Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
Es cierto que en el Perú sólo 1 de cada 3 peruanos participa con su voto en la decisión de quien nos gobierna o quien legisla. (La Irrepresentatividad política no es cosa de juego. Lampadia 24.01.20).
El voto de esos peruanos se ha distribuido de este modo en los últimos 15 años:
Hoy nos vamos a ocupar del voto de izquierda, al que llamamos voto rojo. En otras columnas veremos la disputa por el voto de centro y de derecha.
En el 2006 el voto zurdo llegó al 31% con 2 opciones electorales. El 2011, elección en que ganó la presidencia, llegó al 32% en primera vuelta, con una sola opción electoral: toda la izquierda se cuadró detrás de Humala. El 2016 sólo consiguió el 23% con 4 alternativas electorales y en las elecciones complementarias del 2020 llegó al 22% con 5 opciones.
Podemos afirmar entonces que cerca de 1/5 de la población que vota y decide en las elecciones opta por la izquierda. Hay en el Perú, un 20% de votantes (que no es lo mismo que habitantes) que creen en las alternativas de izquierda.
Creen el Estado como protagonista del desenvolvimiento social y de la economía, creen en la empresa estatal, creen en el subsidió y no en el emprendimiento, creen en que los tributos de otros deben pagar los servicios de uno. Algunos de ellos no creen que Venezuela es un fracaso político y otros, no pocos, creen que Cuba, donde no hay ni libertades, ni sindicatos, en un ejemplo a seguir. En el interior del país, especialmente en el Sur, este porcentaje de peruanos que creen en todo esto es más elevado que en Lima, el Norte y las ciudades importantes de la costa.
Si consideramos que tenemos 8 opciones electorales de izquierda (eran 7 pero AP eligió como candidato al izquierdista Lescano), la disputa por el 20% se ha vuelto más encarnizada y no mide las consecuencias. Se pasará a la segunda vuelta con poco más del 10% de los votos, de forma tal que consolidar el voto duro de la izquierda es la consigna. Por ello la beligerancia, la violencia, la intolerancia y la irresponsabilidad en las protestas de los últimos días. No están dirigidas a resolver los problemas, sino a consolidar bolsones electorales. Veamos algunos de ellos como ejemplo:
- En Ica no se ha dudado un minuto en destruir el agro más moderno, formal y productivo, para justificar la propuesta de “segunda reforma agraria” planteada por la señora Mendoza, la cual no puede ignorar que en la provincia de Quispicanchis de donde proviene su familia, el jornal diario, sin beneficios, ni seguro social es hoy día de 30 soles, mucho menos de lo que pagan las empresas agroexportadoras a los peones en Ica, con CTS, gratificaciones, indemnización si son despedidos, horas extras y Essalud. En la destrucción y la protesta se ha disputado sitio con sus colegas de la zurda, con el extremismo subversivo y también con el APRA, cuyos dirigentes jóvenes de Ica parece no saber qué lugar les toca en el tablero político nacional.
- En el corredor minero se bloquean las carreteras, se hace paro y se consiguen, a punta de chantaje, dinero de los transportistas, las empresas mineras y del Estado. En este corredor hay de todos los partidos de esta tendencia, hay sitio para los azuzadores internacionales y también hay espacio para los movimientos locales que buscan como acomodarse en las listas de invitados de los partidos o en los cargos públicos luego de las elecciones, mientras van “ganando algo”.
- En Machupicchu la disputa llegó a tal punto que el gobernador y sus alcaldes de AP, que no tienen obras que mostrar luego de dos años, se disputan los enemigos empresariales con el Frente Amplio, sin darse cuenta que quien podría cosechar los votos serían otros dirigentes locales que ya han pasado por todos los partidos, los cargos y las candidaturas y que seguramente llevaran ese bolsón electoral para negociar cargos, puestos o empleos. Está demás decir que no les importa que con todo ello estén paralizando el principal atractivo turístico del país.
- En el centro del país la huelga de la federación minera nos muestra que la oligarquía sindical (Malpica dixit) quiere también más beneficios, pero sobre todo, acomodar a sus alfiles en las opciones electorales a su alcance.
La izquierda sabe muy bien que, para ganar las elecciones, como lo explicamos anteriormente (EL CUENTO DE LAS GRANDES MAYORIAS. Pocos votamos, pocos deciden. Lampadia 6.11.20) no hace falta ser mayoría. “Ni son las grandes mayorías las que eligen, ni son ellas las que gobiernan o legislan. Son las minorías que usan el sistema, lo cooptan y desde él, en nombre de las grandes mayorías hacen lo que les parece. Basta pasar a segunda vuelta y tener suerte con el rival en segunda vuelta. Si es la señora Fujimori, el antifujimorismo garantiza el triunfo. Van por eso. Por el pase a segunda vuelta. No importa si al hacerlo destruyen el país. No importa el alto costo que esto viene teniendo. Eso no les importa. Salvo el poder, lo demás es ilusión para ellos. Lampadia
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(*) La clasificación de opciones es creación nuestra en función a la tendencia política de los partidos, líderes y propuestas. Algunos integrantes de los partidos podrían considerar arbitraria su ubicación en uno u otro casillero.
(**) % Calculado según la votación en primera vuelta.