Rafael Venegas
Para Lampadia
El título de este recordado spaghetti western, protagonizado hace muchos años por Clint Eastwood, me vino a la memoria mientras analizaba amargamente todo lo que hemos pasado y perdido en los últimos tres años, después de que nuestro país viviera las dos mejores décadas de los últimos 70 años.
Entre los años 1999 y 2019, tuvimos un crecimiento y desarrollo económico ininterrumpido y nuestros indicadores macroeconómicos, incluyendo las reservas internacionales y las voluntarias, se convirtieron en la envidia de la región.
Además, como es natural cuando hay crecimiento económico en democracia, se consiguieron grandes logros en el frente social, ya que el empleo (y subempleo) se incrementaron a cifras nunca vistas, lo cual generó una dramática reducción de la pobreza, del 58% al 20% y la pujante, emprendedora y consumidora clase media se duplicó, convirtiéndose en el motor de la economía.
Todo esto gracias al capítulo económico de la Constitución del 93 (C93), que este año cumple treinta años al servicio del país y de su población y que un grupo de peruanos equivocados, que siguen consignas obsoletas del extranjero, quieren cancelar. ¡Una verdadera estupidez!
En ese periodo, la población se enfocó en el trabajo y en la superación económica y social, pero lamentablemente dejó descuidado el frente político. De esto se aprovecharon los peruanos vende-patria e inmorales que, a través del adoctrinamiento político, el copamiento del estado, la descarada corrupción con impunidad y valiéndose maliciosamente de la crisis sanitaria, minaron todo lo bueno conseguido con mucho esfuerzo y propiciaron el rápido retorno del péndulo.
Escribir sobre todo LO MALO y LO FEO que viene sucediendo a diario en nuestro país se ha convertido en el pan de cada día y a estas alturas sólo sirve para seguir alimentando a nuestra voraz frustración y amargura.
Sin embargo, no hay mucho que se diga o que se haya dicho sobre las acciones positivas – LO BUENO-, a pesar de que son la causa de que los vende-patria comunistas y sus tontos útiles no hayan podido conseguir sus malévolos objetivos y seguramente no conseguirán.
Las acciones MALAS y las FEAS son muchísimas más, pero las BUENAS, así sean mucho menos, se deben resaltar y reconocer.
Sin duda que la acción positiva de mayor relevancia ha sido la gran resistencia de nuestra macroeconomía, para enfrentar eficazmente a las múltiples crisis generadas por la pandemia y por los gobiernos delincuenciales, mentirosos y corruptos del avispado lagarto y del incapaz reyezuelo.
La fortaleza de nuestros excelentes indicadores macro y de las reservas generadas por el crecimiento económico y la disciplina monetaria de los últimos veinte años, han sido una gran barrera de contención que, a pesar del deterioro, nos ha permitido mantenernos macroeconómicamente, sin que la inflación y la devaluación se hayan desbocado.
Esto, sin duda, se debe al eficaz manejo independiente y profesional del Banco Central de Reserva, cuya autonomía, así como los candados que no permiten el despilfarro público ni el uso de la tristemente célebre “maquinita”, es otro de los grandes aciertos consagrados en la Constitución del 93.
Esto no sólo es reconocido localmente sino también ha trascendido fronteras. Los analistas internacionales se preguntan: ¿Por qué, a pesar de la tremenda crisis política, el Perú mantiene su macroeconomía sólida y estable?
La respuesta la reconoció el periodista del Miami Herald y CNN, Andrés Oppenheimer, quien escribió recientemente: “El Perú es el país de la región más inestable políticamente (seis presidentes en seis años), pero uno de los más estables económicamente. Esto se debe a que tiene un Banco Central ferozmente independiente”.
La otra buena noticia es que se ha podido comprobar, dado los frustrados hechos de violencia recientes, que la población del Perú no es comunista, rechaza rotundamente el radicalismo y la violencia y privilegia el trabajo y la paz.
Esto, a pesar de todos los esfuerzos doctrinarios comunistas, así como de su infame propaganda basada en la mentira descarada, el cinismo, el odio, el divisionismo y la permanente victimización. ¡Esta es una verdad, que le debe estar doliendo mucho al enemigo!
Otro tema positivo que considerar dentro de lo bueno aprendido, es el respeto a la Constitución y al uso correcto de sus mecanismos para los casos de mayor trascendencia, como la denegación a una absurda asamblea constituyente para cambiar la C93, así como la vacancia e inmediata detención del mandatario por intentar dar un golpe de estado y cerrar el Congreso.
La Fiscal de la Nación y su entorno cercano, gran parte de la oficialía mayor de las FFAA y la sufrida policía de a pie, que pone el pecho para defender la constitución, han destacado valientemente en este frente.
Definitivamente hay otras buenas acciones que podríamos identificar, pero estas tres sirven como ejemplo de que no todo es MALO o FEO, sino que también hay de lo BUENO y si las podemos resumir en una sola frase, esta sería: “GRACIAS A LA CONSTITUCIÓN DEL 93”.
Por supuesto que, luego de treinta años, la C93 necesita algunos ajustes y actualizaciones, para lo cual basta que se aprueben ciertas reformas, pero de ninguna manera una asamblea constituyente para cambiarla totalmente, como pretenden y vociferan los vende-patria para eternizarse en el poder y someter a la población.
Lo que sí está muy claro es que debido a ella se generó el crecimiento económico, el aumento del empleo y la drástica reducción de la pobreza en las dos décadas pasadas. También a ella le debemos las BUENAS acciones defensivas que nos han servido para resistir las múltiples crisis y los malévolos embates de los movimientos totalitarios de la izquierda radical.
¡En estos tres últimos años han sucedido cosas muy MALAS y otras muy FEAS, pero sin duda que también hemos sido testigos de cosas BUENAS! Lampadia