Nuevamente los medios atacan en comparsa a un funcionario público decente que ha sido víctima de una oscura maniobra, por parte de otro que acumula un rosario de perlas negras.
Alfredo Thorne, el Ministro de Economía y Finanzas, fue grabado (directa o indirectamente), en forma ilegal por el cuestionado Contralor de la República, luego se editó una conversación evidentemente manejada, y se mostraron elementos que siembran sospechas sobre el ministro.
Casi sin tomar aire, muchos medios de comunicación, como es usual, se tiraron contra el ministro, poniendo su seriedad en cuestión. Incluso al día siguiente de la denuncia del canal 5, en una radio de audiencia nacional matutina, en conversación con el ministro, se insistía en ver cómo se podía encontrarlo en falta.
Fuente: billtell.com
Un principio fundamental de la justicia es la presunción de inocencia. Un derecho ciudadano en los países más civilizados del planeta, incluyendo al Perú. Pero, para muchos medios de comunicación, pareciera que la justicia no está en sus manuales, su principio sería lo contrario: asume culpabilidad, insiste con todo lo que tengas, no importan los daños personales y no te preocupes de pedir disculpas luego, cuando las cosas se vean mejor.
Algunos creen que con llamar a esto ‘prensa amarilla’ es suficiente para tomarlo como parte de la normalidad de nuestros días. Esto no es prensa amarilla, esto es un abuso cometido por entes que tienen uno de los mayores privilegios que da la sociedad, el de opinar en libertad. Los medios son entes que tienen y deben tener toda la protección de la ley para ejercer su oficio sin cortapisas. Pero precisamente por esa razón, la sociedad debe esperar de ellos, un comportamiento responsable, por lo menos de parte de aquellos que reclaman para si mismos, solvencia moral y tradición.
El Lampadia hemos cuestionado el manejo de la economía por parte del ministro Thorne. Hemos dicho que necesitamos un ministro del ‘vaso medio lleno’ y no uno del ‘vaso medio vacío’. En las actuales circunstancias, necesitamos un ministro que nos active las adrenalinas del entusiasmo por todo lo que podemos hacer y no alguien que nos haga tomar ‘paciflorín’. Pero Thorne y su equipo, son gente decente que merece un mayor respeto por parte de todos los estamentos del Estado y por los medios.
A nosotros nos parece que cuando se presenta un evento de esta naturaleza, una disputa entre alguien que tiene una foja de servicios limpia y alguien cuestionado, se debe dar el beneficio de la duda al de la foja de servicios limpia. Los buenos ciudadanos probados, no deben ser atacados y desprestigiados sin ponderar los hechos con responsabilidad.
Algo muy parecido sucedió con la acusación de manipulación de audios contra José Chlimper, caso en el que hasta lo más encumbrado de la prensa, condenó apuradamente y sin contemplaciones a Chlimper. Es cierto que en ese caso, la coyuntura política puede haber llevado al uso de malas artes, pero, insistimos: los ciudadanos de probada contribución cívica, los que ostenten una foja de servicios limpia, tanto en el sector público como en el privado, pero con mayor razón, los que asumen el sacrificio personal de servir en el Estado; merecen, por lo menos, el beneficio de la duda.
En el caso del Contralor en cuestión, en Lampadia escribimos el primero de agosto (2016): Para un Estado efectivo y probo, requerimos otro Contralor. Nosotros, como se critica estos días, no esperamos a tener un interés político para cuestionar al Contralor. Sus primeras declaraciones mostraban que se había nombrado a alguien inadecuado para una función tan importante. Entonces dijimos:
El nombramiento de Alarcón como Contralor se hizo de forma apurada en los últimos días de la legislatura de uno de los peores Congresos de nuestra historia. No solo eso, se nombró al segundo de la Contraloría (Alarcón) de un gobierno (saliente) acusado de eventos de corrupción mayores vinculados a las inversiones del Estado. Y por si eso fuera poco, Alarcón estaba cuestionado por una operación inmobiliaria que debía ser plenamente aclarada antes de ningún nombramiento. Pero el habilidoso Edgar Alarcón, se las ingenió para recibir la bendición de PPK, tras una corta visita a su domicilio.
Como dicen los proverbios, ‘no solo hay que ser, también hay que parecer’. Pero incluso más allá de pareceres, acá tenemos un caso claro de incapacidad para una función vital que debe ejercerse con las mejores técnicas de control, con criterios que van mucho más allá de la contabilidad tradicional.
¿Qué debemos hacer?
Entre otras cosas, un buen contralor debería preocuparse por que se establezcan procedimientos transparentes para las adquisiciones, contrataciones y asociaciones del Estado. Ese es el primer proceso de control previo que se necesita.
Esta situación debe ser corregida a la brevedad posible. Para ello hay dos alternativas, que el Congreso revoque el nombramiento, o que el señor Alarcón renuncie en un acto de dignidad.
Valga pues la ocasión para reiterar nuestro pedido de licenciamiento del Contralor y nuestra crítica a que se estén utilizando grabaciones secretas con los funcionarios del Estado, y peor aún, que éstas sean llevadas a la hipérbole por medios irresponsables.
Un antecedente de ésta mala práctica (de grabar a un funcionario importante), se habría producido, según se comentó en su momento, cuando el entonces Ministro de Economía, PPK, habría sido grabado por la Jefa de la Sunat.
Aprovechemos la oportunidad para definir de una vez por todas, las características de una buena contraloría, una labor esencial para el buen manejo del Estado, pero que debe desempeñarse sin amedrentar a los funcionarios de Estado, sin inhibir sus decisiones basadas en criterios razonables y sin alentar la cacería de brujas.
Repetimos, ‘un buen contralor debería preocuparse por que se establezcan procedimientos transparentes para las adquisiciones, contrataciones y asociaciones del Estado. Ese es el primer proceso de control previo que se necesita’. Lampadia