Nuestra Patria está sumergiéndose en una sensación de crisis, por demás innecesaria, que llama a un giro de timón, que estamos seguros espera la mayoría de peruanos, más preocupados con su futuro y el de sus hijos, que por los juegos y trampas de la política.
Se dice que el poder siempre se ejerce en soledad. Pero en su caso, señor presidente, nos imaginamos que su soledad, es más profunda.
- Usted sigue siendo un provinciano que vino a Lima a estudiar en la UNI, para volver a su tierra.
- Su vocación lo llevó a gobernar la región de Moquegua, uno de los departamentos menos presentes en la mente de los limeños, pues con la minería se podía manejar solo.
- De alguna forma extraña terminó como primer vicepresidente de PPK, un hombre de pocos amigos y más sajón que latino.
- Luego termina de embajador en la lejanía de Canadá.
- Y superando mil intrigas aterriza en la presidencia del Perú.
Se presenta en sociedad con un dictum formidable, que la gran mayoría de peruanos esperaban, pero que, lamentablemente, no fue recogido ni asumido por nadie. Usted afirmó: “poner punto final de una política de odio y confrontación”.
Los PPKuys, sin excepción, desconocieron el llamado a la convergencia política, dejándolo solo. Su premier no asumió ese eje programático. Los medios se encargaron de mantener las provisiones de sal en las heridas de las batallas de las elecciones y de los absurdos meses de confrontación desde el gobierno, incluyendo a los otrora medios serios.
Para colmo de males, usted y su premier, no repararon en uno de los mayores errores del gobierno de PPK, y metieron las dos piernas en el fango. No solo erraron pensando que nuestros izquierdistas tradicionales podían ser una buena compañía de viaje; los invitaron a convivir. Ojo, no hay nada más desleal que la izquierdista tradicional peruana (PPK puede atestiguarlo).
Así fue como en un ministerio muy importante, el de Trabajo, seleccionaron un personaje anti-inversión, que adolece del mismo mal que nuestros izquierdistas, que lloran por los pobres, pero siempre los condenan a perpetuarse en la pobreza. Lo mismo, y tal vez peor, se aplica a la presencia de una militante del Frente Amplio (que no es ni frente, ni amplio), en el MIDIS, un ministerio donde se encuentran el gobierno repartidor y los más pobres del país, los beneficiarios de los programas sociales. Además, Liliana La Rosa ha probado ser discriminatoria, prepotente y mentirosa.
Al otro lado de la avenida Abancay, si bien recogieron mejor que los propios, su llamado a la convergencia, se andan metiendo auto goles, y dando pie a los desestabilizadores de la armonía política, para propiciar una campaña de demolición del congreso. Campaña en la que presumiblemente, se habrían infiltrado hasta los llamados ‘reservistas’.
A todo esto, señor presidente, no podemos dejar de sumar los errores de liderazgo, que, en su evidente soledad, apapacha y protagoniza:
- Las tarifas de agua y los 300 de Moquegua
- La falta de liderazgo para explicarle a la población los pros y con de las inversiones mineras
- La anulación de los decretos sobre la inversión petrolera
- La tolerancia con los ataques al cobro de peajes
- La falta de visión sobre el régimen de las agro-exportaciones
- La referencia a un mecanismo de delación de trabajadores para evitar la supuesta evasión de impuestos por parte de las empresas
- Haber recogido el brulote de grandes empresas supuestamente resistentes a las contribuciones tributarias
- La falta de la aplicación de la ley para castigar los desmanes
Hoy día, a dos meses de iniciado su gobierno, parecen asumirlo con inseguridad, como si hubieran entrado por la puerta falsa. Nada más equivocado, su gobierno tiene exactamente las mismas prerrogativas y calidad, que el de su antecesor PPK.
Lógicamente, sus enemigos le hacen ver lo contrario, entre ellos, lo más graneado del Partido de Peruanos por el Kambio, Mercedes Aráoz, a quién debiera alejar del entorno palaciego, Juan Sheput, Gilbert Violeta y Carlos Bruce, entre otros; y por supuesto las periodistas de varios canales de televisión con sus maniobras sibilinas.
Presidente, hay un indicador que nadie menciona, el deseo de emigrar de nuestros jóvenes, que después de los buenos años, hasta inicios, de la segunda década del siglo, ha vuelto a dispararse llegando a 83% en Lima.
Y en el total de la población a 65%, después de haber bajado a 39% el 2010.
Ver en Lampadia: Recrudece el deseo de emigrar.
Este dato, y la evaluación del comportamiento de los tres millones de peruanos que ya nos dejaron, permiten reenfocar el liderazgo político hacia el fomento de la inversión, la agenda de reformas institucionales y la mejora de la seguridad interna y la armonía entre los ciudadanos. Veamos:
- Hay un alto deseo de migrar
- ¿Cuáles son los destinos más favorecidos? – EEUU, España, Italia y Chile. Economías de mercado donde solo se puede prosperar por el esfuerzo individual.
- ¿Cuántos peruanos viven en el exterior? – Tres millones, el 10% de nuestra población, una muestra inmensa
- ¿Cómo se comportan? – En su gran mayoría muy bien. Trabajan duro y largas horas. Ahorran. Educan a sus hijos. Participan de actividades cívicas. Y envían unos 3,000 millones de dólares anuales a sus familiares en el Perú.
¿Por qué entonces, no podemos ofrecer a nuestros jóvenes, construir en el Perú un espacio que les de las mismas oportunidades de transformar su esfuerzo individual en la prosperidad de sus familias?
Porque, simple y llanamente, en el Perú, el discurso político correcto es el del papá protector, o el del abuelo regalón. Todos los políticos, con más o menos énfasis, recalan en esas costumbres propias del populismo.
Como regalando beneficios y sin crecer, no se pueden cumplir las promesas, viene el desencanto y el deseo de migrar. Más allá de la política cotidiana, nuestros jóvenes saben perfectamente qué necesitan para su prosperidad.
¿No es hora presidente, en estos momentos de crisis y desconcierto, de innovar el discurso político e invitar a nuestros jóvenes a que nos acompañen en la gesta del desarrollo? ¿Protegiendo y alentando las inversiones, haciendo una verdadera revolución educativa, y emprendiendo las reformas que nos acerquen a las imágenes de prosperidad que alojan detrás de sus retinas?
También es el momento de cerrar el camino de confrontación con Fuerza Popular, hay que llamarlos a fijar juntos las líneas de gobierno que nos saquen del marasmo actual.
¡Vamos señor presidente! Usted no está solo. Aléjese de los jueguitos políticos, y asuma con valentía el discurso del camino del esfuerzo en pro del bienestar general. Lampadia