Ya no se enseña Educación Cívica en los colegios. Nuestros jóvenes están invadidos por la televisión basura. Los medios de comunicación están en la búsqueda del rating, difundiendo malas noticias, escándalos, accidentes, crímenes y entretenimiento barato.
Un proceso electoral debiera ser una ocasión para que los ciudadanos, cotidianamente dedicados a sus quehaceres, tengan la oportunidad de recibir buenos diagnósticos sobre la realidad nacional, sobre nuestras oportunidades de desarrollo, sobre las lecciones de otros países, sobre desarrollos y políticas que podríamos emprender para llevar al país a la realización de sus anhelos y necesidades. Y, de manera muy importante, para comunicar, como dice la canción: “Para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita”. Que los logros más importantes solo pueden darse con enfoque, esfuerzo y perseverancia.
Lamentablemente, nada de esto se aprecia en los procesos electorales. El típico comportamiento de los candidatos, va más por la crítica que por el diagnóstico. Por la querella con los adversarios, más que por inculcar sentido de pertenencia nacional. Por las propuestas populistas, más que por la explicación de las relaciones causa-efecto sobre lo que funciona y no funciona para el bienestar común. Por lo que se entiende por ‘políticamente correcto’, más que por lo ‘socialmente correcto’, inculcando la necesidad del esfuerzo ciudadano y las acciones colectivas necesarias para superar nuestras deficiencias y retos.
Un ejemplo que nos ha hecho reflexionar sobre esta realidad es el tema de las regulaciones laborales que, todos sabemos, son inconducentes a la creación de más y mejor empleo, objetivo número uno de la sociedad y la política. No solo nos distinguimos por tener una de la legislaciones laborales más rígidas del planeta, tal vez un concepto intangible y difícil de entender por el ciudadano común. Sino que convivimos con un nivel de informalidad laboral (algo muy tangible a todos), que solo trae una muy mala calidad de vida a nuestros trabajadores.
Como hemos reportado y comentado en Lampadia la semana pasada, Francia, el reino de la rigidez laboral y las políticas del socialismo europeo, que lamentablemente, han sido la inspiración de nuestra clase dirigente, ha planteado una reforma laboral muy drástica para superar la falta de empleo, la desocupación de sus jóvenes y la pobre competitividad de su economía. Ver en Lampadia: Francia opta por la flexibilidad laboral – El altar del laboralismo se rinde a la ‘dura prueba de la realidad’.
Pues, en el Perú, la necesidad de hacer una buena reforma laboral, no solo está proscrita del diálogo político electoral, como indicamos en el artículo indicado líneas arriba, sino que también está enterrada en los cajones de las editoriales de los medios de comunicación. Esta importante noticia sobre la reforma francesa, no ha sido reportada por ningún medio de comunicación nacional, con excepción nuestra. Como suena, nadie la ha recogido, informado y, por supuesto, menos, analizado. Una vergüenza.
Lo mismo pasa con el tema del agua. Poco a poco, todos los candidatos se van alistando en las críticas al sector minero, desconociendo la necesidad que tenemos de sacar adelante los proyectos que están ‘a punto de caramelo’, un tema íntimamente vinculado, en el imaginario popular y mediático, al agua.
En lugar de aprovechar los oídos de los ciudadanos, aguzados por el proceso electoral, para explicarles que el Perú es uno de los diez países con más disponibilidad de agua en el mundo y, que lo que tenemos que hacer es aprovecharla: cosechándola, canalizándola e infiltrándola; prefieren seguir construyendo los muros de los mitos que nublan nuestra visión.
Asimismo, con el desastre de la Carretera Central, donde el gran problema está causado por regulaciones licenciosas, que responden a la penetración política de las mafias del transporte que nos han llevado a tener en circulación camiones de 60 toneladas, prohibidos, inclusive, en las grandes autopistas de EEUU. Nadie quiere perder el apoyo de los malos gremios de transportistas para no perder unos cuantos votos. Ver en Lampadia: El síndrome de la Carretera Central
Todo esto, por supuesto, va en contra de la mayor cantidad de votos, los de los sufridos ciudadanos, la gran mayoría de electores, que tienen que padecer pésimas condiciones laborales, falta de agua y el suplicio de la Carretera Central.
Así pasaba hace unos años, cuando la política de desarrollo alentaba a los industriales mercantilistas, sobreprotegidos por las ideas cepalinas de la sustitución de importaciones, a costa de los ciudadanos que nos la teníamos que ver con productos carísimos y de mala calidad, cuando no, simple y llanamente, con la escasez. Eso se superó en los años 90 con la gran Constitución de 1993, pero parece que no hemos aprendido.
Exijamos a los candidatos que sean más responsables. Estamos seguros que el primero que diga las cosas como son, y ofrezca a nuestros jóvenes el espacio de vida que estuvieron buscando cuando pensaban migrar (a economías de mercado, como EEUU, Europa antes de la crisis y a Chile), en su propia Patria, con sus familiares, sus amigos, sus costumbres y su comida, habrá encontrado la ‘piedra filosofal’ del buen líder victorioso. Lampadia