Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
“Una auténtica oportunidad liberal con el Tucán habría sido seguramente menos informal, menos liberal, habría sido de saco y corbata, pero habría sido de buenos modales, más republicana y más consistente en el largo plazo. Sin Bedoya, a quien desperdiciamos en varias ocasiones, nos tuvimos que conformar con la versión alternativa.”
Hace 41 años, cuando tenía 12, conocí al Tucán, apelativo con el cual Sofocleto había bautizado a Luis Bedoya Reyes. TU Candidato.
Mi afán por la política era tan evidente que un día, luego de acabada la Asamblea Constituyente, el hermano Alfredo nos invitó a José Antonio Olivares y a mi a debatir los idearios del APRA y del PPC, respectivamente, ante nuestros compañeros de 1° de secundaria en el Colegio La Salle del Cusco. Desde allí me consideré pepecista. De manera que meses después, cuando mis padres, dos maestros primarios del Cusco que admiraban el verbo y las ideas de Luis Bedoya Reyes me llevaron a conocer al Tucán en una cena con simpatizantes, no dudé en ponerme el único terno que tenía y asistir, junto a señores de mucha edad, como el único simpatizante púber.
Humberto Muñiz, un conocido y bonachón comerciante de la ciudad y candidato al Senado, me presentó al líder. Bedoya me estrecho la mano con ternura, seguramente creía que mi presencia no era por iniciativa propia sino por obligación de hijo.
Años después, en la PUC, cuando tenía menos de 20, participe junto a un puñado de estudiantes en el FIDES, el Frente Integrador de Estudiantes Social Cristianos, que acabó con 18 años de hegemonía marxista en el control de la FEPUC, la Federación de Estudiantes Universitarios de la PUC que habían controlado Javier Diez Canseco, Henry Pease o Nano Guerra García. Los sociales cristianos éramos tan pocos que no alcanzábamos para llenar los puestos en la lista de cargos de la FEPUC. Seguía siendo social cristiano.
A finales de los 80s, Luis Bedoya Reyes impulsó junto a Vargas Llosa y Fernando Belaunde el FREDEMO, que ganó la primera vuelta de las elecciones de 1990 con más del 33% de los votos, pero perdió la presidencia en segunda vuelta porque el APRA y la IZQUIERDA se sumaron para llevar a Fujimori, quien prometió hacer todo lo contrario de lo plateado por el FREDEMO. Tardó muy poco Fujimori en traicionarlos y aplicar ad pedem litere, las ideas económicas del FREDEMO, que se habían gestado desde la creación del Movimiento Libertad por MVLL y Hernando de Soto, como respuesta a la estatización de la banca dispuesta por Alan García en 1987. Por eso, no es exagerado decir que Fernando Belaunde, si resucitara y viera que Lescano ha convertido AP en una célula socialista, volvería a morir de inmediato.
Luego del Encuentro Internacional de la Libertad en el verano de 1990 viré al liberalismo sin renegar de mi fe católica. Luego de la derrota de Mario Vargas Llosa parecía que la oportunidad liberal para el Perú se esfumaba, sin embargo, Fujimori le ofreció al Perú una versión liberal alternativa, como siempre existen en nuestro creativo país de juliacas, gamarras o cachinas: un liberalismo chicha, obviamente sin MVLL, ni Bedoya, ni FBT, pero con las ideas que esta alianza había puesto en el debate económico. Como siempre sucede, el producto alternativo nos seduce, parece ofrecer lo mismo a menor costo, llegó inclusive a tener buena performance. Con el tiempo advertimos que no hay como el producto original.
Enrique Ghersi, en un artículo publicado en CEP CHILE explica que la derrota de Vargas Llosa se debió al hecho de “haber abandonado la informalidad como recurso ideológico y espacio político”. Esa informalidad que él junto a Ghibellini y De Soto nos mostraron en el Otro Sendero en 1986. Esa informalidad que sigue definiendo hasta ahora al Perú de hoy 2021.
Una auténtica oportunidad liberal para el Perú en los 90s, con Bedoya y Belaunde como garantes, probablemente no hubiera terminado en el 5 de abril, en las salitas de Montesinos, ni en las re reelecciones. Una auténtica oportunidad liberal con el Tucán habría sido seguramente menos informal, menos liberal, habría sido de saco y corbata, pero habría sido de buenos modales, más republicana y más consistente en el largo plazo. Sin Bedoya, a quien desperdiciamos en varias ocasiones, nos tuvimos que conformar con la versión alternativa.
Hoy, en el mismo verano previo a las elecciones, 31 años después, estamos en la misma encrucijada, esta vez sin Bedoya. El, sin ninguna duda, habría acudido a votar por el PPC aunque no tenga ninguna opción. Era un hombre de partido y de principios.
Tal vez nuestro mejor homenaje sea repensar lo sucedido en estas tres décadas y volver a buscar una auténtica oportunidad liberal para el Perú como aquella que gestó el Tucán y no desperdiciarla. Como ya tengo escrito, para mí esa opción es De Soto, pero sólo el tiempo dirá si este puede ser una posibilidad o si será, como le sucedió al Tucán, otro de los peruanos que desperdiciamos cada cierto tiempo.
Luis Bedoya Reyes, descanse usted en paz. Los peruanos no le dimos el lugar que le correspondía. La historia si lo tiene para usted. Lampadia