La propuesta del presidente Vizcarra de adelantar las elecciones para abril del 2020, además de causar daños severos a las inversiones y la economía, a la implantación de las reformas judiciales y políticas, a la lucha contra la inseguridad ciudadana y la anemia; crea riesgos graves a la calidad del próximo período de gobierno.
Efectivamente, más allá de si la propuesta es aceptable o no, en nuestra opinión, así como no se puede prolongar el período de gobierno, tampoco puede acortarse, se estaría haciendo un daño que puede extender la debilidad de gobierno cinco años más.
Veamos los riesgos de unas elecciones apuradas. Se estaría interrumpiendo el cronograma democrático. Este tiene sus tiempos para que el proceso electoral guarde etapas muy importantes. Por ejemplo, el período necesario para que las agrupaciones políticas, una vez consolidadas, se avoquen a desarrollar los planes de gobierno con los que se presentarían a la ciudadanía.
Si se procede con la propuesta presidencial, a las justas habría tiempo para acomodar la estructura y composición de los partidos, agravado por la prohibición de la reelección. Cuando los partidos tengan sus listas más o menos organizadas, tendrían que empezar con la campaña. No habría tiempo para desarrollar los planes de gobierno, y menos para conversarlos y contrastarlos con especialistas y la opinión pública.
Algo gravísimo, sobre todo habida cuenta de la situación del país, luego de los desastrosos gobiernos y desgobiernos de Humala, PPK y Vizcarra.
La economía, la pobreza y la desigualdad, se han ralentizado, producto del menor ritmo de inversión. La inseguridad ciudadana está en uno de sus peores momentos. La prevalencia de la anemia infantil es indignante. La confrontación política a los proyectos de inversión esta desbocada y sin control. La confianza en la clase política pasa por uno de sus momentos más agudos.
Estos problemas requieren del próximo período de gobiernos, condiciones muy especiales, para revertir los problemas y reengancharnos en la senda del desarrollo sostenido. No podemos tener otro período de gobierno en el que el Perú siga retrocediendo y no salga de este pernicioso marasmo que ha malogrado una de las recuperaciones económicas y sociales más notorias de la historia, el haber pasado de un ‘Estado Fallido’ (1990), a la condición de una ‘Estrella Internacional’ (2011).
Es pues irresponsable jugar con la calidad del próximo período de gobierno. Esperamos que la prueba de la realidad, permita aún el entendimiento entre el Ejecutivo y el Congreso, y podamos evitar consecuencias tan perniciosas.
Ya pasó el momento de la euforia política, ahora toca la ponderación. Lampadia