Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
El general EP (r) Roger Zevallos reveló el martes, en el programa de Beto Ortiz en Willax, que el actual Comandante General del Ejército, Walter Córdova, es una pieza clave en el esquema de control político de esa institución que está llevando adelante el corrupto gobierno de Pedro Castillo, aliado con el asesino de policías Antauro Humala.
Zevallos no mencionó el nombre de Córdova, pero señaló varias características que hacen evidente su identificación para cualquiera que conozca el asunto.
Zevallos también dio detalles de las maniobras previas al nombramiento del antaurista Daniel Barragán como ministro de Defensa, que va completando el diseño para apoderarse políticamente de las Fuerzas Armadas y terminar con lo queda de democracia. (Ver “Plan siniestro para controlar el Ejército”, Expreso, 28/9/22).
Córdova, de la promoción de Antauro Humala, asumió la jefatura del Ejército en noviembre del año pasado, cuando Castillo echó al anterior Comandante General, José Vizcarra, porque se negó a ascender ilegalmente a varios oficiales que el corrupto ocupante de Palacio quería promover.
Fue una maniobra en la cual los comunistas en el poder siempre ganaban:
Si Vizcarra aceptaba los ascensos irregulares, se convertía en un cómplice y una marioneta de Castillo y sus secuaces.
Si se negaba, como lo hizo, lo despachaban –dando una clara señal de que el que no se somete se va-, posibilitando el nombramiento de un individuo débil, maleable y propenso a aceptar los dictados de la gavilla en el gobierno.
Obviamente esta trama no se le ha ocurrido a Castillo y a la recua de familiares y adeptos incompetentes que lo rodean, dedicados solo a saquear todo lo que encuentren lo más rápidamente posible.
Eso lo hacen servicios de inteligencia con larguísima experiencia en estos menesteres en América Latina, que son los que asesoran, aconsejan, dirigen.
Dicho sea de paso, por eso era indispensable tratar de vacar a Castillo inmediatamente, en diciembre, cuando se presentó la primera moción, antes de darles tiempo a consolidar su destructiva labor en las FFAA, en el Congreso y otras instituciones. Fracasó el intento y esa vía, en la práctica, se cerró, quedando solo la posibilidad de una solución radical, que ahora se va desvaneciendo también.
Otros hechos ocurridos en las últimas semanas también son indicios del control que van logrando en las FFAA.
El vuelo del prófugo
Algunos congresistas y varios medios de comunicación han expresado sus sospechas de que el prófugo Fray Vázquez Castillo fue uno de los pasajeros que se embarcó en un vuelo a Chiclayo en un avión de las FFAA, junto con su tío y varios familiares. En verdad, a estas alturas, ya nada sorprende. La pandilla en el poder viola las leyes y las normas de la democracia con la más absoluta impunidad.
El supuesto “Lay Vásquez Castillo”, con un DNI inexistente, que viajó en ese vuelo, podría ser el individuo perseguido por la justicia por integrar la organización criminal que -según la fiscalía- actúa desde Palacio de Gobierno.
De lo que no cabe ninguna duda es que Pedro Castillo, sus familiares y secuaces usan constantemente las aeronaves militares para viajar donde les place, como si fueran de su propiedad particular, abusando desvergonzadamente del poder.
Lo preocupante es que, en todo este tiempo, nadie en las FFAA ha reaccionado para frenar el uso ilegal e ilegítimo de las aeronaves que el Estado les ha entregado para la defensa nacional.
Las FFAA no son deliberantes, naturalmente, pero tampoco pueden ni deben cumplir órdenes que son ilegales.
El asunto es que ya desde el primer día, el gobierno ha ido avanzando en manosear y doblegar a los institutos castrenses. Por ejemplo, pusieron como ministro de Defensa a un sub oficial de la Policía expulsado deshonrosamente de su institución, y nadie dijo nada.
Luego destituyeron a los comandantes generales del Ejército y la Fuerza Aérea por negarse a los ascensos corruptos que pretendía Castillo, y todos aceptaron la humillación.
Y así han seguido hasta poner ahora como Mindef a un allegado al desquiciado asesino de policías, Antauro Humala.
En suma, nada parece indignar ni producir una reacción de las instituciones a las que el país les ha entregado la misión de defender la integridad del Perú. Si todo lo anterior ha ocurrido, es posible que más temprano que tarde, se concrete el propósito, manifestado explícitamente, de lograr el control político de las FFAA, con los cual, cuando lo estimen conveniente, podrán clausurar el Congreso y acabar con la libertad de prensa.
La ventana de oportunidad que existía para impedirlo está casi cerrada, aunque todavía existe alguna opción. Habrá que ver si alguien se atreve. Lampadia