Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Con alguna frecuencia la gente pregunta ¿Tienes esperanza de que las cosas mejoren en el Perú? Y, la verdad es que, después de ver cómo lo mejor de nuestra juventud está emigrando por cientos de miles cada año, porque perdieron la esperanza, debemos reflexionar sobre qué pasó y qué cambió, para poder rectificar.
Los “Baby boomers”, fuimos criados con el pensamiento de que, una persona de bien, sin importar su nivel socio-económico, tenía que ser: (i) Limpia. (ii) Honrada. (iii) Disciplinada y (iv) Digna. Y, me parece, que por ahí empieza el problema.
Recuerdo el honor y distinción que significaba educarse en el colegio Guadalupe, la calidad de profesores y el nivel de disciplina de las grandes unidades escolares (G.U.E.) y la calidad de profesores que tenían. Muchos colegios particulares contrataban a esos profesores para dictar, a tiempo parcial, varias materias. Y los maestros, eran eso, maestros que instruían con excelencia en sus materias, pero educaban dándonos ejemplo de vida. Nadie se atrevía a faltar al maestro y, los padres de familia, respaldaban absolutamente las medidas correctivas y sanciones que impusiera el profesor. Teníamos un muy buen nivel de educación escolar, pero era proverbial y digna de elogio la calidad del sistema de educación pública. Por ese entonces, era normal encontrar ingenieros, médicos, abogados y militares, como profesores de cursos diversos, lo que contribuía a la máxima calidad educativa.
¿Cuándo se jodió el Perú? Pues justo a partir del “gobierno revolucionario” del general Velasco. Este personaje que, acompañado de algunos seguidores de ideas socialistas y cercanía con Cuba, destruyeron todo lo que tocaron. Le entregaron la educación al SUTEP y los rojos, quienes impidieron que los profesionales continúen enseñando. Espantaron la inversión privada, nacional y extranjera, expropiaron todo lo que se les ocurrió, para convertirlos en empresas públicas o en cooperativas agrarias. Crearon el SINAMOS (Sistema Nacional de Movilización Social), en donde acogieron a cuanto comunista y pro-guerrillero desempleado, que se pretendía revolucionario. En resumen, destruyeron el concepto de la excelencia en el Perú.
A partir de entonces, salvo algunas excepciones, tuvimos gobiernos mediocres o desastrosos, tales como: Belaúnde 2, García 1, Paniagua, Toledo, Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Boluarte. Todos ellos, incapaces de reencauzar al país hacia la excelencia, de trabajar en la educación, de influir en un pueblo desorientado e inculcarle mentalidad ganadora. Gobernantes incapaces de resaltar nuestra cultura y mestizaje, producto del crisol de razas, forjado tras 490 años de historia virreinal y republicana y, unirnos en espíritu, lejos de buscar el fraccionamiento y las “plurinacionalidades”.
Esas décadas de deterioro de la educación, nos han llevado a sufrir el “síndrome del puerco en el chiquero”.
Hemos convertido nuestro sistema judicial, la fiscalía, el congreso, los gobiernos, nacional, regionales y municipales, los colegios y hospitales, las entidades públicas que deberían servir al ciudadano, en entidades mediocres o llanamente en chiqueros.
Lo peor es, que los ciudadanos se han acostumbrado a vivir como puercos en el chiquero, no quieren mejorar. Les molesta que alguien les quiera cambiar las formas de actuar y las cosas a las que se han acostumbrado.
La prueba de esto la vemos en el comportamiento cotidiano.
- Nadie se preocupa de no ensuciar la calle y lanza cáscaras de plátano desde la combi.
- Nadie respeta las reglas de tránsito, ni los semáforos y se detienen donde les da la gana, o giran a derecha o izquierda desde el carril extremo opuesto.
- No respetan a la autoridad, policial o de la ATU, cotidianamente vemos cómo los embisten y los arrastran por cuadras, como si nada y sin sanción.
- Esta actitud displicente y corrupta, se aprecia en los servidores de dependencias públicas, de hospitales, municipalidades o GORES (claramente no tienen incentivos alineados al servicio público).
- Lamentablemente, esto ocurre con los profesores en los colegios, muchos de ellos no tienen los conocimientos suficientes, ni la formación moral y pedagógica que les permita inspirar respeto, ni sentido de autoridad, lo que deteriora más el sistema.
- Los médicos que no cumplen sus horarios en los hospitales e inducen a sus pacientes a su consulta privada, lo que se va normalizando.
- Los hospitales públicos con farmacias desabastecidas, transmiten la burla de la salud pública a los pacientes.
Las trampas para obstruir las licitaciones de obras o de adquisiciones. Los desalineamientos y faltas cometidas en la elección de las obras a ser ejecutadas, la forma de licitar y los criterios de selección del mejor postor. La pérdida del objetivo de servicio al ciudadano, la indiferencia y no valoración de los tiempos perdidos ante una obra abandonada. Estamos hartos de ver, cotidianamente, anuncios de obras, ver como rompen pistas, obstruyen el tránsito “por ejecución de obras”, para dejarlas en abandono.
Todo lo dicho, es el reflejo de la normalización de la mediocridad y corrupción en el Perú. Los niños ven cómo esto se replica una y otra vez, hasta que, no sólo creen que eso es normal, sino que después, aspiran a ser elegidos alcaldes, regidores o lo que fuere, para hacer lo mismo.
Nuevamente ¿Tienes esperanza de que las cosas mejoren en el Perú? Y la respuesta es, en la medida que trabajemos muy fuerte en la educación, en el cambio de paradigmas, en tanto la gente sea responsable de sus actos y pague las consecuencias de sus faltas e inconductas. En la medida que castiguemos a “Pepe el vivo”. En tanto no dejemos el camino libre a los delincuentes y seamos muy firmes con los criminales, impidiéndoles el acceso al congreso, a los gobiernos de todo nivel y ejerzamos la sanción social contra los privados que nos fallen como ciudadanos.
En resumen, para lograrlo, debemos aprender a votar por gente limpia, honrada, disciplinada y con dignidad. Lampadia