Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
Los cambios en el gabinete ministerial al parecer lo han mejorado. En estas dos semanas turbulentas, destacó Alberto Otárola en el Ministerio de Defensa, asumiendo el liderazgo y manteniendo una firme posición frente a la violencia desatada por los secuaces de Pedro Castillo. Probablemente influyó decisivamente en las medidas que, aunque tardíamente, se adoptaron y que han ido surtiendo efecto para recuperar la normalidad.
Ante la desorientación del PCM Pedro Angulo, que indudablemente no tenía las condiciones para ese cargo en estas circunstancias, Otárola tomó la conducción en diversos terrenos. Incluso anunció la remoción de los prefectos que dependen del Ministerio del Interior –muchos de los cuales organizaron los disturbios-, ante la pasividad del extraviado César Cervantes, un inútil que llegó al grado de general de la PNP y luego a jefe de la institución porque era un obsequioso adulador de los caviares que han ocupado ese ministerio.
En general, el gabinete ministerial no destaca por la brillantez de sus miembros y no se puede esperar grandes mejoras en la conducción del Estado. Pero a estas alturas, sería suficiente que cumplan con un mínimo de tareas esenciales.
Para empezar, que no roben como casi todos los funcionarios que entraron con Castillo y su gavilla, ni que repartan los puestos públicos a esbirros, parientes y allegados, ni a los numerosos “niños” que habitan en el Congreso. Luego, que limpien las entidades públicas de esa plaga de langostas que ingresó a partir del 28 de julio del año pasado.
Es poco pedir, pero después de la catástrofe que ha vivido el país en el último año y medio, tampoco se puede esperar que el olmo produzca peras. En especial, considerando que Dina Boluarte fue socia y cómplice de Castillo y Vladimir Cerrón hasta hace muy poco.
Un asunto muy importante que tendrá que manejar el gobierno también, es la posibilidad que intenten sancionar a militares y policías que hicieron uso legítimo de sus armas para enfrentar a las turbas que atacaban, incendiaban y destruían.
Ya los caviares, incluyendo a los que ocupan la acéfala Defensoría del Pueblo, están pidiendo investigaciones y castigos. Eso es inadmisible.
Cuando se producen muertes que involucran la acción de policías y militares, las instituciones siempre desarrollan una indagación. Eso es normal. Pero los caviares lo que pretenden es que se considere culpables a los efectivos que participaron deteniendo a las turbas violentas y evitando que cometieran más desmanes.
Con ello quieren amedrentar a las fuerzas del orden y disuadirlos de actuar en el futuro. De esa manera, los violentistas tendrían el terreno despejado para imponerse sobre la mayoría del país.
Ya el gobierno cometió un error al invitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), una institución controlada por los caviares que, sin duda, va a abonar en la venenosa tesis de sancionar a los efectivos militares y policiales que lograron frustrar la asonada desatada por los secuaces de Castillo.
Es de esperar que con Otárola al frente de PCM, se rechace con toda energía esa corrosiva estrategia caviar. A fin de cuentas, él es el principal responsable de la respuesta del Estado por el cargo y el papel que desempeño en los momentos más críticos.
Otrosí digo. Otro nombramiento positivo es el del general David Ojeda como Comandante General del Ejército. Era el número dos de la institución y todas las referencias indican de qué se trata de un oficial correcto e institucionalista. Lampadia