Los opinólogos chilenos serios van perfilando un lenguaje incluyente que marque el espíritu de la nueva constitución que debe diseñar el Consejo Constitucional. Incluyente, no por asumir el lenguaje progresista que sigue ensuciando los debates políticos, sino por pretender albergar a todos los ciudadanos, discriminaciones políticas.
Lean el importante artículo de Varela al respecto.
Fundación para el Progreso – Chile
Gerardo Varela
Publicado en El Mercurio
13.05.2023
Que agradable es un triunfo de la derecha. En la noche, sus líderes llaman a la humildad y la izquierda a que no se repitan sus errores. La gente celebra con banderas chilenas, no hay saqueos ni violencia y al día siguiente nos levantamos a trabajar y retomamos nuestra vida normal. ¡Que contraste!
- Con Bachelet que cuando ganó señalaba «cuando la izquierda sale a la calle la derecha tiembla» o
- Con Boric que invitaba a transformar Chile en la tumba del neoliberalismo o
- Quintana usando la metáfora de la retroexcavadora para referirse al programa de gobierno.
Los chilenos quieren que nadie tiemble ni en su casa ni en la calle ni por lo que piensa ni por lo que dice.
Chile necesita menos amenazas y menos ideología para retomar su senda de progreso. Una sociedad libre se construye con las armas de la democracia: el diálogo y el voto, y un país se desarrolla con esfuerzo, inversión y trabajo. La Constitución debe asegurar ambos.
La izquierda tuvo la oportunidad de hacer una constitución para todos, pero la hizo para ella y perdió. Hoy la derecha puede hacer una constitución para Chile y no debe caer en el error de hacerla para ella.
En nuestro país habitan el profesor Silva y su hermano cineasta y en la Constitución deben caber los 2; el humilde y serio profesor de derecha con el talentoso y poco hermanable cineasta de izquierda.
Para eso, es mejor una Constitución que diga menos y no más y que el Congreso zanje temas controvertidos sin dejarlos inamovibles en la constitución.
La paridad, el matrimonio gay o el aborto es mejor tratarlas en la ley y no en la Constitución. La Constitución de EEUU – la más exitosa de la historia- permanece silente sobre estos temas. La izquierda -a partir de Roe vs Wade– logró meter al aborto en la Constitución forzándolo en el derecho a la intimidad y sustrayéndolo del debate democrático, pero recientemente la Corte Suprema lo sacó revocando ese fallo y lo devolvió a los congresos estatales, para que se resuelva democráticamente. Yo soy anti aborto y anti pena de muerte, pero pueden y deben discutirse en el Congreso.
Dos elecciones confirman que Chile no es de extrema izquierda y que los chilenos no quieren refundar ni demoler nada, sino que quieren progresar en paz. El voto obligatorio ha mostrado el Chile real. Por cada octubrista que salió a quemar y robar, había el doble que querían salir a estudiar o trabajar y por cada octubrista que pedía el fin del neoliberalismo había el doble que querían disfrutar de él. Es hora de usar la maquinaria pesada para construir no para destruir; es hora de ser más sobrios en el lenguaje, más templados en las opiniones y más humildes en los objetivos. Chile con el voto obligatorio ha mostrado un camino de mesura y moderación y sus líderes deben seguirlo.
El desafío no es refundacional, sino que modernizador. Chile quiere que el Estado deje de crecer y empiece a mejorar. Que el ejecutivo administre con eficiencia y responsabilidad; que el Congreso legisle pensando en el bien común, no en la próxima elección; que el Poder Judicial aplique la ley y no haga política y que el Banco Central cuide el valor de nuestros sueldos y ahorros.
Queremos que la Constitución reconozca nuestros derechos a la vida, la libertad y la propiedad y a desarrollar nuestros proyectos vitales de la forma que elijamos.
No queremos una constitución que nos diga como ser felices ni que permita que los políticos se metan en todos los aspectos de nuestras vidas.
No queremos que una constitución sirva para exigirle al resto que financie nuestras necesidades, sino una que garantice que podremos disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo.
Los chilenos quieren libertad, para elegir el colegio que eduque sus hijos, el doctor que sane sus heridas y el dios al que encomienden su alma. Quieren igualdad en dignidad y derechos sin privilegios ni preferencias. Quieren que el estado cuide el medio ambiente compatibilizándolo con el humanismo y el desarrollo.
Chile quiere una Constitución hecha desde la tolerancia no del odio, desde la paz no de la violencia y desde la generosidad no del resentimiento. Queremos una Constitución inclusiva, moderna y libertaria, no una excluyente, retrógrada y sectaria. Esa ya la rechazamos y no queremos repetir la experiencia. Lampadia