Rafael Venegas
Lara Lampadia
El 5 de abril a vuelto a ser una fecha para el recuerdo. El mandatario cometió un grave error y sin querer queriendo, le hizo un gran favor al país.
Se creyó un aparentemente exagerado informe del improvisado jefe de inteligencia y decidió encerrar a toda la población de Lima y Callao por 22 horas. Además, lo anunció entre gallos y media noche. Tremenda infracción constitucional en contra de la libertad de los ciudadanos.
Con esta metida de pata logró despertar a los pasivos capitalinos, que desobedecieron la orden y se movilizaron masiva y apasionadamente para protestar en contra de la medida y exigir la renuncia del gobernante.
Lamentablemente no faltaron los mercenarios y desadaptados que se infiltraron para tratar de opacar la protesta pacífica, generando actos de violencia en contra de una sacrificada policía, así como de la propiedad estatal. No se sabe quién los organizó y financió, pero hay material gráfico suficiente para proceder penalmente en su contra.
Este despertar de Lima complementa a la serie de protestas que se vienen dando en varias ciudades del país, las cuales han sido claramente infiltradas y han generado mucha violencia, incluyendo la muerte de varios peruanos inocentes.
La chispa de la insurgencia se ha prendido, pero este es sólo el comienzo de un proceso complicado, pero absolutamente necesario. El enemigo es minoría, pero cuenta con un plan bien estructurado, estrategias definidas, liderazgo internacional del G2 cubano y financiamiento de la corrupción.
Dado que el Congreso y el TC le cerraron los caminos constitucionales para instaurar una asamblea constituyente, han cambiado de táctica y ahora lo quieren lograr por la vía de la insurgencia, la violencia y el vandalismo popular, tema en el que son expertos, tal como lo demostraron en Chile.
Para esto utilizan el principio de la “transposición” de Goebbels, el cual se puede definir como la ¨insurgencia inversa¨.
Este consiste en cargarle los errores propios al adversario y responder al ataque con el ataque. Para eso infiltran a expertos mercenarios en las protestas genuinas de la población y aprovechándose de su fuerte carga emocional, generan una violencia contagiosa y les invierten el objetivo para dirigirlo hacia el enemigo común que ellos han creado.
¿Y quién es el enemigo común?
En el proceso electoral fue el fujimorismo, que les sirvió para ganar la elección. Hoy, el enemigo común es el ¨establishment¨, al que han etiquetado como ¨La derecha golpista¨ y que en esta lucha es representado por el Congreso.
En resumen, lo que buscan es cambiar el objetivo de la renuncia presidencial, por el cierre del Congreso.
¿Y para que quieren cerrar el Congreso? Obviamente, para tener el camino libre para instaurar la asamblea constituyente, cambiar la constitución, perpetuarse en el poder y someter a la población.
Por eso, no pensemos que estas protestas y actos vandálicos son el fin del gobierno de turno. Lo pueden ser, pero para eso tenemos que estar muy atentos y firmes para no caer en la trampa de la insurgencia inversa. Para esto, aparte de tomar y ganar la calle, se necesitará del fuerte apoyo de toda la prensa libre.
Pongamos todos la misma pasión y patriotismo que ponemos para apoyar a nuestra selección de fútbol. Hagámoslo esta vez para no permitir que destruyan a nuestro país.
“Demostremos nuevamente que estamos CONTIGO PERÚ”. Lampadia