La imperecedera proclama de otro cusqueño del Bicentenario: Rafael Ramírez de Arellano.
Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
El Cusco es visto como una región roja. Una zona donde sus ciudadanos son proclives al socialismo en sus diferentes vertientes. Intelectuales de izquierda ha habido muchos. Dirigentes radicales, unos más simpáticos e ilustrados que otros, abundan. Embelesados con las utopías marxistas sobran. Hay tantos que hasta llegan a ser ministros. Sin embargo, el Cusco no es solamente cuna de marxistas y comunistas. Esta ciudad también ha acunado a pensadores liberales que el relato ha eclipsado, distorsionado o ignorado.
En el bicentenario de nuestra Independencia, es oportuno recordar a tres de ellos, cuyo común denominador además del derecho, son sus ideas en defensa de la libertad individual.
- Nos referimos a Rafael Ramírez de Arellano (principios del siglo XIX),
- Víctor J. Guevara (principios del siglo XX) y a
- José Antonio Olivares Morante (recientemente fallecido).
En esta primera entrega me ocuparé del primero de ellos: el jurista liberal Rafael Ramírez de Arellano.
En 1813, Rafael Ramírez de Arellano, escribió una proclama con la cual he querido titular este artículo: “Los verdaderos hijos de la Nación, son los amigos de la Constitución”
En este documento, pionero para su época, Ramírez de Arellano nos deleita con un conjunto de conceptos que para ese momento y ese contexto político aún colonial, eran de avanzada:
- “amor o amistad por la Constitución”
- “soberanía popular”
- “responsabilidad en el manejo del erario público”
- “responsabilidad de los funcionarios públicos por la justicia y los derechos de los ciudadanos”
- “derecho de acción frente a la más leve afrenta a la Constitución”, entre otros.
- “los tribunales de justicia como perseguidores del fraude”
Aquí algunos extractos de este valioso documento que describe el pensamiento liberal de uno de estos otros cusqueños a quienes el pensamiento colectivo no sedujo:
- “De este modo la Constitución es la viva voz del Pueblo en resumida soberanía, inmune del error, del engaño, fraude y tiranía, males que ningún individuo podría elegir para si mismo”.
- “El erario público no será el fomento de una ilimitada profusión, ni se prodigará sin responsabilidad, para reponerlo con opresión.”
- “Todo hombre tiene acción para acusar la más leve transgresión a la Constitución fundamental”
- “Los funcionarios públicos, jamás árbitros en la ley, son responsables en su persona para la inviolabilidad de la justicia, y para que se miren con respeto los derechos individuales de cada miembro de la sociedad”
- “El supremo tribunal de justicia es un argos a cuya vista no se ocultará el más recatado fraude”. [Argos se refiere a una persona muy vigilante].
- “(La Constitución) ella misma escarmentará a esos fanáticos reos de lesa Constitución que tal vez meditan profanar tan sagrada ley y fascinar a los crédulos. Denunciad y señalad con el dedo a esos anti-ciudadanos que a toda luz jamás osarán presentarse. Esos son nuestros enemigos, esos los opuestos a la justicia y la verdadera felicidad intentan perpetuar la degradación de nuestra dignidad y grandeza”.
Después de esta Proclama en pro de la Constitución de Cádiz que fue la primera señal de apertura liberal de la monarquía colonial española y primera expresión de relativa soberanía popular, Ramírez de Arellano fue miembro de Congreso Constituyente de 1822 y del posterior de 1833, que elaboró la Constitución de 1834.
Sus ideas, en tiempos tan oscuros como los que empieza a vivir nuestra patria, son muy actuales, válidas y oportunas. Y su recuerdo una necesaria reivindicación a la intelectualidad local de dos siglos, que no solamente escribe con tinta roja. Su proclama, por lo demás, un slogan oportuno para la hora presente: “Los verdaderos hijos de la Nación, son los amigos de la Constitución”. Lampadia