Jorge Trelles Montero
Para Lampadia
A muchos les ha sorprendido la tregua que se ha establecido entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, sin reparar que ni siquiera en las guerras se pelea todo el tiempo, hay batallas y, entre ellas, hay siempre un cese temporal de hostilidades, es decir, treguas. En este caso hay treguas porque hay un conflicto donde ninguno tiene el poder de vencer al adversario. También, porque en este caso, los ciudadanos son decisorios para determinar quién ha de ser el ganador y ellos tampoco soportan el espectáculo sin que haya treguas.
En verdad, la “tregua” esconde lo que en verdad sucede, esto es la confrontación entre el Parlamento y el Poder Ejecutivo, y que tiene toda la apariencia de poder durar más de lo debido.
En efecto, el Poder Legislativo no tiene la fuerza suficiente para derrotar al Congreso porque no todos los congresistas están del lado del Congreso de modo que la mayoría carece de los votos suficientes para vacar al presidente Castillo y ganar.
De otro lado, al Ejecutivo solo le queda la esperanza de que errores en la conducta del Congreso le permitan dos Consejos de ministros censurados y en consecuencia la posibilidad de disolver el Congreso y llamar a nuevas elecciones parlamentarias.
Estas deberían realizarse en un plazo de 4 meses y el tiempo que dura la realización de estas y la instalación del nuevo Congreso le daría un plazo más que suficiente para ejecutar lo que quisiera ya que durante ese tiempo el Poder Ejecutivo legisla como si fuese Poder Legislativo. Imagínense lo que podrían hacer el presidente Pedro Castillo y su socio Vladimir Cerrón con esos poderes y en ese tiempo. Dicho sea de paso, por eso el Poder Legislativo no puede censurar al próximo Consejo de Ministros, por más impresentable que este sea – y lo es-. El camino Constitucional tiene que ser darle la confianza y a continuación censurar al grupo de indeseables que se requiera, para no regalarle al Poder Ejecutivo las balas de plata con las que terminaría con este Congreso.
Si se trata de aventurar un pronóstico, creo que el Poder Legislativo está ganando. Muy poco queda del hombre del sombrero avasallador, que afirmaba que convocaría a una asamblea constituyente para establecer un régimen a la venezolana, socialista y en el que nuestra soberanía se diluiría bajo el poder de Bolivia, Venezuela y Cuba. La fuerza del Congreso, de la prensa y de dirigentes de partidos políticos sin lugar en el Congreso, están salvando al Perú democrático y algún día, luego de la victoria habrá que rendirles publico homenaje. El presidente se ha transformado del mesiánico profesor de nuestros villorrios olvidados en un líder zamarro de pandilla y además en un personaje muy ignorante e ineficiente.
Además, la mayoría del Congreso, que al principio estaba formada por varios grupos políticos sin mayor comunicación ni objetivos comunes, se está convirtiendo en una fuerza cada vez más orgánica y organizada, lo que aumenta apreciablemente su poder frente al Ejecutivo y los aliados de este en el Congreso.
Ojalá ese camino termine en una coalición que, teniendo en cuenta el papel especial que tiene el Estado en sociedades con todavía mucha pobreza y desigualdad, proponga un programa común de desarrollo dentro de una economía social de mercado.
Por último, la ineficiencia y corrupción del Poder Ejecutivo hará que cada día sea más rechazado por la gente y que, como consecuencia, sus ahora aliados en el Congreso lo abandonen y el mágico numero de 87 votos para la vacancia se alcance y sobrepase. Como para decirles a los congresistas de la mayoría: siéntense a la puerta del Congreso (no metan la pata) y verán pasar el cadáver político del profesor.
Ahora bien, el tema es más complicado, porque el Congreso no ha mejorado su respaldo popular, y la ciudadanía quisiera que se vayan todos. Cómo no reflexionar en el parecido con lo que en la historiografía francesa se denomina “la reaction thermidorienne”, es decir, el rechazo a los políticos y la aventura militar. Felizmente la creencia en los valores democráticos es mucho más fuerte ahora que en esa época.
También es complicado porque en esta situación de enfrentamiento no habrá ni inversión, ni empleo, ni un Estado que cumpla sus tareas medulares en la educación, la salud y la seguridad y en general en el manejo adecuado de la cosa pública. Lampadia