MIENTRAS SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia
Ha contado el almirante Jorge Moscoso que fue en el Consejo de Ministros de aquel funesto 30 de setiembre del 2019 que el ex presidente Martin Vizcarra comentaba preocupado la crisis política y comentaba que el Congreso quería vacarlo. Moscoso levantó cinco veces la mano para opinar que se debía encontrar una salida a la crisis, que el choque de trenes era lo último que debía buscarse. El gobernante nunca le dio la palabra.
Ni bien vio salir a Vizcarra con cara de pocos amigos a dar el mensaje a la Nación el almirante comenzó a escribir su carta de renuncia. No lo dudó. Moscoso solo tenía tres meses como Ministro de Defensa, pero antes ya había logrado ser el Comandante General del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú y no podía traicionar su juramento. Lo que Vizcarra hizo al disolver un parlamento con la excusa de la “denegación fáctica” no era propio de un demócrata y no pensaba avalarlo. Por supuesto jamás se tomó una foto con el mandatario en ese día de espanto para la democracia, ni siquiera de “despedida”. Antes de marcharse a casa miró a los ojos de los Comandantes Generales de todas las armadas en el piso 12 del ministerio de Defensa, les dijo que había renunciado y que el presidente los convocaba a Palacio. Les aconsejó que preguntaran bien a sus conciencias si avalaban esa disolución, que meditaran su decisión y se retiró.
El desconcierto en el Perú era total. Moscoso y todos los peruanos verían después la foto de Martin Vizcarra junto a la cúpula del comando conjunto de las fuerzas Armadas. Allí estaba sentado muy tranquilo después de disolver el parlamento, protegido por los generales César Astudillo, Jorge Celis, José Luis Lavalle, Rodolfo García Esquerre, José Luis Lavalle y el almirante Fernando Cerdán. Cuenta la historia que esa foto fue tomada casi por inercia por un felpudo funcionario de Palacio y que los generales jamás imaginaron que segundos después la estarían viendo en televisión. La historia también cuenta que cuando la vicepresidenta Mercedes Araoz atrincherada en el Congreso vio la foto publicada en el twitter de la Presidencia entendió que todo estaba perdido para quienes interpretaban que lo hecho por Vizcarra era inconstitucional. Sin el apoyo de las Fuerzas Armadas es imposible gobernar.
Hace unos días el general en retiro Rodolfo García Esquerre protagonista de esta fotografía y quien entonces era el número uno de la FAP me contó que en esos minutos de crisis todos los generales y almirantes conversaron y decidieron dar el respaldo. Que todo sucedió muy rápido y que en efecto fueron fotografiados al vuelo. ¿Fueron usados para el golpe final? La respuesta se escribe sola. ¿Qué habría pasado si ellos al igual que el almirante Moscoso le hubieran dicho NO a Vizcarra? Esta respuesta es materia de otro análisis.
Ahora regresemos al presente. ¿Han visto en estos días la foto del ministro de Defensa Walter Ayala junto a los comandantes generales? De manera insólita el hombre que jamás debió llegar a ese ministerio y que ha tratado de influir en los ascensos junto al impresentable Bruno Pacheco secretario general de la Presidencia (según narran los generales José Vizcarra y Jorge Chaparro sus pases al retiro de manera injustificada no es otra cosa que una venganza política por haberse negado a ascender a los conocidos del presidente) se tomó una foto con la cúpula militar y la tuiteó al mejor estilo de Martin Vizcarra. Estuve investigando cómo así los generales aceptaron esta fotografía después de tanto escándalo y la verdad es incómoda y pinta de cuerpo entero al ministro lechuga.
La verdad es una sola: Walter Ayala citó a los generales al piso 12 y les contó que había renunciado, se despidió, les deseó lo mejor y les pidió una última foto del recuerdo para su archivo personal. Los comandantes generales le estrecharon la mano, le desearon también lo mejor y accedieron a la foto del adiós. Jamás imaginaron que segundos después esa foto aparecería en el tuit personal de Walter Ayala. En la imagen el único que sonríe es él. Por supuesto el ministro nunca se fue y hasta hoy ninguno de los generales ha vuelto a mirarle la cara. Ayala no se atreve a convocarlos al piso 12.
Horas después a los comandantes generales les volvieron tomar una foto pero esta vez el personaje protagonista era el presidente. Convocados a Palacio fueron imaginando que el gobernante les hablaría de la salida del ministro Ayala, del alejamiento del secretario Pacheco, del escándalo que nunca debió suceder; imaginaron que el presidente les diría que de ninguna manera quiso influir en los ascensos y que todo fue un mal entendido. Nada de eso pasó. El hombre del sombrero habló de todo menos de sus camaradas venidos a menos Ayala y Pacheco. Nada de la crisis, nada de las invitaciones al retiro. Habló de Dios, de la Patria, de la familia, del Perú y por supuesto llegó el momento de la foto que minutos después obviamente estaría en un tuit de la cuenta personal del presidente. En la imagen el rostro adusto de los militares vale más que mil palabras. Pedro Castillo Terrones levanta la mano y ensaya una mueca feliz que se estrella con la realidad.
¿Hasta cuándo los militares serán usados con fotografías políticas que sirven para mantenerse “bien” en el poder? No lo sabemos, lo que sí es real es que en Ayacucho, en la presentación populista de los primeros cien días de gobierno, no solo llamó la atención la ausencia de la primera ministra Mirtha Vásquez. Los altos mandos tampoco lo acompañaron. ¿Imaginan ustedes la cara de los generales mientras Castillo anunciaba la venta del avión presidencial? ¿Imaginan ustedes que ellos asistan “felices” a tomarse fotos en Ayacucho después del tremendo golpe a la institucionalidad castrense que acaba de cometer Castillo? Imposible. Por eso no hay foto que le sirva al gobernante para bajar la temperatura. Los jefes militares son obedientes al jefe supremo que es el presidente, pero tampoco son bobos. Lo están demostrando. Lampadia