Jaime de Althaus
Para Lampadia
Dos hechos hicieron pensar que el gobierno por fin se apiadaba de la suerte del pueblo, que sufre la falta de empleo y de ingresos suficientes que no alcanzan en medio de la inflación, a raíz de una economía que no se reactiva por causa del propio gobierno.
El primer hecho fue la salida del ministerio de Trabajo del exministro Juan Ramón Lira, ferviente abanderado de la informalizadora Agenda 19, destructora de inversiones y de empleo; y
El segundo fueron las primeras declaraciones del flamante ministro de Economía y Finanzas, Kurt Burneo: “Necesitamos restituir la confianza en los agentes económicos, pues de eso depende la propuesta para reactivar la economía y de esa manera fomentar puestos de empleo. Esto será la política económica, para crear una tasa de crecimiento mucho más alta a la que está proyectada”.
Evidentemente, para que haya confianza lo primero es derogar los decretos supremos que restringen la terciarización y que facilitan las huelgas (este último es una bomba nuclear contra las empresas). Parecía entonces que por fin la luz llegaba al gobierno: la salida de Lira era la señal de confianza que Burneo prometía.
Pero he aquí que lo primero que declara la flamante ministra de Cultura, Betssy Chávez, repuesta por el gobierno luego de ser censurada y fanática abanderada de la Agenda 19, fue una defensa encendida de ambos decretos, sin que ello tuviera nada que ver con el tema de su nueva cartera. El mensaje era claro, y luego el nuevo ministro de Trabajo, el inefable Alejandro Salas, se encargó de ratificarlo al aclarar que, en buena cuenta, no se daría marcha atrás en los “derechos” de los trabajadores.
¿El ministro Burneo no ve ninguna contradicción entre su objetivo de generar confianza y la defensa a rajatabla de esa política laboral? Empezamos a sospechar que ha priorizado su disfrute del poder en el ministerio, aunque sea a costa de convivir con políticas enemigas. Quizá eso explique que un par de días después haya reorientado su discurso hacia las políticas fiscales como supuesta fuente de reactivación de la economía, llegando al punto de plantearle al presidente del BCR, Julio Velarde, la necesidad de sentarse a armonizar la política monetaria con la política fiscal para impulsar el crecimiento económico, algo que ha llevado al JP Morgan a advertir acerca del riesgo de interferir en la autonomía del Banco Central.
En buena cuenta Burneo, lejos de procurar la confianza, se sumó a los esfuerzos para seguir minándola. Si a esto agregamos el hecho de que la permanencia de Aníbal Torres en el premierato no augura cambio alguno en la Secretaría de Gestión Social que apunte a la salida de los operadores de Perú Libre y la reconstitución de un aparato profesional de prevención de conflictos para viabilizar la inversión minera, vemos que no existe voluntad de enmienda que permita generar confianza para reactivar la economía.
Menos aun cuando el propio presidente Castillo retoma un lenguaje confrontacional contra el Congreso, abriendo nuevamente las puertas de la incertidumbre política. Pero son disparos de salva, porque no tiene fuerza. El problema, como sabemos, es que tampoco tiene ya capacidad de convocatoria para conformar un gabinete serio.
Mientras se encuentra una salida a este entrampamiento nacional, hemos sugerido que los partidos de oposición formen una mesa de trabajo para elaborar un plan de recuperación nacional que sirva de luz al final del túnel. Es indispensable si no queremos seguir profundizando la disgregación nacional. Lampadia