Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
El vocinglero Daniel Urresti ha enmudecido. Peor aún, ha desaparecido, engrosando la ya famosa lista de perdidos de los morados.
¿Qué ha ocurrido con el bullanguero candidato de Podemos a la alcaldía de Lima? Tiene miedo que le pregunten por su jefe y financista de campaña, el dueño del partido y congresista José Luna Gálvez y su bancada, que son parte de los “niños” mimados de Pedro Castillo y sus secuaces.
En una ciudad en que la proporción de rechazo a Castillo es abrumadora -9 a 1-, el candidato de un grupo sumiso al gobierno, cuyos votos en el Congreso siempre son parte de la alianza deshonesta que lo sostiene, difícilmente concitará la adhesión ciudadana.
Por eso Urresti ha desaparecido, tratando de ocultar su filiación, intentando evitar que los electores lo identifiquen con el grupo al que pertenece.
El dueño del partido, José Luna Gálvez, estaba con prisión domiciliaria hasta que fue electo congresista. Es decir, salió de prisión gracias que posee un partido y dinero para financiar millonarias campañas electorales, fondos que provienen de negocios como la no licenciada universidad Telesup.
Precisamente una de las acusaciones que tiene en su contra es la de liderar la banda criminal “los gánster de la política” que, según la denuncia fiscal, es la que le permitió inscribir fraudulentamente su partido gracias al control que logró en la Onpe, a través del presunto soborno a varios miembros del corrupto Consejo Nacional de la Magistratura.
En suma, un caso típico de uso de la política, de la inmunidad parlamentaria y de la transacción de sus votos en el Congreso para obtener beneficios.
Ese es el jefe al que sirve Urresti, ese es el partido que lo postula a la alcaldía de Lima.
El 1 de agosto de 2014, Urresti, entonces ministro del Interior de Ollanta Humala, presentó en Barranca lo que dijo era un enorme cargamento de cocaína decomisado en un camión de un candidato fujimorista en esa localidad. El canal de TV del Estado dijo que eran 600 kilos de droga. Otros medios hablaron de 400 0 500 kilos de cocaína. Uno de los grandes éxitos de Urresti.
En la conferencia de prensa que pronunció ese día, Urresti sostuvo que había pedido un pesaje exacto de la droga para que yo –que venía denunciando la falsificación sistemática de las cifras con las que pretendía acicalar y adornar su gestión- no siguiera poniendo en duda sus espectaculares triunfos.
Poco después publiqué un artículo donde revelé que la policía y la fiscalía determinaron, luego de los análisis químicos, que en realidad en la camioneta del candidato lo que había eran paquetes de yeso, que Urresti había presentado junto con algunos kilos de droga encontrados en otro lugar. (“Otra mentira de Urresti”, El Comercio, 31/8/14). Allí reiteré “que prácticamente todas las cifras que ha presentado Urresti desde el inicio de su gestión son exageradas o simplemente falsas.”
Así, este individuo construyó una imagen de supuesta eficacia en base a constantes adulteraciones y embustes.
En síntesis, Luna Gálvez, dueño de una universidad espuria y no licenciada, acusado por la fiscalía de corromper magistrados, sale en libertad, visita a Castillo en Palacio, negocia sus votos en el Congreso y eventualmente podría hacerse del municipio de Lima con Urresti.
Este es otro caso que muestra que la corrupción ha penetrado tan profundamente la política y las instituciones, que el problema no puede resolverse simplemente con algunos cambios. Es un círculo vicioso que debe ser cortado con soluciones radicales. Lampadia