Jaime Spak
Para Lampadia
La semana pasada fuimos testigos del bochornoso incidente de Alejandro Toledo, cuando saliendo de la corte de San Francisco se negó a contestar unas preguntas de un reportero, que con todo derecho le consultaba sobre su situación.
Con su clásica voz engolada repetía, no seas impertinente.
De igual manera su esposa solo atino a contestar con groserías, como ya nos tiene acostumbrados.
Completó la escena un saltimbanqui de nombre Eric Bredo (uno de los que contribuyo a la fianza con que logró recuperar la libertad), que me hizo recordar al personaje de Mike en Breaking Bad, que hizo el ridículo intentando tapar al reportero para que no grabe.
Alejandro Toledo nos vendió la historia del pobre hombre que nació en Cabana y que en base a su esfuerzo fue escalando en la vida hasta llegar a ser presidente del Perú.
Como tantos presidentes, tenía un lado oculto en su personalidad, su “dark side of the moon”.
Luego nos enteramos que era un mitómano, “hotel Melody “, un irresponsable “Zaraí Toledo”, un mal pagador “se iba sin pagar en los restaurantes “, un mal tomador “después del segundo trago perdía los papeles “, un cobarde “incluyo en la trama a su suegra que no tenía nada que ver”.
Pero nunca imaginamos que también sería uno de los presidentes más corruptos que hemos tenido.
Recibió una multimillonaria coima de Odebrecht de más de 30 millones de dólares, totalmente probados y para ello utilizo a sus amigos como receptores del dinero, que ante las múltiples pruebas, no les quedó más remedio que delatarlo.
Creíamos que era un hombre inteligente, pero como tenía su lado mezquino, no pagar la comisión acordada por la compra de la casa de Casuarinas, fue el detonante del escándalo de Ecoteva.
Se descubrió que había pagado al contado una mansión de 3.2 millones de dólares, una amplia oficina en un edificio de oficinas Prime, y cancelo la hipoteca de su casa en Punta Sal.
¿Qué hubiera pasado si en lugar de engañar al corredor de inmuebles, le pagaba lo acordado?
Probablemente nunca nos hubiéramos enterado de nada.
Se siente tan culpable, que está utilizando todos los recursos legales para dilatar su extradición al Perú.
Esto está generando una corriente de opinión tan adversa, que muchos están ansiosos por verlo llegar al Perú, enmarrocado y recluido en Barbadillo.
No creo que haya un país en el mundo donde tres expresidentes estén en la misma cárcel al mismo tiempo.
Aquí si somos campeones mundiales, batimos récord Guinness, y nos sometemos a la burla mundial.
Sin embargo, reflexionamos, ¿existe un Perú Posible?
Un país en el que los políticos entiendan de una vez por todas que, dentro de la precaria institucionalidad del país, la justicia aun funciona para que sepan que tarde o temprano el delito se paga.
Un país en el que mientras exista libertad de expresión, tenemos garantizada una investigación objetiva y al final gracias a ello todo se sabe.
El juicio de Humala está en pleno curso, ¿será el cuarto en seguir este camino?
Como decía Nadine, ¿es tan difícil andar derecho?
Si los peruanos no nos convencemos, que la única forma en que el Perú sea posible es que los mejores ciudadanos accedan a los puestos públicos, nunca dejaremos de ser un país mediocre.
¿Cómo podemos convencer a los mejores elementos que pueden hacer una carrera pública decente, sin que caigan en los tentáculos de la corrupción?
¿Somos tan corruptos los peruanos, que no podemos elegir a gente honesta para que nos gobierne?
O hay tanta desazón, ignorancia y desidia que cualquier aventurero con dinero suficiente para hacer una campaña política puede tener éxito y dirigirnos.
Hay tantos casos de éxito entre todos los peruanos que sería muy fácil que gente que ya logró su éxito profesional, y económico, ponga el hombro por el bien de todos los peruanos.
Tenemos que desenmascarar a todos aquellos que pretenden que sigamos viviendo en la miseria, pues de esa manera podrán manejar a los peruanos que no tendrán acceso a una educación apropiada y elegirán al más simpático, pero que lleva tatuada en el alma la corrupción.
Tengo la impresión que Dina Boluarte se quedará hasta el 2026. Entonces tenemos tres años para empezar una cruzada y convencer a la mejor gente, para que tengan las agallas de postular a la presidencia y al congreso y logremos un país posible.
En realidad, estamos pidiendo un sacrificio, pues la política muchas veces es el arte de ocultar las verdaderas intenciones.
Esta buena gente debe de desenmascarar al lumpen para que ni siquiera postulen a ningún puesto público.
Queremos un país donde la juventud tenga oportunidades.
Que recuperemos el crecimiento sostenido en la industria, agricultura, minería, pequeños negocios y sobre todo en la educación para que podamos sentirnos orgullosos que por fin existe un Perú Posible.
Dejemos de ser un mendigo sentado en un banco de oro y logremos que no haya más pobres en un país rico. Lampadia