Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Siempre nos debería inquietar, si a quienes elegimos como gobernantes, son gente con vocación de estadista o simplemente políticos. Creo que la gran diferencia entre ambos reside, en que el político puede ser un individuo astuto, mientras que el estadista, debe ser uno inteligente.
- El político, definido como un ser astuto, piensa en términos de corto plazo y en cómo sus acciones le pueden permitir tomar ventaja inmediata y obtener logros en ese corto plazo, sin importar la consecuencia final para las generaciones de sus hijos y nietos.
- Un estadista, en cambio, siempre tiene la mirada puesta en el futuro de su país y su pueblo, sabiendo que muchas veces sacrifica su presente a cambio de mejorar las condiciones de vida de sus hijos y nietos.
Leía cómo Kahil Gibran, en su libro “La nueva frontera”, menciona; “¿Eres un político preguntando qué puede hacer tu nación por ti, o un entusiasta preguntando qué puedes hacer tú por tu nación? Y se responde, si eres lo primero, entonces eres un parásito, si eres lo segundo, entonces eres un oasis en el desierto”. Lamentablemente tenemos mucho de lo primero.
Los padres que trabajan duro y ahorran para asegurar a sus hijos mejores condiciones de vida, salud y educación de calidad y tratan de hacer que ellos se desarrollen dentro de la sociedad como gente de bien, con mejores oportunidades que las que ellos tuvieron y los estadistas, que tienen la mirada puesta en el destino de esas generaciones futuras y su prosperidad, ambos son un oasis en el desierto.
Cuando miramos a los países que habiendo sido hace pocas décadas, países con perfiles socio-económicos similares al Perú, pero que hoy nos llevan una gran ventaja, como lo han hecho; Corea del Sur, Chile y Singapur, entre otros, podemos tener la certeza de que fueron liderados por estadistas. Líderes que fueron capaces de sacrificar la alegría y el aplauso inmediato, por la felicidad y prosperidad de las generaciones futuras. Obviamente, el producto de esos esfuerzos perseverantes en educación y disciplina, es apreciado por sus actuales generaciones y admirado, desde fuera, por quienes no seguimos esa línea.
En el Perú, los políticos de siempre han actuado pensando en la próxima elección, nunca en el porvenir de las futuras generaciones. En estas últimas décadas, hemos tenido una galería sin fin de políticos sin escrúpulos (Vizcarra el peor), sin amor a la patria, capaces de destruir nuestro país. Es posible que el pasar de emprendedor ilegal a alcalde, luego a gobernador regional, para alcanzar luego nivel nacional en tan cortos plazos, no les haya permitido despojarse del arraigado concepto de cacicazgo local y mentalidad de “politiquero de barrio”, que se atreve a creer que cualquiera puede conducir con éxito los destinos de nuestra nación.
Acabamos de pasar por un proceso electoral, que aún no termina, pero que, cuando revisamos la galería de candidatos, encontramos con pena, que Sir Winston Churchill tenía razón al decir que, “El problema de nuestra época consiste en que, los hombres no quieren ser útiles sino importantes” y, por eso, después de haber rechazado la inscripción de al menos tres candidatos, hayamos tenido una “manada” de 18 candidatos, si no, hubieran sido más de una veintena.
Lo anterior significa que, desde la derecha, hasta la izquierda, pasando por los casi veinte matices políticos, nadie ha sido capaz de construir consensos y juntarse alrededor de conceptos y objetivos en común, con una visión compartida y con desprendimiento, identificar un líder con cualidades personales, intelectuales, valores y capacidad de gestión, que permita la recuperación de nuestro país, después de haber sufrido una década perdida.
La pregunta ya repetida es ¿Si tuvieras que salvar a tu madre de una grave enfermedad, a quién se la confiarías? Yo estoy seguro que buscarías al mejor médico a tu alcance y no pondrías su salud en manos de un improvisado, sin conocimientos básicos, ni experiencia. Sólo confiarías en alguien que te pueda decir; qué tiene tu mamá, cuáles son las causas, que se debe hacer y demuestre que tiene experiencia en operar y tratar ese mal y sólo se la confiarías, si encuentras que lo que te dice es razonable, incluso contrastando con otros médicos.
En cambio, hoy, para nuestra Patria, después de una segunda vuelta electoral, el candidato que demanda su más pronta proclamación, no tiene ninguna formación, más allá de la de un profesor primario y dirigente sindical muy limitado. No es capaz de compartir hasta el día de hoy, cuál es su visión de país, ni capaz de definir una línea política.
- Quiere atraer la inversión internacional, pero quiere eliminar la igualdad de trato entre el capital nacional y extranjero, lo que sabemos fue fundamental para atraerlo desde los 90´s.
- Quiere eliminar los Tratados de Libre Comercio (TLC), sin medir sus consecuencias.
- Habla de planteamientos de tributación agresiva, pero no los comparte abiertamente.
- Da una serie de mensajes que destruyen la confianza, al decir unos días, que se aplicará el “ideario de Perú Libre” (expropiaciones, prohibición de importaciones, control de cambios, etc.), pero descartándolo en otros discursos.
- Distanciando a Cerrón en algunas entrevistas, cuando es evidente que el dueño y jefe del partido, es Cerrón.
- Ofreciendo públicamente disolver el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y eliminar la independencia del BCRP en la mañana, pero pidiendo más tarde, la continuidad de Julio Velarde en la presidencia del BCRP, como si pudiera engañar al mundo con estos mensajes cambiantes.
Anunciar una Asamblea Constituyente para cambiar completamente la constitución, recurriendo a procedimientos de convocatoria que no aceptan una representación democráticamente elegida (un ciudadano, un voto), sino buscando una representación controladora no democrática (60% de representantes de comunidades, sindicatos, entre otros) y 40% de ciudadanos democráticamente elegidos en elecciones abiertas, es un mensaje que destruye cualquier nivel de confianza. Que algún vocero oficioso salga después a decir que el cambio de constitución no es indispensable, no garantiza nada, pues paralelamente sale otro tan advenedizo como el primero, a decir todo lo contrario.
Ciertamente, nunca se ha visto en el Perú un ambiente político tan precario y un nivel de incertidumbre tan grande.
La experiencia enseña, que ¡es mejor tomar una mala decisión que vivir en una permanente indecisión! Y esto es lo que tenemos en el Perú de estos días.
¿Cómo se llegó a este punto? “Agudizando las contradicciones” y eso es lo que está haciendo la izquierda radical, con la cómplice aceptación de muchos tontos útiles.
En estas circunstancias, debemos transparentar el proceso y definir el resultado de las elecciones con una pronta auditoría de la OEA, y, si resulta cierto que la mayoría quiere destruir nuestro país, que asuman las consecuencias. Lampadia