Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Corrupción, inseguridad y la situación económica del país ( desempleo, bajos ingresos) son los tres principales problemas del Perú.
Que nuestros políticos, gobernantes y empleados públicos se roben nuestro dinero, es nuestro primer problema.
Que nos asalten, extorsionen, maten o violen es el segundo.
Que no haya empleo, la economía este parada y los ingresos no sean suficientes para cubrir las necesidades básicas, es el tercero.
La desigualdad, la distribución de la riqueza, las cuestiones de género, la inclusión de minorías o la ecología, temas tan álgidos en el discurso de la izquierda, no figuran como los principales problemas para los peruanos.
No hay necesidad de haber egresado de la Escuela de Gobierno de Harvard para darse cuenta que los tres principales problemas del poblador peruano son, o por lo menos eran, bandera tradicional de la derecha.
- La buena derecha brega por un estado más pequeño, por reducir el gasto público, por disminuir la burocracia estatal y aumentar su eficiencia. Todo ello es la solución de fondo frente a la corrupción estatal y el dispendio. A menos Estado, menos corrupción.
- La derecha pide mano dura contra la delincuencia. Persigue el delito, no lo edulcora o lo relativiza. Fortalece el rol de la policía en la lucha contra el delito. Agrava las penas. Construye prisiones.
- La derecha exige inversión y crecimiento, única ruta posible, aquí y en la China, para generar más empleos, oportunidades e ingresos.
Lamentablemente, la derecha de Pedro Beltrán en los 50s, de Luis Bedoya Reyes en los 80s o del Movimiento Libertad en los 90s, no cuajo y no existe más. Fujimori le robo el programa a la derecha, pero no fue un líder de derecha: solo era un populista pragmático que al mismo tiempo que privatizaba empresas y dejaba funcionar las libertades económicas, creaba bolsones clientelistas con dádivas y programas sociales como Foncodes y no enfrentó a profundidad los grandes males del Estado post velasquista: burocracia estatal, sobre regulación, control estatal del agua y la electricidad y Petroperú, la llaga abierta desde la cual se drena la sangre de todos los peruanos.
- No es una opción la derecha acomplejada de nuestro tiempo, que ni siquiera se reconoce como tal, que está infectada de social confusos que envenenan con falso contenido social todo espacio para la libertad.
- No lo es esa derecha preñada de cucufaterías medievales, intolerante con la diversidad, racista y ocupada en victorias pírricas de cofradía o de favores presupuestales.
- Mucho menos lo es esa derecha mercantilista, que sólo habla de libertad e inversión para los amigos y los sobrinos y que sostiene monopolios, facilita concentraciones de mercado o reparte los bienes estatales, las licencias y las concesiones entre sus financistas. Está derecha es la que más daño le hace a la defensa de la libertad, la propiedad y la iniciativa privada, ya que muestra al peruano de la calle, que esas banderas no se levantan para todos sino para unos cuantos.
- Tampoco lo es esa derecha que guarda sus principios para negociar con la izquierda senderista cuotas legislativas, presupuestos o favores judiciales.
El peruano del 2024 clama por combatir la corrupción. Hay que empezar por decirle que a menos Estado, menos corrupción.
Clama por seguridad. Hay que enseñarle que la seguridad ciudadana exige autoridad, orden, respeto a ley.
Clama por empleo, para lo cual hay que decirle que sin inversión privada, sin libre empresa, asfixiando a las empresas con tributos y regulaciones no lo lograremos.
Al peruano de este tiempo no le preocupan las banderas de la izquierda como la desigualdad, la distribución de la riqueza, el medio ambiente o las cuestiones de género. Por lo cual, una vez más, como lo dijéramos a inicios del 2020: A LA DERECHA HAY SITIO, a pesar de que la misma derecha parece no entenderlo. (Lampadia 30 de enero de 2020).
- ¿Habrá alguien que tome el guante y se reclame, sin temores, ni cálculos como un líder de derecha que levante estas banderas?
- ¿Habrá quien nos diga que para reducir la corrupción hay que dejar sin presupuesto de obras y sueldos a las burocracias regionales y municipales corruptas así hagan paros o bloqueen carreteras?
- ¿Habrá quien nos diga que defenderá a los policías que enfrentan a los delincuentes y no los entregará a jueces y fiscales caviares?
- ¿Habrá quien tenga como prioridad facilitar la creación de empleos productivos en empresas en lugar de puestos públicos?
- ¿Existirá quien ponga fin al dispendio en consultorías, asesorías, monitoreos y prensa mermelera?
- ¿Habrá quien deje de una vez de tirar por el retrete el dinero de los peruanos en Petro Perú para que sus oligarquías sindicales sigan cobrando bonos de 14,000 soles por cierre de pliego?
- ¿Habrá quien nos diga que va a reducir los impuestos para las nuevas empresas, principalmente las micro y pequeñas y que reducirá las barreras burocráticas que impiden la inversión?
- ¿Habrá alguien que se enfrente a la casta política peruana, que en todo el espectro político está infectada de estatismo, redistribución, regulaciones y que vive de nuestros tributos?
- ¿Habrá quien entienda la movilidad social que se decanta de la libertad del peruano emergente y sepa reconducirla para bien del país?
¿Gonzales Olaechea?, ¿Cillóniz?, ¿Roque Benavides?, ¿Carlos Álvarez?, ¿Aurelio Pastor?, ¿Phillip Butters? ¿Alguno de ellos se animará a capturar el voto de estos millones de peruanos que quieren un estado más pequeño y menos corrupto, que quieren seguridad y que buscan oportunidades que sólo la inversión privada genera?
¿Alguno de ellos entenderá la demanda del pueblo peruano y la realidad del espectro político?
O, como sucedió el 2016, ¿la derecha arriará sus banderas en disputas mezquinas por el poder y el Estado?
O peor aún, como sucedió el 2021, ¿se dejará arrebatar la segunda vuelta por fragmentarse y mantener vivo el antifujimorismo?
Lampadia