Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Los destinos turísticos no mueren de causa natural. Los matan. Detrás de la desaparición de importantes destinos turísticos del mundo como Beirut o Acapulco, está la mano violenta del hombre, del crimen, de la violencia política o social. El destino de Machupicchu (y del turismo al Perú), puede ser el mismo, si no se actúa ya.
Beirut era hasta 1975 la suiza de Oriente Medio. Su principal centro financiero y un centro turístico muy importante en el Mediterráneo. Una guerra civil lo borró del mapa turístico.
Acapulco, que fuera el principal destino turístico del pacífico mexicano, hoy día es una de las ciudades más violentas de México y por supuesto, ha dejado de ser un destino turístico mundial.
La violencia desapareció esos destinos turísticos. La violencia puede causar la muerte de Machupicchu si no actuamos ya.
Ayer ingresaron a Machupicchu poco más de 200 visitantes (ingresaban más de 5,000 cada día en el año 2019). Durante los paros del mes de diciembre los trenes dejaron de transportar más de 40,000 personas, entre pobladores y turistas nacionales y extranjeros.
Estas son solo un par de cifras de la crisis actual de este destino turístico. Su gravedad se multiplica si se analiza la cantidad de pasajes de avión perdidos, pasajes de transporte terrestre cancelados, noches de hospedaje o tours cancelados y se advierten los miles de mozos, guías, trabajadores hoteleros, porteadores, taxistas, trasladistas y muchos otros más afectadas en el Sur y en todo el país. La cantidad de emprendedores quebrados y en insolvencia, es aún más dramática.
La causa de todo esto es la violencia. No la guerra religiosa entre musulmanes y cristianos que destruyó Beirut, ni los ajustes de cuentas de los carteles mexicanos que destruyeron Acapulco. Son los actos de violencia que alienta, impulsa y financia nuestra izquierda en su vergonzosa defensa de Castillo, sus fechorías en el gobierno y la pérdida de poder que han sufrido el pasado 7 de diciembre.
La muerte de Machupicchu como destino turístico tendrá responsables. Que no nos cuenten otro relato, ni busquen otros culpables.
- Usted que me lee, cuando su hijo no consiga trabajo como guía de turismo o mozo, no me eche la culpa a mí ni a la derecha o a Dina Boluarte. Busque a Bermejo, a Bellido, a Verónica Mendoza, a Sigrid Bazán y a todos aquellos que justifican las protestas de estas semanas.
- Usted, que tiene su agencia, su puesto en el mercado artesanal o su quiosco de gaseosas y va a tener que cerrar, no le eche la culpa al centralismo, al liberalismo o a la Constitución de 1993, simplemente vea por quien voto, a quien respaldo y asuma las consecuencias de haberle dado poder a quienes lo están desapareciendo.
- Usted que mira desde lejos lo que sucede en el Sur y cree que este es lío de serranos, no se queje cuando su hija pierda el empleo en la línea aérea, el hotel, el restaurant, la sala de masajes o el casino en Trujillo, Lima o Máncora donde van los turistas que llegan por Machupicchu y que dejarán de venir al Perú.
¿Vamos a permitir todo esto? ¿Vamos a dejar que la izquierda, que ya destruyó las instituciones, el gobierno y la economía de todos los peruanos llevándonos a cerca del 10% de inflación, destruya también una de nuestras principales fuentes de empleo digno?
¿Los peruanos vamos a dejar que la injerencia extranjera de Evo, AMLO o Petro destruyan nuestro principal destino turístico?
De ninguna manera. Es hora de actuar.
El Turismo debe ser declarado en EMERGENCIA y tanto el Congreso, como el Gobierno deben actuar para preservar el empleo, el ingreso y el futuro de millones de peruanos. Lampadia