CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
La última propuesta de Verónika Mendoza es nacionalizar el gas de Camisea, con lo cual liquidaría las posibilidades de inversión privada en hidrocarburos. De hecho, las trabas burocráticas y los conflictos sociales ya han disminuido sensiblemente la exploración y, como en ocasiones anteriores, la riqueza sigue bajo tierra sin que nadie la aproveche, mientras millones de peruanos caen en el desempleo y la pobreza.
Y es precisamente Mendoza, la heredera y continuadora de los grupos de izquierda que en la década de 1980 impidieron la explotación del gas de Camisea, la que tiene la desfachatez de insistir en su fracasada fórmula.
Como recordé en otro artículo (“Campañas de divulgación y política”, Lampadia, 4/2/21), en el primer gobierno de Alan García, las izquierdas que eran muy fuertes en el Parlamento realizaron una feroz campaña para impedir que la empresa Shell, una de las más grandes e importantes del mundo, que había descubierto los yacimientos de Camisea luego de invertir muchos millones [400 millones de dólares] de dólares, lo explotara.
Triunfaron y perjudicaron al país, pues recién el 2001, en el gobierno de Alejandro Toledo, y gracias al empuje de los ministros Jaime Quijandría y Pedro Pablo Kuczynski, el proyecto se reinició y en solo tres años se puso en marcha, se construyó el gasoducto y se empezó a producir electricidad abundante y barata que fue fundamental para posibilitar el espectacular crecimiento de más de una década que tuvo el Perú.
No es casualidad que uno de los líderes que destruyó la posibilidad de explotar Camisea en la década de 1980, Manuel Dammert, diputado de la Izquierda Unida en esa época, fue congresista de Ollanta Humala durante su gobierno -su lema fue “balón de gas a 12 soles”-, y después en el grupo de Verónika Mendoza el 2016.
Ni que decir del compromiso de Mendoza para impedir el desarrollo de Tía María e indultar a los lentejeros que han sido sentenciados por el Poder Judicial.
En suma, los mismos que causaron un enorme daño al país paralizando la posibilidad de explotar el gas y deteniendo el desarrollo de la economía, hoy, cuando gracias a que el Estado permitió que la iniciativa privada realizara una obra que ha beneficiado largamente a los peruanos, vuelven a tratar de destruir y arruinar lo que se ha avanzado debido a la colaboración pública-privada.
Y desgraciadamente los que se presentan abiertamente como izquierdistas y estatistas no son los únicos. Yonhy Lescano, de Acción Popular, que encabeza las encuestas, también pretende volver a una variante de nacionalización de la minería y, por supuesto, quiere una nueva Constitución, señal que identifica claramente a los populistas de izquierda.
George Forsyth también cree haber descubierto una mina de votos en este tema y dice “que se revisarán los contratos de mineras”. (“Gestión”, 16/3/21).
El asunto es que la ola populista izquierdista está creciendo y cada vez más candidatos se suben a ella. Si alguien cree que esa ola amainará el día de las elecciones y que en un posible gobierno populista no harían lo que ahora anuncian, se están equivocando. Serían probablemente peores. Lampadia