Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 09 de enero de 2021
Para Lampadia
Empezó relativamente bien. La presidenta Dina Boluarte sorprendió a muchos – gratamente – con su mensaje en contra del golpe de estado del inefable aprendiz de tirano: Pedro Castillo Terrones. Sorprendió más aún con su disposición de atender abierta y transparentemente a la prensa – a toda la prensa – cosa que su antecesor rehuyó sistemática y cobardemente. Comparada con Pedro Castillo, Dina Boluarte es claramente mejor.
Incluso, la declaratoria de Estado de Emergencia fue – en mi opinión – una decisión acertada y valiente. Igualmente acertadas fueron la firmeza y eficacia de la Policía Nacional del Perú (PNP), secundada por las Fuerzas Armadas (FFAA), en el restablecimiento del orden público, frente a los sucesos que acontecieron a continuación del golpe fallido.
Sucesos como bloqueos de carreteras y actos vandálicos que – dicho sea de paso – fueron perpetrados por delincuentes convictos y confesos. Mejor dicho, por cocaleros y narcotraficantes, por mineros ilegales, por exfuncionarios y empresarios coimeros, y por militantes de Perú Libre y otros partidos políticos afines, que claramente habían perdido con la caída del corruto, cínico e inepto Castillo… el gato que llegó a ser el despensero del Estado.
Repito, todo iba bien – relativamente bien – hasta hace un par de semanas, que volvió la pasividad y permisividad de la PNP y las FFAA frente a los bloqueos de carreteras, quema de vehículos particulares y de la PNP, apedreamiento de ambulancias y efectivos policiales, con heridos graves de por medio. Incluso, destrozos en el aeropuerto de Juliaca y otros actos vandálicos que aparecieron nuevamente, sobre todo, en las regiones del Sur del país.
¿Qué pasó?
¿Por qué, de buenas a primeras, el Estado pasó de ser Estado, ¿a mero espectador y defensor de malandrines?
¿Por qué, de buenas a primeras, el Estado se puso del lado de los vándalos, ¿dándole la espalda a los ciudadanos y policías del país?
¿Por qué desoyó el clamor de los trabajadores de los sectores más afectados por el caos, como el agro, el turismo, la salud, entre otros?
En el Sur se agotó el gas domiciliario y el gas vehicular. Y ¿el Estado? … no se oye padre.
Bueno pues, todo parece indicar que la presidenta Dina Boluarte volvió a ser la Dina Boluarte que todos conocimos en la campaña electoral 2021. Me refiero a la Dina Boluarte de Vladimir Cerrón y Pedro Castillo. La Dina Boluarte de Perú Libre. Aquella Dina Boluarte que en su momento anunciara como gran objetivo político de su partido, que la clase media acomodada limeña, dejaría de ser clase media acomodada… y bajaría de nivel.
¡Qué problema! ¡Otro Estado blandengue y pusilánime! ¡Otra vez el maltrato político de alto vuelo… directo a la yugular de la PNP! ¡Como si los desaires y humillaciones perpetrados por los expresidentes Vizcarra, Sagasti y Castillo no fueran suficientes!
¿Qué moral puede quedar en la PNP si a sus efectivos los mandan desarmados – como carne de cañón – a enfrentar a vándalos armados con hondas, piedras, bombas caseras, pintura roja, e incluso, armas de fuego? ¿Cómo se explica aquello de quitarle las fuerzas a las “Fuerzas Policiales” del país? ¡Mal… muy mal!
Así las cosas ¡qué puede hacer la PNP si recibe órdenes superiores en el sentido de que la presidenta Boluarte no tolerará “ningún herido”! Por supuesto que “ningún herido” se refiere a “ningún vándalo herido”.
Porque policías o ciudadanos heridos, o bebitos muertos en los bloqueos por no poder llegar a tiempo a los hospitales, o millones de peruanos empobrecidos por no poder trabajar, por el capricho de unos cuantos matones … ¡eso no es problema para el Estado!
Estamos – pues – nuevamente ante un Estado… que no es Estado. Como los Estados permisivos y pusilánimes del pasado que tanto criticamos desde esta tribuna. Estados que maltrataron cruelmente a sus ciudadanos, mientras tendían alfombras rojas para que delincuentes y vándalos hagan de las suyas, impunemente.
O sea, todo lo contrario de lo que la coyuntura exige: un Estado con liderazgo. Un Estado que imponga el principio de autoridad y legalidad. Un Estado firme e implacable con la delincuencia y el vandalismo.
Pero no. Parece que estamos ante un Estado – otro más – pusilánime y permisivo con la matonería. ¡Lamentablemente! Lampadia