De pronto los peruanos estamos despertando en un país diferente. Ya no parecemos el milagro económico que sorprende al planeta, ni destilamos optimismo. El gobierno está distanciado y en abierto enfrentamiento con todos los sectores políticos y empresariales del país, aquellos sectores sin los cuales no se puede concebir la democracia, ni la economía de mercado.
Hoy lo que marca el sentimiento nacional es el desconcierto, la desazón, las preguntas sin respuesta, la desconfianza y un regreso al pesimismo.
Nos preguntamos, ¿puede haber algo positivo detrás de estos enfrentamientos? ¿Puede haber algo constructivo?
¿Cómo entender que, de la noche a la mañana, un país con alto crecimiento, reducción de la pobreza, la desigualdad y la desnutrición infantil, proceso que ya está amenazado por la crisis financiera internacional, sea conducido a un estado de enfrentamiento generalizado?
No hay explicación posible, solo el error. Nos toca a todos los peruanos reclamar ponderación, sensatez y apoyo para juntos enfrentar, los verdaderos problemas del Perú. Por su lado, al gobierno le toca rectificar y convocar a la armonía nacional.
Más allá de los costos de esta situación, una oportuna rectificación tiene el doble de valor. Una gran oportunidad para refrescar la política nacional con un liderazgo constructivo. Señor Presidente, tome el guante.