Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
No estoy entre los que creen que Fujimori es la causa de todos nuestros males.
Tampoco estoy entre aquellos que, construyendo un relato paralelo a la realidad, olvidan que su gobierno freno la hiperinflación, combatió con éxito a la subversión e hizo las reformas estructurales de los 90s que fueron la base del milagro económico peruano que se apagó cuando la izquierda y el Estado volvieron este milenio.
Mucho menos soy militante de la izquierda o agente caviar. Probablemente algunos de mis lectores crean, erradamente, que soy fujimorista.
Sin embargo, creo que a los Fujimori es hora de decirles NO GRACIAS.
Desde el 2006, los Fujimori son la coartada perfecta para que la izquierda caviar, la izquierda chavista, la izquierda senderista y la izquierda aún más precaria de Sarratea o de los Rolex, lleguen al poder por la puerta grande.
En su afán de llegar al poder (lo cual sería una aspiración legítima), pero probablemente sólo en el afán de lograr cuotas de poder que permitieran la negociación de la libertad de Alberto Fujimori o cuotas de poder para negocios parlamentarios, lobbies y cabildeos de toda estofa, han puesto al país, sin excepción alguna, primero en el borde y luego en el fondo de la estupidez política.
El Fujimorismo es responsable de que un pobre diablo encandilado por su mujer más joven, cuyo único mérito fue ser coartada de la huida de Vladimiro Montesinos, llegara al poder y parara todo el crecimiento económico del país.
El Fujimorismo, junto con PPK son responsables de que la derecha gane las elecciones en el 2016 pero gobierne la izquierda y los mande a la cárcel a ambos.
El Fujimorismo es responsable de que un analfabeto prosenderista y su camarilla de improvisados, entre ellos la señora Boluarte, lleguen al poder el 2021.
La razón es simple y matemática. El bolsón electoral del Fujimorismo le garantiza, en un escenario político tan fragmentado como el nuestro, conseguir cerca de un 10% del electorado nacional que lo pone en segunda vuelta. De la misma forma que el candidato de izquierda tiene un bolsón similar o un poco más grande que le hace posible estar también en la segunda vuelta.
No hay duda entonces, ni probabilidad estadística de que los Fujimori, en las siguientes elecciones, no sean responsables de una nueva estupidez política similar.
Que Alberto Fujimori o su hija sean candidatos nuevamente es el mejor regalo que Antauro, Sigrid, Vero, Bermejo, López Chau, Cerrón o cualquiera de los especímenes de izquierda necesita para volver a llegar al poder.
No se trata entonces de si pueden o no postular. Se trata de que NO DEBEN hacerlo.
Todos los que no queremos volver a caer en manos de la izquierda, debemos ser los primeros en decirle a los FUJIMORI: NO GRACIAS y buscar que se consoliden otras candidaturas genuinamente defensoras de la libertad, la propiedad, la iniciativa privada, el emprendimiento, la diversidad y el orden, sin padrinazgos mercantilistas, sin hipotecas, sin cucufaterías y sin el encono que genera el Fujimorismo.
El Fujimorismo tiene espacio para convertirse en el vocero del Perú emergente, del capitalismo popular, de la economía chicha. Puede ser, si se lo propone, la derecha chola, mestiza o popular. Para ello, tiene que librarse de sus desvaríos populistas que confunden. Tiene que deslindar de muchos. Si lo hace, puede tener un espacio político importante sin necesidad de poner a los peruanos en una disyuntiva trágica, cada 5 años.
Lampadia