de empleos de proximidad, modernizar de forma duradera nuestra economía y consolidar nuestra ventaja competitiva. Todo ello, dentro de una política industrial común de ataque que permita recuperar nuestra autonomía. Por ejemplo, un plan de desarrollo y restauración del hábitat, con la utilización de nuevos materiales y tecnologías digitales, transformaría la vida de nuestros conciudadanos y nos otorgaría el liderazgo mundial en el sector. Asimismo, proponemos otros tres planes centrados en el transporte, las energías renovables y las competencias digitales del futuro.
5. En cuanto a la zona euro, hay que reforzar su potencial de crecimiento y su capacidad de hacer frente a choques asimétricos y favorecer la convergencia económica y social. Para ello es necesario asignar nuevas prerrogativas al Mecanismo Europeo de Estabilidad. En concreto, proponemos una competencia presupuestaria para la eurozona y la rápida culminación de la unión bancaria, al mismo tiempo que se corrigen sus defectos.
6. La sexta iniciativa es un Erasmus para alumnos de secundaria. El objetivo es sencillo: democratizar Erasmus y ampliar el horizonte cultural de todos los jóvenes europeos, con el fin de fomentar la igualdad de oportunidades y el sentimiento de pertenencia a un proyecto común.
Estas iniciativas pretenden volver a situar al ciudadano en el centro del proyecto y estimular el crecimiento, el empleo y la innovación. Es posible ponerlas en marcha, si existe la voluntad política necesaria, en los próximos dos años y medio. Roosevelt lo hizo en 1933 con el New Deal. Nuestras economías avanzadas tienen esa capacidad, gracias a los márgenes no utilizados del presupuesto europeo y al empleo de nuevos recursos. Entre las soluciones que hay que contemplar están la disponibilidad de recursos propios y la solicitud de un préstamo al BEI.
A medio plazo, la movilización y la reflexión colectiva de los ciudadanos europeos deben ser las premisas de una nueva conferencia intergubernamental o de un nuevo convenio europeo, para convertir a Europa en una gran potencia democrática, cultural y económica que garantice en su interior la solidaridad y los derechos fundamentales, hoy en peligro, una potencia que se dote de los medios para ejercer su soberanía. El nuevo tratado que pudiera salir de ese debate no se aplicaría más que a los Estados que desearan una mayor integración y estuvieran convencidos de que el interés general europeo no se limita a la suma de los intereses nacionales.
Todo esto solo será posible si las docenas de millones de europeos que creen que nuestro futuro lo escribimos unidos empiezan a movilizarse ya. Únanse a nosotros.
Guillaume Klossa es escritor, impulsor de esta hoja de ruta y fundador de EuropaNova, antiguosherpa del grupo de reflexión sobre el futuro de Europa (Consejo Europeo); László Andor, economista húngaro, excomisario europeo; Lionel Baier, cineasta suizo; Michel Barnier, exministro de Asuntos Exteriores de Francia y exvicepresidente de la Comisión Europea (PPE); Mercedes Bresso, italiana, expresidenta del Comité de las Regiones; Daniel Cohn-Bendit, expresidente del grupo de Los Verdes (Parlamento Europeo); Georgios Dassis, sindicalista griego, presidente del C. Económico y Social; Philippe de Buck, belga, ex director general de Business Europa; Felipe González, expresidente del Gobierno de España y presidente del grupo de reflexión sobre el futuro de Europa; Danuta Hübner, polaca, excomisaria europea; Sofi Oksanen, escritora finlandesa; Maria João Rodrigues, vicepresidenta del grupo de Socialistas y Demócratas (Parlamento Europeo); Robert Menasse, escritor austriaco; Roberto Saviano, escritor italiano;Gesine Schwan, alemana, presidenta de la plataforma Humboldt-Viadrina; Kirsten van den Hul, escritora neerlandesa; Guy Verhofstadt, ex primer ministro de Bélgica, presidente del grupo ADLE (Parlamento Europeo).
Lampadia