Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
En nuestra columna “CUAL SE VA PRIMERO: OTAROLA O CONTRERAS” del 27.10.2023 dimos las razones por las cuales era insostenible mantener el mismo manejo en una economía en recesión y sobre todo, cuestionamos que la única herramienta de política económica, al más puro estilo argentino peronista, era aumentar el gasto público.
A inicios de diciembre de 2023, el Consejo Fiscal del MEF, con declaraciones de su presidente Carlos Oliva, ratificadas por Alonso Segura, ambos ex ministros de economía, denunció que el ministro Contreras, para decir que gastaba por debajo de la meta establecida para el año 2023, dispuso el inusual y creativo adelanto de las utilidades del Banco de la Nación, por 1,000 millones para maquillar el despilfarro y la caída de los ingresos fiscales. Una movida contable que el Consejo calificó como “un maquillaje de las cuentas fiscales”. Otra maniobra de estilo peronista argentino, que disimulaba con medidas de este tipo el tipo de cambio, la inflación y la devaluación.
Con todo ello, lo mínimo que debieron haber hecho doña Dina y Otárola, antes de apagar las luces y despedir el año 2023, era cambiar al ministro de Economía y apostar por una política económica que aliente la producción, la inversión privada, genere mayores recursos fiscales y ciertamente pare el incontrolable gasto público.
Sin embargo, esto no ha sucedido. Contreras sigue allí. Su renuncia ha sido desmentida nada menos que por el alfil de “plata como cancha” en el Gabinete, lo cual no es por ningún lado casualidad.
¿Cuáles son entonces los negocios, OxI, APPs, presupuestos, partidas, transferencias, avales de estado a estado, créditos suplementarios o autorizaciones de desembolso que sostienen a un ministro de Economía con la peor performance económica en 25 años?
¿Cuál es la razón por la cual se mantiene a un ministro al servicio de la “casta política” de gobernadores, alcaldes y burócratas, en detrimento de los peruanos que no consiguen trabajo, son despedidos o cuyos emprendimientos no prosperan en un país recesado y sin confianza?
No se sabe aún. Se sabrá en algún momento.
Lo que sé si sabe es que tanto Dina como Otárola mantienen esta situación, en clamoroso error político o por respeto a ‘sabe Dios qué’ poderes fácticos que los rebasan y que los llevan a poner en riesgo su propio pellejo.
¿O es que la dama de Aymaraes y el ex escudero de Nadine y Ollanta creen que pueden sostenerse en un país en recesión, con inseguridad, con menos ingresos fiscales y con menos del 10% de aprobación?
El giro en la política económica del gobierno ha dejado de ser un tema de conveniencia, para pasar a ser un tema de necesidad y de sobrevivencia de este gobierno. Lampadia