CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
Luego de la fraudulenta e ilegal proclamación de Pedro Castillo por el cuestionado Jurado Nacional de Elecciones (JNE), han arreciado las críticas -y a veces insultos- de algunas personas contra algunos líderes del campo democrático, en particular hacia Keiko Fujimori.
Eso, en mi opinión, es un error. Salvo que alguna persona o grupo político abandone la lucha contra el comunismo y se rinda o se venda por alguna prebenda, debe mantenerse la unidad y evitar los reproches destemplados y las ofensas.
Sin duda, todos han cometido errores durante la campaña electoral y, en ocasiones, han pronunciado discursos excesivos. Ya habrá tiempo para discutir eso.
Un punto importante es que hay diversas estrategias y propuestas para enfrentar el peligro de una dictadura chavista. El asunto es que no son contradictorias entre sí y la mayoría de las veces se trata solo de palabras y definiciones.
Por ejemplo, algunos dicen que no se debió reconocer la decisión del JNE. Yo considero ilegal e ilegítima la proclamación, lo he dicho y lo he publicado (“Expreso, 19/7/21). Pero en los hechos ¿cuál es la diferencia? Castillo va a ocupar Palacio el 28 de julio y va a designar a los ministros. Ese gobierno va a gobernar (o desgobernar).
El 30 de setiembre de 2019 Martín Vizcarra disolvió ilegal e inconstitucionalmente el Congreso. Fue un golpe de Estado. Pero los partidos participaron en las elecciones de enero de 2020 para el nuevo Parlamento y los peruanos fueron a votar.
En suma, muchas discrepancias son, hasta ahora, solo declarativas, algunas más estridentes que otras. Quizá luego aparezcan diferencias sustanciales en las estrategias. Puede ser. Pero no exacerbemos discordancias donde no las hay.
Otro tema es el del liderazgo de las fuerzas democráticas, de la oposición al comunismo. Hasta ahora todos cerraron filas alrededor de Fujimori, como había que hacer dado que ella es la que había pasado a la segunda vuelta. Ese capítulo terminó. Ahora no existe un líder natural de la oposición.
El problema es que podría existir la tentación de algunos de encabezar a los demócratas demoliendo a los vecinos. Eso sería un gravísimo error. ¿Qué lograrían con eso? ¿Ser candidatos con un poco más de opción el 2026, cuando quizá ya no haya elecciones competitivas? ¿Qué sentido tiene pelear y golpear a otros para obtener un pedazo más grande de una torta que no existe?
No hay nada por lo que reñir entre los demócratas hoy día. Ningún beneficio puede obtener ahora el que ataque a otro demócrata, el que pueda sobresalir algo sobre los demás elevando el tono de voz o planteando propuestas más radicales.
Sin duda habrá competencia luego, pero ese momento no ha llegado todavía. Si nos peleamos entre nosotros ahora, de seguro no habrá un mañana. La experiencia de Venezuela es aleccionadora, las estériles disputas de la oposición ayudaron al chavismo a consolidar su dictadura.
La más inmediata tarea es, sin duda, que una alianza de las fuerzas democráticas logre ganar la mesa directiva del Congreso. Ojalá que sea posible. Lampadia