Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 3 de julio de 2023
Para Lampadia
La institución que mejor representa a una ciudadanía en una democracia es el Congreso de la República. Eso dice la teoría. Sin embargo, yo discrepo de ello. Ciertamente hay corrupción y gente mala en nuestra sociedad, pero no al nivel de la mayoría de congresistas. El Congreso peruano no representa a los peruanos; representa a lo peor de lo peor de nuestra sociedad. ¡Eso sí!
“Kakistocracia”, el gobierno de los peores
Del griego κάκιστος (kàkistos), el peor y κράτος (kratos), gobierno
La salud es una nobilísima profesión. El juramento hipocrático que hacen los graduados de medicina constituye un compromiso de fidelidad total a la confianza de los pacientes y de la sociedad. Los médicos y enfermeras, en general, practican más que nadie la compasión, la justicia, la honestidad, la abnegación y el profesionalismo… excepto, aquellos médicos crueles y corruptos, de nuestros hospitales públicos.
Claro que hay médicos y enfermeras extraordinarias en el Estado, pero hay también de los otros. Los casos de corrupción en el Ministerio de Salud, en EsSalud, y en los hospitales y centros de salud públicos son escandalosos: coimas por doquier, médicos que abandonan a sus pacientes para atender en consultorios particulares, robos de medicamentos y equipos hospitalarios, cobros por lo bajo… crueldad y maltrato a más no poder. La salud pública en nuestro país congrega a un puñado de lo peor de lo peor de nuestra sociedad.
Nuestro Sistema de Justicia es indolente, ineficiente y, contrario a su esencia y razón de ser, muy injusto. Sin embargo, como en todas las instituciones del Estado, claro que hay excelentes jueces y fiscales: bien preparados, objetivos, justos, valientes; incluso misericordiosos, como deben ser los buenes jueces y fiscales. Pero, lamentablemente, también hay “jueces y fiscales de cuellos blancos”. Es decir, magistrados amorales… y corruptos ¡hasta la pared de enfrente! Por ellos, nuestro Sistema de Justicia está infestado de lo peor de lo peor de nuestro país.
La Policía y Fuerzas Armadas también tienen vela en este entierro. Salvo los estupendos policías y militares que nos cuidan y defienden con valentía y abnegación, también tenemos mucha podredumbre en el seno de nuestras fuerzas del orden. Para muestra, basta el botón que sacó a relucir el inefable Pedro Castillo que cobraba, no se sabe si US$ 20,000 o US$ 40,000 en efectivo, por los asensos de los altos mandos de la Policía Nacional del Perú. ¡Qué quieren que les diga!
¿Y los militares que alquilan sus armas a los narcos o terroristas en el VRAEM? ¿Y aquellos que protegen a las avionetas para que aterricen y despeguen con la droga, sin problemas? Lo peor de lo peor está también en nuestras Fuerzas Armadas y Policiales.
Y cierro con el Poder Ejecutivo: presidentes y ministros, gobernadores y consejeros regionales, alcaldes y regidores municipales. Salvo muy escasas y honrosas excepciones, ¿cómo así, lo peor de lo peor de los peruanos ostentan los más altos cargos del Gobierno?
Es verdad, muchos gobernantes están presos, precisamente por corruptos. Pero de eso no se trataba. Se trataba de elegir a los mejores peruanos para que nos gobernaran con integridad y eficiencia. Pero no. Lejos de elegir a los mejores, tuvimos que elegir a lo peor de lo peor. La pregunta es ¿por qué?
Yo creo que la madre del cordero está en nuestra legislación de Partidos Políticos, y en nuestras autoridades electorales: el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Claramente, la Ley de Partidos Políticos está hecha para atraer al Estado, lo peor de lo peor de nuestra sociedad. La desmedida proliferación de partidos políticos lo dice todo. ¡Cómo es posible que tengamos más de 20 partidos políticos inscritos, y 10 o 15 más en proceso de inscripción! ¡Sólo en nuestro país!
Así las cosas, los partidos políticos – casi todos – han devenido en negocios de venta de candidaturas políticas… ¡quién da más! Y los mejores postores, ya se sabe quiénes son: narcotraficantes, dueños de universidades bamba, lobistas profesionales, traficantes de terrenos, falsos magísteres y doctorados, delincuentes, mafiosos, proxenetas… es decir, lo peor de lo peor de nuestra sociedad.
Nada que ver con aquellas organizaciones políticas con idearios, planes de gobierno, centros de investigación, escuelas de formación política y de gestión pública, y demás.
Por último, en los procesos de inscripción de candidaturas políticas, el JNE excluye, por motivos insignificantes, a muchos candidatos mejor calificados que aquellos que el Jurado, descaradamente, quiere favorecer. Así, quedan en carrera lo peor de lo peor como únicas opciones para nosotros, los electores. ¡Patético!
PROPUESTA: Modificar la Ley de Partidos Políticos para que queden pocos partidos de verdad. ¡No 30! Depurar y renovar, de pies a cabeza, el JNE y la ONPE. ¡No hay derecho que, en materia electoral, los peruanos estemos a merced de gente que provenga de lo peor de lo peor de nuestra sociedad!
Con mejores partidos políticos, y con mejores autoridades electorales, todo lo demás vendría por añadidura. Mejorarían los procesos electorales, y así podríamos elegir a los mejores peruanos para que nos gobiernen.
Sin embargo, por nuestro lado – los ciudadanos de a pie – debemos rebelarnos frente a la corrupción y maltrato estatal. Nuestra mansedumbre de los últimos años no nos está llevando a buen puerto.
Para lograr el Perú unido, próspero, justo y feliz que merecemos, debemos echar del Estado a lo peor de lo peor de nuestra sociedad. Lampadia