Pasar a una nueva etapa
Jaime de Althaus
Para Lampadia
El embate de las izquierdas contra el gobierno de Dina Boluarte y contra el Congreso, que era lo que unía a todos los grupos, fue muy débil. Más débil aun el pedido de asamblea constituyente o de reposición de Pedro Castillo, que movió a los más radicales.
Esto no significa que la población apruebe el desempeño de Dina Boluarte o del Congreso. Significa que menos aun aprueba movilizaciones y paralizaciones que agravan sus problemas más sentidos: inseguridad, empleo, ingresos. Según Ipsos, en junio, el 62% de los peruanos declaraba que los ingresos que reciben no le alcanzan.
La primera conclusión para las izquierdas es que ya es hora de cancelar definidamente la demanda de adelanto de elecciones, y aceptar el cumplimiento del plazo constitucional -2026-, para no seguir sembrando más zozobra inútil e inconducente. Cambiar el objetivo estratégico. Mucho mejor les iría si pasaran a demandar más crecimiento, más inversión, para que haya más empleo y mejores ingresos. Allí nos podríamos encontrar todos, para el bien del país y de las mayorías.
Pero el gobierno no debe recibir el fracaso de la llamada “Toma de Lima” con alivio ni como un aval a su gestión ni menos aun como un permiso para dormirse en laureles que no existen. Mas bien tomar conciencia de que si su plazo es el 2026, tiene la obligación de pensar en objetivos y medidas de fondo que ataquen los problemas estructurales que han estancado la economía e impiden recuperar inversión, empleo e ingresos. No se trata de sobrevivir, sino de levantar al país.
El mensaje de 28 de julio de la presidenta Boluarte debe tener esa orientación. Dejar para un anexo las realizaciones y medidas sectoriales y centrarse en el gran enfoque de los problemas de fondo y las reformas que se requiere para enfrentarlos. Proponerle al Congreso una agenda conjunta de reformas políticas, económicas y del Estado.
Ello supone que el propio Congreso evolucione de una agenda particularista a una reformista. Dependerá mucho de qué sector encabece la mesa directiva. Allí la responsabilidad de las bancadas de centro y derecha es muy grande.
El fracaso o la debilidad de las marchas del 19 debe representar el fin de un periodo de anarquía y confrontación y el comienzo de una etapa constructiva y de recuperación luego del hundimiento nacional de estos años.
Los partidos de centro y derecha tienen la obligación de sentarse a acordar unas bases de plan de gobierno que pueda ejecutar quien sea que llegue al poder, para ofrecer al país desde ahora un derrotero, una luz al final del túnel. Los líderes tienen que demostrar que tienen la capacidad de elevarse por encima de sí mismos y mirar el horizonte nacional. Lampadia